¡Qué despilfarro! ... de agua y de oportunidades de mercado

AutorAnne Burrill
Cargocolaborador científico del IPTS

Asunto: El consumo per capita de agua en las ciudades podría reducirse significativamente si se extendiera en los hogares y edificios públicos el uso de aparatos y dispositivos para ahorrar agua. Su introducción también podría abrir un nuevo mercado de bienes y servicios. Sin embargo, estos dispositivos no son muy corrientes en Europa.

Relevancia: La creciente demanda de agua es una de las fuerzas motrices que han impulsado la actual revisión de las políticas sobre el agua en la Unión Europea, y la selección del tema "medio ambiente-agua" como objeto de un Grupo de Trabajo ("Task Force").

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Cómo satisfacer la demanda urbana de agua sin incrementar el suministro total

La cuarta parte del consumo total de agua en Europa se realiza en las zonas urbanas: en hogares, edificios públicos y establecimientos comerciales. Mientras que, sobre todo en los países más secos, la mayor parte del agua se utiliza en el riego, hacer frente a las demandas urbanas de agua puede ser especialmente caro. Ello es debido a la alta calidad del agua exigida en las ciudades y a la elevada concentración geográfica de la demanda (que a menudo implica elevados costes de transporte del agua desde orígenes lejanos).

El estilo de vida residencial de sociedades cada vez más prósperas junto con una mayor industria turística que requiere grandes cantidades de agua, hacen que la demanda de agua aumente en la mayor parte de las áreas urbanas. Tradicionalmente, a una mayor demanda se respondía aumentando el suministro. Como normalmente se suelen explotar primero los recursos de agua más baratos, movilizar nuevos recursos supone mayores costes. Aparte de los costes, cada vez es mayor el número de zonas que carecen de nuevas fuentes tradicionales de agua económicamente viables (como el agua que se obtiene de embalses y de proyectos de trasvase de agua). Las soluciones alternativas, como la desalinización y el reciclado pueden contribuir considerablemente al suministro de agua en algunos lugares; no obstante, estas alternativas son relativamente caras. Además, hacer frente a la demanda a base de aumentar el suministro implica costes adicionales paralelos, derivados de la recogida y tratamiento de las aguas residuales.

Otra forma de equilibrar el suministro y la demanda es aumentar el uso eficaz del agua reduciendo la cantidad de agua utilizada en una tarea determinada. El agua que se ahorra es, en efecto, una nueva fuente de agua. Hay muchas medidas sencillas para incrementar el rendimiento del agua en los edificios ya existentes, sin incidir negativamente sobre las costumbres o el confort. Estas medidas incluyen la "instalación de mecanismos y dispositivos para ahorrar agua", es decir, la instalación de controladores de flujo en los mingitorios, reductores de caudal en los grifos, calentadores de agua instantáneos en fregaderos y duchas, interruptores de caudal en sanitarios y duchas, disminución del volumen de las cisternas, etc. Las instalación de estos dispositivos se puede realizar de forma rápida y en varias etapas, evitando los largos períodos de tiempo y los grandes desembolsos que requiere el aumento del suministro. Como ilustra la Tabla 1, el consumo de agua en edificios individuales se puede reducir entre un 20% y un 40% mediante tales sistemas.

Tabla 1: Ahorro de agua por la instalación de dispositivos

Experiencia o proyecto piloto

Resultados

Grifos difusores de cierre automático

(Experiencia en el Reino Unido)

Reducción del consumo hasta en un 50%.

Duchas de bajo caudal (Experiencia en el Reino

Unido)

Reducción del consumo en un 10%.

Sustitución de 350.000 inodoros por otro modelo

con una cisterna más pequeña de 6 litros (Ciudad de Méjico)

Ahorro de agua suficiente como para atender las

necesidades de 250.000 habitantes.

Instalación de dispositivos de ahorro en las

residencias de la Universidad (Pennsylvania)

Reducción del consumo de agua en la Universidad

en un 20%.

Instalación de dispositivos de ahorro en las

habitaciones de hoteles (California)

Reducción del consumo en un 34%.

