La detección del engaño

AutorJosé Ibáñez Peinado
Páginas289-336

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9.1. Introducción y notas históricas

Ante la dificultad de poder distinguir a simple vista cuando una persona está mintiendo, ha sido una preocupación, desde antiguo, buscar aquellas situaciones en las quela mentira pueda quedar determinada. Son muchos los procedimientos que, desde elprincipio de la convivencia humana, han querido establecer los elementos sobre losque basar las decisiones para declarar los hechos o manifestaciones como verdaderos o falsos (De Paulo et al., 2003; Fisas, 1997). Así a lo largo de la historia podemos encontrarnos con procedimientos que, a pesar de su rechazo actual, llegaron a constituir los únicos medios por los cuales se intentaba determinar la verdad y descubrir elengaño.

Lo primero que encontramos son los combates judiciales (Trial by Combat) entrelas partes litigantes para determinar quien mentía y quien decía la verdad, representación de la más pura aplicación de la ley del más fuerte. Cada parte elegía un contrincante que, en base a su fuerza, mediante el duelo, impondría su «derecho» sobreel vencido (Gordon, 2004; Gordon y Fleisher, 2002).

Posteriormente en el tiempo, aparecen las ordalías o juicios de Dios, que sin abandonar el arma de la fuerza, eran sistemas de prueba que se ponían bajo los auspiciosde «poderes» superiores al hombre (la divina providencia), como imagen de una incipiente «justicia». Algunas de estas pruebas, empezaron a ser prohibidas en el sigloXII por Papas como Alejandro III, en un intento de humanizar estos sistemas, y de forma definitiva por Inocencio III en el cuarto concilio luterano, si bien siguieron practicándose durante la Edad Media, junto con la tortura que, de manera mas o menosrefinada (física o psicológica), no ha dejado de ser utilizada en la vida el hombre (Fisas, 1997; Garrido, Masip y Herrero, 2006; Riquelme y Martinez, 1999).

Nacidas en los pueblos primitivos, fueron utilizadas con profusión en Europa, especialmente para casos de brujería, y era una forma de solucionar los conflictos sociales, especialmente para la prueba de inocencia.

Los chinos, al igual que los habitantes del norte de Europa, hace ya varios miles de años, utilizaban el denominado Trial by Ordeal, y dictaminaban sobre la veracidad de las declaraciones basándose en el principio de que el miedo, en este caso a serPage 290 descubiertos, provocaba la paralización de la función salivar y obligaban a los sospechosos a masticar y posteriormente escupir o tragar productos muy secos (polvo de arroz, pan), si los escupían húmedos o podían tragarlos, se asumía que habían sido honestos, en caso contrario quedaba demostrada su culpabilidad (Gordon, 2004; Gordon y Fleisher, 2002; Kleinmuntz y Szucko, 1984).

Jugando con el mismo principio de la salivación, las ordalías más conocidas son la prueba del hierro candente de la que se conocen varias «versiones». Utilizado por los israelitas, consistía en aplicar un hierro incandescente sobre la lengua de las personas sospechosas, la salivación evitaba la quemadura, la sequedad de la lengua la favorecía. En África se utilizaba, con la misma finalidad y de la misma forma la piedra caliente aplicada sobre la lengua.

Los normandos estaban convencidos de que el miedo provocaba enfermedades y en sus juicios obligaban a las partes en litigio a coger objetos depositados en el fondo de un recipiente con agua hirviendo, ambos sufrían quemaduras, pero solo a los que mentían se les infestaban las heridas (hoy sí sabemos la incidencia del estrés sobre el sistema inmunológico).

Durante la Edad Media se utilizaba en Europa el denominado Trial by Torture enla conocida «caza de brujas», en sus dos versiones. Una de ellas estaba basada en la creencia de que las brujas no se hundían en el agua y para comprobarlo se las lanzaba a ríos, lagos o pantanos con una piedra atada al cuerpo, si no se hundían se les quemaba en la hoguera por brujas, si se hundían, y por supuesto se ahogaban, se rezaba por su alma inocente. La segunda se basaba en la creencia de que las brujas nacían con la denominada «marca del diablo», marca que era invisible, salvo que la acusada de brujería dijera donde la tenía, en cuyo caso se haría visible (Gordon, 2004; Gordon y Fleisher, 2002).

