Desigualdades, estado del bienestar y acceso a la universidad

AutorGiorgio Di Pietro
CargoIPTS

Introducción

Este artículo sugiere que unos beneficios sociales generosos podrían ser una vía importante para garantizar que los estudiantes de bajos ingresos que han terminado la enseñanza media y que deseen continuar estudiando puedan proseguir invirtiendo en capital humano (el suyo propio).

El estudio se basa en dos observaciones apoyadas ampliamente por la evidencia empírica:

El gasto en bienestar social desempeña un papel importante en la compensación del aumento de la desigualdad de ingresos en las economías domésticas,

Los ingresos de los padres tienen una correlación positiva con el nivel educativo alcanzado por los estudiantes

Desigualdad y gastos de bienestar social

Durante la última década, algunos países industrializados han experimentado una creciente desigualdad en la distribución de los ingresos familiares totales así como tasas de pobreza más altas. Algunas transformaciones económicas y demográficas significativas son probablemente las responsables de esta situación. La posición de los trabajadores de baja cualificación en el mercado laboral se ha ido deteriorando en términos relativos, o incluso en términos absolutos, desde 1990. El nivel de desempleo entre las personas de baja cualificación ha aumentado enormemente en casi todos los países y, en algunos de ellos (por ejemplo EE.UU. e Italia), los trabajadores situados en el extremo inferior de la distribución de ingresos (primer decil de trabajadores varones) han mostrado un crecimiento real negativo significativo de los salarios (véase la Tabla 1). Además, los cambios en la estructura familiar también han contribuido a aumentar la desigualdad en los ingresos de las economías domésticas. Por ejemplo, el aumento de la tasa de divorcios ha dado lugar a un crecimiento del número de familias monoparentales. Si estas familias están al cargo de una mujer, son particularmente vulnerables a la pobreza; con mayor frecuencia que los hombres, las mujeres tienen que asumir la carga de criar ellas solas a los hijos, lo que se combina con el hecho de que sus ingresos son, por término medio, más pequeños.

La posición en el mercado laboral de los trabajadores con cualificación relativamente baja se ha venido deteriorando en términos absolutos y relativos durante la pasada década

Algunos estudios han mostrado que, en sistemas de bienestar social con alto desarrollo relativo, las políticas de transferencia y de impuestos pueden desempeñar un papel clave en la compensación del aumento de la desigualdad en los ingresos de las economías domésticas

Algunos estudios han mostrado que, en sistemas de bienestar social con alto desarrollo relativo, las políticas de transferencia y de impuestos pueden desempeñar un papel clave en la compensación del aumento de la desigualdad en los ingresos de las economías domésticas. Por ejemplo, un factor importante para explicar las tasas de pobreza y de desigualdad significativamente más bajas en las familias de Canadá frente a las de EE.UU. en los años 80, a pesar de una tendencia común creciente en la desigualdad de salarios, podría encontrarse en el efecto de una "red de seguridad" social más generosa en Canadá (Card y Freeman, 1994). Además, un estudio de la Comisión Europea (1998), destaca la importancia de los programas de transferencia como fuente de ingresos para las familias más desfavorecidas. De acuerdo con este estudio, en 1993 en la Unión Europea (se excluyen aquí Austria, Finlandia y Suecia), las transferencias sociales (incluyendo las pensiones privadas, pero excluyendo beneficios en especie, tales como los de atención sanitaria) representaban un 30% de los ingresos domésticos netos (1). Para un 35% de las economías domésticas estas transferencias eran la fuente principal de ingresos, y sin ellas el 40% de las familias habrían tenido un nivel de ingresos inferior a la mitad del promedio nacional (una de las medidas convencionales de la pobreza). Después de las transferencias, aproximadamente el 17% de las economías domésticas tenía un nivel de ingresos inferior a éste.

La tabla 2 (basada en Kenworthy, 1998) muestra tasas de pobreza relativa antes y después de impuestos/transferencias en quince países en 1991 (2). Puede observarse el papel significativo que desempeñan los programas de bienestar social en la reducción de la pobreza. La tasa relativa de pobreza es inferior al siete por ciento en cada país excepto en EE.UU.

Políticas de ayuda a los estudiantes e ingresos familiares

La hipótesis subyacente en el argumento de una estrecha relación entre los gastos en bienestar social y las tasas de participación en la formación universitaria de estudiantes con bajos ingresos, es que los ingresos familiares tienen un efecto positivo per se sobre la acumulación de capital de los hijos. Esto es, al menos parcialmente, una consecuencia del fracaso de las políticas de ayuda al estudio para proporcionar fondos a estudiantes con ingresos más bajos, igualando así completamente la correlación entre los ingresos de los padres y los niveles educativos alcanzados. Podría haber al menos tres explicaciones para la insuficiencia de las políticas de ayuda a los estudiantes.

