Desarrollo integral del medio rural, de Eric S. Miller.

AutorFrancisco Corral Dueñas
Páginas1215-1218

    MILLER, ERIC S.: Desarrollo integral del medio rural. Fondo de Cultura Económica. México, 1976. Un tomo de 160 páginas.

Si hay algún país que como verdadero «laboratorio» rural merezca la preferente atención de los agraristas es, sin duda, Méjico; fue el primero que inició una reforma agraria en sentido propio y, por paradoja, es también aquel donde dicha reforma está más diluida y pendiente de conclusión satisfactoria.

Zapata y Pancho Villa encabezaron a los hombres que al grito de «tierra y libertad» se alzaron contra el sistema de plantaciones propio del Page 1216 gran capitalismo y plasmaron en la Constitución de Queretaro el principio de que la tierra pertenecía a la nación. Pero muerto Zapata y apagados los fervores de la revolución, hay períodos de altibajos e incertidumbres, según las tendencias políticas imperantes en cada momento, sin olvidar las inevitables repercusiones originadas por la vecindad del poderoso Tío Sam, que han marcado también su influencia en los diversos ciclos de la reforma mejicana.

Sabido es que la figura central de ella es el «ejido», lote de tierras que se adjudica a título indivisible e inalienable a una comunidad rural, aunque luego tales ejidos se distribuyen en parcelas para su cultivo por el antiguo sistema de explotaciones familiares. Esto supone en la mayoría de los casos la inevitable existencia de desfases económicos que con frecuencia hacen precisa la intervención pública, bien intentando corregir injusticias en casos aislados o ya para conseguir el desarrollo de los sectores deprimidos en una planificación más generalizada.

Eric S. Miller, inglés, fue nombrado asesor de la Dirección de Inversiones Públicas de Méjico y nos cuenta en el libro sus experiencias en este órgano de la Secretaría de la Presidencia. A partir de 1973 se emprendió un Programa de Inversiones Públicas para el Desarrollo Rural, PIDER, afectando a cinco mil comunidades rurales de 75 microrregiones mejicanas y que quiere ser una respuesta práctica a la cuestión de si puede el gobierno de un país en desarrollo iniciar un proceso de mejora en el ámbito rural que se mantenga por sí solo.

El mundo campesino es tan complejo que bien puede decir el autor que la mayor dificultad consiste en que nadie sabe lo suficiente respecto a la multitud de cuestiones, algunas generales y otras locales y específicas, que en su conjunto constituyen lo que se ha dado en llamar el «problema rural». Por eso, por haber trabajado en él, trata de explicar el porqué del Programa y sus connotaciones sociológicas y económicas.

Nos dice que, aunque en Méjico el panorama económico general es de progreso y prosperidad, la distribución de estos resultados favorables ha sido extremadamente desigual entre la industria y la agricultura, porque los trabajadores industriales reciben ingresos mucho mayores que los rurales. La inversión en desarrollo rural puede reducir la disparidad, pero además debe establecerse un proceso autosostenido de desarrollo como única fórmula para lograr que se modifique realmente a largo plazo la tendencia a la disparidad ya apuntada.

Como objetivo, el Programa de Inversiones Públicas para el Desarrollo Rural, PIDER, obedece a la necesidad de acudir a las poblaciones del...

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