En la India tenían otro simpático medio para detectar el engaño, la prueba del Burro Sagrado (Test of the Sacred Ass). Al que se sometía a ella se le decía que tenían un asno al que tenían que tirarle del rabo, si rebuznaba es que era culpable, en caso de silencio se les consideraba inocentes. Durante la prueba, realizada dentro de una tienda, los inocentes seguro que le darían el tirón del rabo, los culpables no. El juicio no se basaba en si el burro rebuznaba, sino en la marca que dejaría, o no, el rabo del asno en las manos del individuo ya que este estaba impregnado de una sustancia que quedaría adherida en la mano del «inocente» (Gordon, 2004; Gordon y Fleisher, 2002).

Evaluar el comportamiento de una persona para intentar llegar a un mejor diagnóstico sobre su credibilidad y fiabilidad ha sido una constante de los profesionales (psicólogos, psiquiatras, médicos, investigadores policiales) desde hace ya muchos años, una vez pasadas las épocas en las que la verdad o la mentira eran evaluadas a través de otros sistemas, como hemos visto aunque fuera muy someramente, y al respecto,hemos de hacer referencia a Münsterberg quien ya en 1908 publicó un libro en cuyoPage 291 contenido analizaba cómo la psicología podía ser aplicada para resolver delitos y detectar el engaño en relación con la memoria de los testigos, las declaraciones falsas o la sugestionabilidad en juicios.

Lo primero que hemos de tener en cuenta es la dificultad para separar de forma absoluta los comportamientos verbales y no verbales ya que entre ambos existe una interacción casi identitaria. Por otra, aclarar que cuando hablamos de comportamiento verbal y no verbal no nos referiremos a lo que se dice (contenido semántico), sino cómo se dice y que movimientos o comportamientos los acompañan (aspectos verbales y correlatos no verbales), dejando para otros apartados los análisis que utilizan instrumentos de medidas psicofisiológicas o herramientas para la evaluación de la veracidad del contenido de las declaraciones (Granhag, 2006; Masip y Garrido,2000; Masip, Garrido y Herrero, 2002; Muñoz, Navas y Graña, 2003), y no olvidar que lo que miden los factores no es realmente la verdad o la mentira, sino variables como el estrés, la ansiedad o determinadas emociones, que se presuponen están relacionadas con la mentira (Manzanero y Diges, 1993).

A pesar de su gran dificultad (DePaulo y Morris, 2004; Granhag, 2006; Mann, Vrij y Bull, 2006; Masip, 2005; Masip, Guerrero y Herrero, 2002; Porter et al., 2008; Tredoux y Pooley, 2005; Vrij, 1999; Vrij et al., 2004), este interés estaba basado en la idea de que son muchos los canales y niveles a través de los cuales se desarrolla la comunicación, tales como las palabras (el significado de lo que se dice y cómo se dice), los gestos, los movimientos corporales, expresiones faciales, etc., por lo que es común en todos los investigadores señalar tres vías, caminos, formas o técnicas para detectar el engaño:

  1. observar el comportamiento verbal y no verbal

  2. analizar lo que está diciendo, y

  3. examinar sus respuestas fisiológicas.

La primera vía es el objeto del presente apartado.

9.2. La detección del engaño a través del comportamiento verbal

Cuando nos relacionamos con determinadas personas prestamos una atención diferenciada a los distintos comportamientos de esta en atención a nuestro conocimiento sobre ellas. Cuando es persona conocida, en nuestra interacción prestamos una especial atención a la información que nos comunica por vía oral (el significado de lo que dice), dado que su comportamiento no verbal es conocido y solo nos sorprendería algo que estuviera fuera de lugar. Por el contrario, si nuestro interlocutor es una persona desconocida nuestra atención se centrará en aquellos comportamientos (verbales o no verbales) que de alguna manera puedan confirmar o negar la información quePage 292 se nos transmite, dado que este tipo de comunicación es menos propensa al controlpor parte del individuo y puede dejar entrever datos que se intentan ocultar (De Paulo, Rosenthal, Eisenstat, Roger y Finkelstein, 1978; Ekman, 2001; Ekman y Friesen, 1974; Maxwell, Cook y Burr, 1985).

También han sido objeto de interés los cambios que se producen en la voz cuando la persona puede estar afectada de determinadas emociones como pueden ser la ansiedad, el estrés o el miedo. En estos casos, por lo general la tensión sufrida sobre las cuerdas vocales hace que la voz se vuelva más aguda, se eleve su entonación, se produzcan afonías o cambien su...

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