Instalación de dispositivos de ahorro en un

centro médico, sólo en las habitaciones de los pacientes

(California)

Ahorro global de agua de un 11%.

Instalación de interruptores de caudal en

duchas y de interruptores en inodoros en 383 hogares (Hamburgo)

Reducción del consumo del 15,8 al 28%.

Instalación de duchas de bajo caudal y de

inodoros de caudal ultra-bajo (Tampa, Florida)

Ahorro total de agua de uso doméstico del 16%.

Reducción del 31% en el consumo de agua caliente.

Instalación de dispositivos de ahorro en las

habitaciones de hoteles (Boston)

Reducción del consumo del 40%.

Los electrodomésticos que consumen grandes cantidades de agua también se pueden sustituir por modelos que requieran menos agua. Algunas nuevas lavadoras y especialmente lavavajillas consumen menos cantidades de agua que otros modelos más antiguos. Las lavadoras "Eco-model" que se venden en Alemania, por ejemplo, sólo utilizan 49 litros por lavado, en comparación con los 80 litros por lavado que utiliza por término medio una lavadora convencional. Los lavavajillas más eficaces gastan unos 15 litros frente a los 37 de un lavavajillas corriente.

La economía de reducir la demanda urbana

Al nivel más elemental, se puede evaluar la rentabilidad de la tecnología de reducción de la demanda de agua comparando el coste de su instalación con el coste del agua que el consumidor se ahorra durante todo el tiempo que dura el nuevo mecanismo o el nuevo sistema de ahorro de agua. El Banco Mundial estimó en 1995 el coste de reducir la demanda por parte del usuario entre 0,05 y 0,50 $ (0,04-0,40 ECU) por metro cúbico ahorrado. El resultado es favorable respecto a los precios del agua en las ciudades, que suele oscilar entre 0,25 y 1,35 ECU por metro cúbico en los países desarrollados. La Tabla 2 muestra algunos ejemplos obtenidos de estudios experimentales.

Tabla 2: Coste del agua ahorrada

Lugar

Tecnología utilizada

Coste por m3 ahorrado

China

Mejora de inodoros en los hogares

0,02 - 0,09 $ (0,02 - 0,07 ECU)

EE.UU.

Duchas y grifos de bajo caudal en los

hogares

0,03 - 0,10 $ (0,02 - 0,08 ECU)

EE.UU.

Instalación de dispositivos de ahorro de agua

en cuartos de baño de los hogares

0,16 - 0,20 $ (0,13 - 0,16 ECU)

Alemania

Instalación de interruptores de caudal en

duchas y de interruptores en inodoros en 383 hogares

0,17-0,32 DM (0,09 -0,17 ECU)

En general, en menos de dos años el consumidor recupera en la factura del agua el gasto de la instalación de pulverizadores en los grifos y de dispositivos para reducir el caudal. Las medidas más caras como sustituir los aseos o instalar sistemas de reciclado de aguas negras se suelen amortizar en unos 10 años.

Puesto que además se gasta menos energía en calentar menos cantidad de agua (y en el caso de grandes edificios, en bombearla y distribuirla) el consumidor también debe tener en cuenta a la hora de calcular costes y beneficios lo que se ahorra en energía.

En EE.UU., el empleo de duchas y grifos que ahorran agua demostró un ahorro de entre 26 y 170$ por hogar, la mayor parte al reducirse los costes energéticos al calentar menos cantidad de agua. El ahorro total también debe tenerse en cuenta en el caso de que el consumidor pague el servicio de alcantarillado en función del volumen de agua gastada. Aunque el beneficio neto de la instalación de aparatos ahorradores de agua depende claramente de la tecnología previamente existente y de los costes locales de agua, energía y mano de obra, los ejemplos anteriores indican que se puede ahorrar dinero.

