La determinación del comienzo de la vida humana: cuestiones de método

AutorAntonio Pardo Caballos
CargoDepartamento de Humanidades Biomédicas Universidad de Navarra E-mail: apardo@unav.es
Páginas336-345

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1. Introducción

Para el desarrollo de las reflexiones éticas sobre a las intervenciones técnicas en el comienzo de la vida humana, es fundamental saber cuándo comienza ésta y cuándo nos encontramos sólo ante un material biológico, propio del hombre, pero que no es un hombre.

Dada la extensión de esta cuestión, y sus muchas facetas (anatómica, embriológica y filosófica, por mencionar las más evidentes), en este trabajo nos vamos a limitar a exponer una reflexión sobre el método adecuado para llegar a la determinación del momento del comienzo de la vida humana. Daremos por sabidos otros conocimientos básicos, como pueden ser los relativos a la fisiología de la reproducción y al desarrollo embrionario y fetal.

Puede parecer que esta reflexión metodológica es casi innecesaria, pues suele resultar evidente, a poco que se conozcan los datos de la observación, cuándo tiene lugar el comienzo de la vida humana. Sin embargo, como veremos, la cuestión no es en absoluto evidente. Muchas veces, la reflexión filosófica tiene este papel es-clarecedor sobre lo aparentemente trivial o evidente.

2. Qué deseamos saber

La primera cuestión pertinente para plantearse cuestiones de método es saber qué es lo que queremos estudiar, y realizar una primera aproximación a ese objeto de estudio. Sólo así estaremos en condiciones de estudiarlo de un modo adecuado, que nos proporcionará el máximo número de conocimientos que podamos obtener sobre él.

Cuando se revisa la literatura sobre el tópico del inicio de la vida humana, es muy frecuente que la discusión verse sobre el tema de la persona. El problema del inicio del ser humano o de la vida humana se reduce al problema del momento en que la personalidad o la «personeidad» aparece en el ser humano, ya biológicamente constituido. Sólo una persona sería poseedora de dignidad, y por tanto, merecería el respeto de los demás seres humanos. Por tanto, lo más relevante no sería el momento del inicio biológico del hombre, sino el momento en que adquiere condición personal.

Este planteamiento lleva a discusiones que enfrentan un concepto meramente funcional de la persona (sólo quien de hecho muestra signos típicos externos de las personas es persona) y un concepto Page 337 que admite la realidad de la persona independientemente de sus manifestaciones. Dejando aparte problemas insolubles del planteamiento funcional de la persona (como el del hombre dormido), aquí asumimos que todos los seres humanos son personas en todos los momentos de su vida biológica1. La separación del inicio de la cualidad de persona del inicio del hombre como ser material vivo nos parece un error de planteamiento.

Dejaremos de lado, por tanto, el problema del origen o inicio de la personalidad (o, con otra terminología y diferentes acentos, del momento de la animación) durante la vida biológica, pues se trata de un pseudoproblema. Lo que nos interesa es averiguar cuál es el momento en que se origina el ser humano entero o, dicho de otro modo, cuándo comienza la vida humana biológica. Sabemos que el hombre nunca es mera biología, sino una realidad multidimensional, y que su riqueza se manifiesta de modo progresivo, pero esto no afecta al intento de determinación del primer momento.

3. La evidencia científica

Si deseamos conocer el momento de comienzo de la vida humana, tendremos que recurrir a la observación detallada de su formación y desarrollo inicial, es decir, tener unos conocimientos mínimos de la biología de la reproducción humana (que, como dijimos al comienzo, daremos por sabidos).

Llegado este punto, es muy frecuente observar que, una vez llevada a cabo esa observación de los primeros momentos, se afirma sin más dilación que «está científicamente comprobado que la vida humana comienza cuando se fusionan un espermatozoide y un óvulo». Sin embargo, examinando con más detalle los conocimientos que el método científico nos puede proporcionar, podemos decir que esa afirmación es precipitada.

El método científico es conocido también como método hipotético-deductivo. Su trabajo parte de la elaboración de hipótesis que expliquen la estructura o el funcionamiento de una realidad material que es objeto de su estudio. Dichas hipótesis no son gratuitas: deben explicar verdaderamente lo que se estudia, y deben ser coherentes internamente y con otros conocimientos científicos que ya se poseen.

Tras formular hipótesis, la ciencia debe plantear observaciones o experimentos que permitan comprobarlas. Las observaciones o experimentos pueden ser sencillos o complejos, pero terminan siempre del mismo modo: o bien la hipótesis se desecha (o se remodela parcialmente) porque no se corresponde con lo observado, o bien se mantiene, como ley científica si se comprueba que la realidad es como el modelo supuesto, o como hipótesis si la observación no permite ni comprobarla ni refutarla o falsarla.

La ciencia incorpora de este modo a su acervo hipótesis no falsadas y leyes científicas. Pero todas ellas se refieren exclusivamente a los aspectos de la realidad que se intentan explicar científicamente, Page 338 es decir, estructuras y funcionamientos. Por su método, la ciencia no estudia, ni puede estudiar, otros aspectos importantes de la realidad, como son la tendencialidad natural de las estructuras biológicas, la especie o naturaleza de los seres que estudia, y el dinamismo intrínseco de lo viviente2.

Como se deduce de lo dicho, la afirmación «esto es un ser humano» no es una ley científica, ni se puede comprobar científicamente. Y esto vale también para cualquier otra especie: es imposible diseñar un experimento que termine revelando directamente la especie de un ser cualquiera. Por tanto, la afirmación «está científicamente comprobado que la vida humana comienza ... etc.» no es cierta en su sentido literal.

Y lo mismo sucede para las afirmaciones opuestas: la frase «esto no es un ser humano» no es una ley científica; y la afirmación «está científicamente comprobado que la vida humana es un momento más en el continuo que se remonta a los primeros vivientes», y otras parecidas3, no son ciertas en sentido literal.

4. Qué intentamos saber

El intento que llevamos en toda esta disquisición es saber cuándo comienza la vida de un nuevo ser humano. Y el problema de enfocar de modo exclusivamente científico la cuestión radica en que la ciencia no puede estudiar el vivir en sí mismo ni puede estudiar la especie. Puede estudiar la estructura y el funcionamiento de los organismos vivos, pero no llega a la actividad vital misma que acabamos de mencionar. Y tampoco puede llegar a «lo que es» su objeto de estudio.

Por decirlo de un modo sencillo: a la ciencia le resulta indiferente si su objeto de estudio es algo vivo o inerte, o a qué especie pertenece. Y, con su método, no puede diferenciarlos. Se limita a decir qué estructura tienen y cómo funcionan. A ese respecto, da igual que lo estudiado sea un ser vivo o un mineral: su respuesta será siempre sólo cómo es la morfología y cómo es el movimiento de sus partes4.

A todo el mundo le resulta evidente lo que es un ser vivo y lo que es un mineral. Y otro tanto cabe...

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