Debido al fracaso de los programas de ayuda a los estudiantes para proporcionar fondos a los que lo necesitan, los ingresos de los padres parecen tener una influencia sobre los niveles educativos alcanzados

En primer lugar, los hijos de familias más desfavorecidas podrían ser incapaces de aprovechar plenamente los programas de ayuda a los estudiantes por falta de información, limitaciones de la cantidad de ayuda en relación con las necesidades y, en el caso de programas de préstamo, por temor a contraer grandes deudas. Otros factores, como las altas tasas de interés, los plazos de devolución cortos y la falta de garantías subsidiarias, podrían actuar como fuertes incentivos negativos para los préstamos destinados a pagar la educación.

En segundo lugar, a pesar del crecimiento del número de medidas de ayuda a los estudiantes tomadas por los gobiernos nacionales y locales para apoyar a los hijos de familias con bajos ingresos, en muchos casos los recursos no han sido capaces de ir al mismo ritmo que la demanda relativa, desencadenada por el número creciente de familias que va cayendo por debajo del umbral de pobreza. Por ejemplo, en EE.UU. aunque el valor real de la ayuda total disponible para los estudiantes universitarios ha aumentado desde 1980, no ha podido ir al mismo ritmo que el crecimiento de los derechos de matrícula o que la población estudiantil potencial (Gladieux y Hauptman, 1996). Por una parte, la presión sostenida sobre los presupuestos estatales, producto de la resistencia a pagar impuestos, y por otra, la presión creciente para que el gobierno financie los beneficios sociales, podrían haber limitado el crecimiento de los gastos de ayuda a los estudiantes.

En tercer lugar, debido al aumento del promedio de las tasas de enseñanza y de matriculación, en algunos casos la cantidad de subvenciones públicas podría haber llegado a ser insuficiente para cubrir totalmente el coste de la educación universitaria. En algunos países puede observarse un aumento del coste de la educación universitaria. De nuevo, en EE.UU. entre 1971 y 1995 el promedio de las tasas de enseñanza y de matriculación (en valor real) en las instituciones de enseñanza superior ha aumentado aproximadamente el 51 por ciento (Alexander, 1998). Aún más, en Italia, en el curso académico de 1993-1994 el promedio de las tasas de enseñanza y de matriculación subió más del veinticinco por ciento.

Gastos de bienestar social y tasas de participación en educación universitaria de estudiantes con bajos ingresos

A la vista de los hechos mencionados anteriormente, parece probable que exista un número relativamente alto de familias con bajos ingresos cuyos hijos están estudiando en la universidad sin recibir ninguna subvención. Puesto que estas economías domésticas confían en los sistemas públicos de transferencias como su principal fuente de ingresos, es probable que utilicen una parte del dinero, que obtienen a partir de todo tipo de fondos sociales, para cubrir las tasas de matrícula y otros gastos relacionados con la educación (por ejemplo, libros de texto). Además, debe observarse que, aunque sean indirectos, los beneficios no pagados en dinero efectivo pueden influir también sobre el presupuesto de gastos de educación de los hijos de familias más desfavorecidas. Por ejemplo, la sanidad pública puede permitir a las economías domésticas de bajos ingresos ahorrar algún dinero que puede utilizarse para pagar la educación. Esto podría crear una conexión directa entre los gastos sociales y las tasas de participación en la educación universitaria entre los hijos de las familias más desfavorecidas.

Las estimaciones econométricas para EE.UU. e Italia proporcionan una evidencia empírica de la alta correspondencia entre las tasas de matriculación universitaria de estudiantes con bajos ingresos y los cambios en los gastos de bienestar social (Di Pietro, 1999). Sin embargo, es interesante observar que el mecanismo, a través del cual los gastos sociales ejercen su principal contribución en favor de las tasas de participación en la educación universitaria, funciona probablemente de modo distinto en EE.UU. que en Italia.

El coste de la enseñanza afecta al modo en que los gastos sociales contribuyen a favorecer las tasas de participación en la educación universitaria

En EE.UU., dado el coste relativamente alto de la educación universitaria, la tarea principal de los gastos sociales podría ser el aumento de la capacidad de las economías domésticas de bajos ingresos para pagar la educación universitaria. Por el contrario, en Italia, puesto que la enseñanza y las matrículas se mantienen bajas gracias a las subvenciones gubernamentales, el papel principal de los beneficios sociales podría ser que fuera menos necesario que los estudiantes con bajos ingresos renunciaran a matricularse en la universidad, o tuvieran que abandonarla, para mantenerse a sí mismos y a su familia. Proporcionando un nivel de vida aceptable a las familias menos favorecidas, los programas generosos de bienestar social en Italia podrían animar a las personas con bajos ingresos, que han terminado la enseñanza media y desean continuar sus estudios, a posponer la decisión de buscar un trabajo hasta que hayan finalizado sus estudios universitarios.