Las compañías suministradoras de agua y de alcantarillado también se pueden beneficiar de la instalación de tales dispositivos. Como los recursos hídricos más baratos son los que generalmente se explotan antes, casi siempre los costes -en términos monetarios, sociales y medioambientales- de aprovechar nuevos recursos de agua en respuesta a una demanda en aumento, son cada vez mayores por volumen de agua que la media histórica. Este coste suplementario recae sobre las compañías de suministro o sobre todos los ciudadanos (en forma de subvenciones oficiales para las infraestructuras de ingeniería). Si el desequilibrio suministro-demanda se resuelve reduciendo el volumen de agua gastada, estos costes pueden evitarse. El ahorro complementario resultante del control del volumen de agua residual puede incluso ser mayor, ya que los costes totales al aumentar la capacidad de recogida y tratamiento de las aguas residuales aumentan todavía más rápidamente que los costes de suministro de mayor cantidad de agua. Así, en zonas donde la demanda de consumo es superior al agua disponible, la "generación" de agua nueva al reducir la demanda es normalmente la opción menos cara para las compañías de suministro y de alcantarillado.

La adopción de sistemas de reducción de la demanda supone otros beneficios potenciales para toda la sociedad: se origina un mercado totalmente nuevo de bienes y servicios. Puesto que muchas de las regiones de Europa con especial tendencia a la escasez de agua tienen que hacer frente también a problemas de recesión económica y desempleo, no deben subestimarse los beneficios sociales de estas nuevas posibilidades.

Los que defienden el aumento del suministro aducen a veces que una de sus ventajas es la creación de puestos de trabajo en los sectores de la ingeniería y de la construcción, empleos que no existirían si se optase por la solución de reducción de la demanda. Un estudio realizado en 1995 en Canadá comparó las dos estrategias en dos regiones de Ontario. Los resultados concluyeron que todos los indicadores económicos relevantes (rendimiento total, valor añadido, ingresos por empleo, impuestos generados e importaciones) eran favorables al control de la demanda.

En EE.UU., las compañías de "servicios de agua" (WASCO) obtienen beneficios por la colocación de mecanismos y dispositivos, al mismo tiempo que ahorran dinero a los consumidores; una WASCO de Virginia cobra una tarifa condicional, basada en una fracción del ahorro de agua conseguido. Un programa básico de colocación de mecanismos en Los Angeles también ilustra el potencial de este mercado para fomentar el desarrollo sostenible: basado en un programa de bonificaciones, la organización contrata e instruye a los desempleados de la ciudad para distribuir e instalar inodoros en los hogares con ingresos bajos. Los dueños de estos hogares devuelven los aseos viejos para remodelarlos y ahorran anualmente entre 30 y 120 dólares (24-95 ECU) en la factura del agua. Aunque las WASCO todavía no están muy extendidas, en EE.UU. se espera que tomen tanto auge como tuvieron los servicios de gestión de la energía en los años 80 como consecuencia de la preocupación por el suministro de energía.

Un análisis completo de los costes, que tenga en cuenta los factores anteriormente mencionados, demuestra claramente la elevada rentabilidad que se consigue al adoptar tecnologías de gestión de la demanda, tanto para los usuarios como para la sociedad en su conjunto.

Falta de motivación por parte de los consumidores y de las compañías de suministro de agua

Ya que se ha demostrado que estas tecnologías son viables, son rentables y suponen una fuente potencial de nuevos empleos e ingresos, tales sistemas habrían debido extenderse. No obstante, excepto algunas experiencias piloto en el Reino Unido, Alemania y algunas zonas aisladas, estos sistemas no son de uso generalizado en Europa.

La causa puede atribuirse en parte a falta de información por parte de los consumidores. En muchos lugares de Europa, el usuario desconoce las medidas que podría tomar para reducir el gasto de agua en su casa. Un estudio realizado en Alemania demostró que, incluso aunque los ciudadanos conozcan la existencia de dispositivos para ahorrar agua, la tónica general es que subestiman su eficacia y sobrestiman el coste de su instalación. Muchos usuarios creen, erróneamente, que estos sistemas reducen el grado de confort e higiene. Además, la mayor parte de la gente no está capacitada para llevar un control sobre los consumos de agua en sus edificios. En Francia, el Institut National de la Consommation ha comenzado recientemente a subsanar esta deficiencia con campañas informativas sobre las soluciones técnicas que existen para reducir el consumo de agua en los hogares.

