La desamortización española del siglo XIX, de Francisco Simón Segura.

AutorSalvador Mínguez Sanz
CargoSeminario de Derecho Hipotecario de Extremadura
Páginas1039-1042

    SIMÓN SEGURA, FRANCISCO: La desamortización española del siglo XIX. Instituto de Estudios Fiscales. Madrid. Ministerio de Hacienda.

El propio autor señala la necesidad de la elaboración de monografías inteligentes que sirvan, en su caso, para redactar una Historia Social y Económica de España. La presente lo es, en su intento de analizar los últimos aspectos de la desamortización del siglo XIX.

Se inicia el libro con un estudio sumarísimo de los antecedentes históricos del proceso, distinguiendo tres grandes etapas: la Edad Media y el período de los Austrias, que contemplan ambos procesos amortizadores de bienes de la Iglesia y órdenes religiosas, de mayorazgos y vinculaciones semejantes y de bienes de propios municipales, y el siglo xviii, en el que aparece una política contraria a las vinculaciones, en su inmensa mayoría frustrada, y un estadao de opinión (Jovellanos, Campomanes) favorable a la desamortización.

Centrado ya en el tema, estudia Simón Segura el siglo XIX, con sus vaivenes liberales-absolutistas y su repercusión en el proceso desamortizador que, en su primera época, afecta, sobre todo, a los bienes eclesiásticos y repercute en gran manera en la disminución del clero.

Tras un intento fallido (decreto de 1913), el proceso se concreta con la llamada desamortización de Mendizábal, en honor a su principal artífice.

La desamortización, que partía de criterios tales como una severa crítica de las manos muertas, la inutilidad de las órdenes religiosas, la supresión de conventos, la urgencia y la admiración por los criterios extranjeros, se inició en 1836, afectando sobre todo a los bienes del clero regular; recibió un impulso en 1841, cuando Espartero puso en venta todas las fincas, derechos, y acciones del clero secular por la necesidad de pagar los intereses de la deuda interior y extranjera, y fue suspendida definitivamente en 1844 por el Gobierno del general Narváez. En un principio, el pueblo fue rebelde a las enajenaciones, al tiempo que temía posteriores desautorizaciones. Por eso sólo las ñncas urbanas de grandes ciudades obtuvieron compradores por permitir altos beneficios. Más tarde las ventas aumentaron, aunque muchos ciudadanos honrados y laboriosos no pudieron hacerse con las tierras por carecer de numerario, lo que llevó a un empeoramiento de la suerte de los colonos.

Estudia también el autor el sistema de subastas y de pagos de las ventas, bien en dinero bien en títulos de la deuda. Dedica un apartado Page 1040...

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