Los programas de bienestar social se diseñaron originariamente como políticas con objetivos determinados, pero, con el tiempo los beneficiarios han tendido a utilizarlos para abordar al mismo tiempo diversos problemas sociales

El impacto significativo de los gastos sociales sobre las tasas de participación en la universidad de estudiantes con bajos ingresos radicará probablemente en la actual naturaleza multifuncional de los programas de bienestar social. Estos programas se diseñaron originariamente como políticas con objetivos determinados (por ejemplo, pretendían resolver un problema específico con el programa correspondiente) pero con el paso del tiempo esto cambió, de modo que los beneficiarios los utilizaron progresivamente para abordar al mismo tiempo diversos problemas sociales. Como consecuencia, el impacto real de cada medida social en particular podría ir más allá del objetivo concreto que se suponía que debía cumplir teóricamente. Aunque ninguna de las dotaciones actuales para el bienestar social haya sido diseñada para aumentar las tasas de asistencia a la universidad de los hijos de familias más desfavorecidas, el aumento de la desigualdad en las economías domésticas y las tasas más altas de pobreza experimentadas en algunos países industrializados podrían haber ampliado el alcance de las medidas sociales, acarreando consecuencias totalmente inesperadas en el momento en que se creó el estado del bienestar. "Los hijos en edad universitaria, de hecho, ya no se consideran para el bienestar social como hijos dependientes, aunque unas garantías más altas podrían permitir a los adultos jóvenes una mayor libertad económica si sus padres y hermanos menores, que continúan recibiendo ayudas sociales, estuvieran apoyados con mayores garantías" (Butler, 1990, pag. 199).

En algunos países está aumentando la contribución porcentual de los ingresos de los miembros de más edad de la familia a los ingresos familiares totales

Las evidencias registradas en Italia (Paci y Melone, 1997) sugieren que, en un número significativo de casos, una pensión sirve no sólo como garantía de un nivel de vida aceptable de los propios pensionistas, sino que también podría desempeñar un papel clave en la mejora del nivel de vida de los hijos mayores. El duro mercado laboral al que se enfrentan actualmente los adultos jóvenes – es decir, las dificultades no sólo para encontrar un trabajo sino para ganar un salario suficiente para cubrir las necesidades básicas–junto con la tendencia a la jubilación prematura y algunos factores demográficos (por ejemplo, el aumento del promedio de edad de los padres y la mayor esperanza de vida) podrían estar ocasionando que un número considerable de personas de edades comprendidas entre 18 y 25 años dependa de la pensión que reciben sus padres. El impacto de los beneficios de las pensiones sobre la tasa de participación en la educación universitaria es probablemente muy notable en Italia, donde la importancia de los ingresos de los miembros de más edad de la familia, como fuente de los ingresos familiares totales, está creciendo con el tiempo. De acuerdo con un estudio reciente de los hogares italianos en los que hay por lo menos una persona de edad (Centro Europa Ricerche, 1999), como promedio, la proporción de los ingresos de las personas mayores con respecto a los ingresos familiares totales es aproximadamente del 47 por ciento. En el sur de Italia esta cifra es más alta, alcanzando el 57 por ciento. Otra encuesta reciente (ISTAT, 1997) muestra que, en 1995, el 91,9 por ciento de los hogares italianos encabezados por una persona de edad comprendida entre 65 y 74 años, tiene los beneficios de la pensión como fuente principal de ingresos. La proporción de hogares encabezados por una persona de edad comprendida entre 65 y 74 años que vive con, al menos, un hijo es del 27,9 por ciento.

Las demandas de la sociedad del conocimiento están incrementando en las familias el coste total de la educación, un hecho que tiene importantes repercusiones para el acceso individual y la formación de capital humano en general

El alcance más amplio de las dotaciones actuales para el bienestar podría radicar en la incapacidad del estado del bienestar para satisfacer las nuevas necesidades sociales. El suministro de servicios sociales no ha sido capaz de ir al mismo ritmo que la demanda de dichos servicios. Puesto que los gobiernos no proporcionan servicios adicionales para responder a las nuevas necesidades sociales emergentes, los ciudadanos tienden a utilizar los diversos tipos de recursos públicos que reciben para satisfacer toda la gama de sus necesidades sociales. Por ejemplo, la orientación progresiva hacia la sociedad del conocimiento ha aumentado la medida en la que la educación y la formación práctica afectan a las perspectivas del mercado laboral (es decir, el desempleo afecta a una mayor proporción de personas con menor nivel educativo y los trabajadores con alto nivel de cualificación profesional disfrutarán probablemente de mayores salarios). Como consecuencia, el coste de formación de capital humano (especialmente de los jóvenes) es, en la actualidad, significativamente más alto que en el pasado. Aún antes de considerar el aumento del coste de la educación universitaria, debe tenerse en cuenta que el aumento del promedio de años de escolarización ha llevado al alza la carga de gastos de educación soportada por los hogares. De nuevo, esto podría causar problemas para que los hijos de las familias menos favorecidas puedan permitirse el acceso a la educación.