La carencia de información también contribuye a la opinión, por parte de algunas compañías de aguas, de que el aumento del suministro es una inversión "más segura". A las compañías de aguas les preocupa que las inversiones en reducción de la demanda no consigan el ahorro de agua previsto. Para las compañías que han decidido que la tecnología de reducción de la demanda es una buena inversión, la imagen pública es un factor importante en su capacidad para hacer llegar este mensaje a los consumidores. En el Reino Unido, después de la reciente privatización de las compañías de aguas, el público generalmente tiene bajo sospecha a las compañías que a su vez, están preocupadas por no generar mayores conflictos al promocionar la instalación de sistemas de ahorro y la reducción del gasto de agua.

Los sistemas de tarificación y facturación del suministro de agua y alcantarillado también actúan en detrimento de la gestión de la demanda en muchas zonas. Para fomentar el uso eficaz del agua, el ahorro económico resultante debe ser significativo -tanto en términos absolutos como relativos frente al coste de los dispositivos que ahorran agua. En Europa, no obstante, la sociedad efectivamente subvenciona el despilfarro de agua y desanima la gestión de la demanda: el precio que se cobra al consumidor en la ciudad por los servicios de agua y alcantarillado generalmente es muy inferior al coste marginal total del suministro de agua y de recogida y tratamiento de las aguas residuales; en el mejor de los casos, los precios sólo cubren los costes medios históricos.

Incluso cuando las tarifas son las correctas, muchos consumidores no son conscientes del coste real del agua. Por tanto no son capaces de evaluar con exactitud el ahorro que se consigue al reducir el consumo de agua. Los experimentos realizados en el Reino Unido para modificar el recibo del agua y hacerlo más comprensible han dado resultados prometedores. En las grandes empresas, el problema puede tener que ver con la estructura corporativa de la propia empresa; es necesario que los gerentes del edificio vean las facturas del agua, en lugar de que sea el departamento de contabilidad el que las pague directamente.

Además, cuando el recibo del agua se calcula en función del volumen total gastado en un edificio de varias unidades, los dueños de cada unidad no tienen ninguna motivación para instalar mecanismos ahorradores de agua en sus casas, ya que el beneficio recae sobre todo el edificio y no se compensa el gasto individual realizado. En muchos países existe la tendencia gradual a instalar contadores individuales, a pesar de la resistencia que ofrecen algunos propietarios que temen que aumente su factura del agua. Por supuesto la instalación del contador individual también supone un gasto. (Curiosamente, en España, la tendencia a instalar contadores individuales se ha visto impulsada por una posible inconstitucionalidad de los contadores generales, basada en los derechos de los consumidores.)

El problema de quién paga frente a quién se beneficia también se puede observar en las propiedades en alquiler. Normalmente, el arrendador es el responsable de la instalación de las tecnologías para ahorrar agua, pero el ahorro en la factura del agua recae sobre el arrendatario. Salvo que el ahorro se exprese claramente en el contrato y se incluya en el precio de la renta, el casero no tendrá ningún interés en instalar tales dispositivos.

Las compañías de aguas podrían convertirse, en buena lógica, en suministradores de bienes y servicios de gestión de la demanda. En algunos lugares de EE.UU. las compañías de aguas tienen grandes departamentos dedicados a la realización de auditorías sobre el agua y a la venta de tecnologías de reducción del gasto. No obstante, el marco jurídico de las compañías de aguas en algunas partes de Europa desanima e incluso prohibe que lleven a cabo tales actividades.

Además, muchas compañías de aguas tienen una estructura financiera por la que sus ingresos dependen directamente del volumen de agua que gaste el consumidor; en realidad, cuanta más agua se consuma mayores son sus beneficios. Aunque muchas compañías de aguas también están obligadas legalmente a suministrar el agua a los consumidores, no suelen sufrir ninguna penalización cuando no cumplen con esta obligación en los años secos, por lo que no sienten la necesidad de encontrar la mejor solución para responder a la creciente demanda. Cuando el gobierno subvenciona el coste total (y especialmente los costes medioambientales) de explotación de nuevos recursos tradicionales, las compañías de aguas no se sienten motivadas para encontrar la forma más barata de equilibrar el suministro y la demanda. Además, cuando los servicios de suministro y alcantarillado los realizan diferentes compañías, las compañías de suministro no se benefician del ahorro que supone la gestión del volumen de las aguas residuales. La posición de monopolio de la mayor parte de las compañías de suministro es otro impedimento más a la hora de encontrar soluciones innovadoras.

El papel de los políticos

Puesto que es la sociedad en su conjunto la que se beneficia al reducir la demanda per capita de agua urbana, los políticos tienen la responsabilidad de fomentar la adopción de tecnologías de ahorro de agua y de sistemas de gestión de la demanda adecuados. Los gobiernos pueden actuar en varios ámbitos.

En primer lugar, el gobierno podría asegurar la disponibilidad de información. La UE ha avanzado en esta dirección al implantar en 1993 el etiquetado "Eco", cuya puesta en marcha definitiva aumentará la capacidad de los usuarios para elegir más opciones para rentabilizar el agua. Los gobiernos también pueden facilitar directrices o regulaciones respecto a la información sobre precios y consumos en el recibo del agua, y garantizar que todos los usuarios tengan información completa sobre las subvenciones públicas y privadas para la instalación de sistemas de ahorro de agua.

El gobierno también puede desempeñar un gran papel revisando el marco financiero y jurídico en el que se mueven las compañías de aguas. Si estuvieran sometidas a un régimen de contabilidad financiera total, seguramente se darían cuenta de que animar a los usuarios a gastar menos agua resultaría beneficioso para ellas. Un estudio realizado en Alemania indica que el beneficio es tal, que las compañías de aguas realmente estarían en una posición que les permitiría proporcionar asistencia financiera de forma rentable a los usuarios para que instalen dispositivos de ahorro de agua. (Por supuesto, tal sistema de contabilidad también induciría a las compañías de aguas a abordar el problema de reducción de las fugas en la red de distribución, que en algunas ciudades antiguas supera el 40%.) La política gubernamental podría también fomentar u obligar a la adopción de un sistema de tarifas de suministro y alcantarillado adecuado (como una estructura por bloques de incrementos sucesivos), que disuada del consumo excesivo, y utilizar la planificación al mínimo coste como herramienta para evaluar las opciones para equilibrar el suministro y la demanda.

La experiencia de EE.UU. y México ha confirmado que los instrumentos reguladores se pueden usar con eficacia para fomentar la gestión de la demanda de agua en los edificios de nueva construcción. Modificar la instalación de saneamiento en un edificio ya existente resulta relativamente caro y difícil, pero para edificios nuevos o rehabilitados puede ser muy económico. La normativa de la edificación podría exigir la incorporación de mecanismos específicos para ahorrar agua y la definición de estándares para reducir el caudal. Tal legislación ya se ha adoptado con resultados satisfactorios en algunos Estados de EE.UU. así como a nivel federal. Los gobiernos también podrían establecer los niveles máximos de consumo de agua para los electrodomésticos. Para garantizar la eficacia de tales normas es necesario definir estándares de "mejor tecnología existente" y "mejor práctica de gestión" y referirse a ellos en la legislación, preferiblemente de forma que no sean estáticos, sino que sirvan de incentivo para continuas mejoras.

Por último, los gobiernos podrían tener en cuenta que parte del dinero público que actualmente se destina a proyectos de infraestructuras de aguas, como embalses y grandes proyectos de trasvase de agua, podría gastarse mejor en subvencionar programas de instalación de sistemas de ahorro de agua para ciertos tipos de usuarios.

La Agencia del Medio Ambiente del Reino Unido está preparando una estrategia a nivel nacional con el fin de garantizar la implantación completa de sistemas de gestión de la demanda de agua urbana. Se van a identificar las medidas que se requieren para proporcionar la información necesaria tanto a los consumidores como a las compañías de aguas y los incentivos necesarios para adoptar las tecnologías de ahorro de agua y los sistemas de gestión que beneficiarán a la sociedad en su conjunto. Otros países también podrían seguir este mismo ejemplo, a la vez que una operación similar al nivel de la Unión Europea, también podría resultar fructífera.

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