Para concluir, las transformaciones económicas, demográficas y sociales que han afectado a varios países industrializados podrían tender a aumentar el riesgo de exclusión social al que se enfrentan los jóvenes. Los efectos crecientes de la educación sobre las salidas al mercado laboral podrían impulsar a un número significativo de padres con bajos ingresos a decidirse – en ausencia de ayuda a los estudiantes – por asumir totalmente el coste de la educación de sus hijos.

Conclusiones

La estrecha correlación entre los gastos de bienestar social y las tasas de participación en la educación universitaria podría tener también implicaciones políticas importantes. La política europea sobre el proceso de reorganización del sector público necesita tomar en consideración todas las posibles consecuencias de los recortes de gastos sociales, especialmente si van acompañados por medidas que reduzcan el papel del sector público en la educación universitaria, o las subvenciones para ella, llevando los costes de educación más cerca de su valor de mercado, imitando el ejemplo de EE.UU. Una u otra de las dos políticas por separado (reducción de subvenciones a la educación universitaria, o reducción de los gastos sociales en general) pueden no tener un impacto drástico sobre el acceso a la universidad, pero la aplicación simultánea de ambas podría tener un efecto perjudicial para la formación de capital humano, especialmente a la vista de la ausencia en Europa de becas del tipo de las de EE.UU, donaciones para alumnos y otros programas de ayuda de iniciativa privada.

Palabras clave

educación universitaria, programas de bienestar social, desigualdad

Notas

1- Las transferencias sociales más altas son las de Bélgica y Francia, con más del 36 por ciento de los ingresos familiares netos, seguidas por Italia, con algo menos del 33 por ciento.

2- El autor utiliza el 40 por ciento de los ingresos medios en cada nación como umbral de pobreza.

Referencias

Alexander, F.K., Private Institutions and Public Dollars: an Analysis of the Effects of Federal Direct Student Aid on Public and Private Institutions of Higher Education, Journal of Education Finance, Vol. 23, 1998, pags. 390-416.

Butler, A.C., The Effect of Welfare Guarantees on Children’s Educational Attainment, Social Science Research, Vol. 19, 1990, pags. 175-203

Card, D., y Freeman, R.B., Small Differences that matter: Canada vs. The United States, en R.B. Freeman (ed.): Working Under Different Rules, Russell Sage Foundation, Nueva York, 1994.

Centro Europa Ricerche, Solidarietà intergenerazionale nell’ambito familiare, Roma 1999.

Di Pietro, G., The impact of social welfare spending on participation rates in university education among low-income students. Análisis comparativo entre EE.UU. e Italia, Universidad de Roskilde, Tesis Doctoral, 1999

Comisión Europea, Protección Social en Europa 1997, Bruselas 1998.

Gladieux, L. E. y Hauptamn, A.M., 1996, The College Aid Quandary: Access Quality, and the Federal Role, The Brookings Institutions/The College Board, Washington y Nueva York.

ISTAT, Anziani in Italia, Mulino, Bolonia 1997.

Kenworthy, L., Do Social-Welfare Policies Reduce Poverty? A Cross National Assesment, Documento de Trabajo Nº 188, Estudio de los ingresos en Luxemburgo, 1998

OCDE, Employment Outlook, París, 1997.

Paci, M., y Melone, A., Welfare State, Chi ha beneficiato dello Stato Sociale, a chi andrà la nuova solidarietà, Ediesse, Roma, 1997.

Contacto

Giorgio Di Pietro, IPTS

Tel.: +34 95 448 83 05, fax: +34 95 448 82 35, correo electrónico: giorgio.di-pietro@jrc.es

Sobre el autor

Giorgio Di Pietro es graduado cum laude en Economía por la Universidad "La Sapienzia" de Roma y candidato al doctorado en el Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de Roskilde (Dinamarca). Desde 1996 ha estado trabajando en la Unidad TECS (Tecnología, Empleo, Competitividad y Sociedad) del IPTS.

The IPTS Report, is the refereed techno-economic journal of the IPTS,edited by D. Kyriakou, published monthly in English, French, German and Spanish.

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