Dos desafíos para la sanidad pública: el mantenimiento de los recursos humanos y la delimitación de la jornada de trabajo

AutorNoemí Serrano Arguello
CargoProfesora Contratada Doctora de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social Facultad de Derecho. Universidad de Valladolid
Páginas237-273

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1. Una realidad incontrovertible: la necesidad de personal sanitario

En los últimos años la sanidad pública se enfrenta a un reto fundamental para conservar los niveles de atención sanitaria alcanzados: salvaguardar sus plantillas, para así poder consolidar y mantener en el futuro el grado de reconocimiento interno e internacional que ha ido desarrollando a lo largo de los últimos 66 años el Sistema Nacional de Salud (SNS). En particular desde que a partir de 1942 naciera en España el Seguro Obligatorio de Enfermedad e iniciaba su andadura el, entonces embrionario, modelo público de protección social frente a la enfermedad.

Desde hace una década se observa una disminución paulatina pero muy progresiva de las plantillas de los servicios de salud autonómicos (que se ha hecho más visible desde que en el año 2002 todas las CCAA accedieron a las transferencias de la asistencia sanitaria de la Seguridad Social). A aquella situación también se ha adicionado un deterioro de los recursos humanos, ocasionado tanto por la pérdida numérica de efectivos como por la carencia de ciertos especialistas y de muchos generalistas. Las previsiones para el futuro nos indican que, probablemente, se acentuará la escasez de personal sanitario. El mencionado problema comenzó a hacerse visible en la atención primaria pasando más tarde a los centros de especialidades sanitarias y, en particular, a los hospitales. Existen importantes dificultades para cubrir las necesidades de personal de atención continuada y las guardias médicas, dificultades que también se ven acentuadas cuando corresponde cubrir las vacaciones anuales del personal. Además durante los años precedentes la atención primaria no ha cubierto una de sus funciones esenciales: la de ser el filtro para la ordenación de toda la prestación sanitaria, y el creciente déficit de personal en todo el sector sanitario hace sospechar que esa función primordial (como clave del SNS) tampoco será ejercida en los próximos años por las carencias de personal. Por otro lado, otro factor negativo que incide sobre esta situación es que no se ha sabido (o podido) racionalizar el gasto sanitario.

De la lectura de los datos actuales relativos al personal sanitario se infiere que en los últimos años, en la organización de los recursos humanos, ha habido una falta de planificación (o ausencia de previsión) de las necesidades de personal y por ende de las necesidades asistenciales de la población. Esta situación se produce en un momento en el que la demanda sanitaria ha sido singularmente creciente, probablemente algo más de lo que se esperaba. En este contexto el Page 238 descenso del personal al servicio de la sanidad pública contribuye a ese desfase. Por otro lado, también agudiza la situación actual el mayor incremento de la población con necesidades sanitarias así como la mayor demanda sanitaria (debido a factores como el progresivo envejecimiento, las migraciones, etc.); en particular en el último lustro la población inmigrante ha acelerado esta circunstancia, aunque con distinta intensidad según cuál sea la zona geográfica del país que se estudie.

Sin embargo la situación anteriormente descrita no es un problema que afecte sólo y en exclusiva a España1. La Organización Mundial de la Salud concibe esta situación como un peligroso problema que concierne tanto a los países importadores como a los exportadores con el perjuicio que ello supone para la atención sanitaria. Son muchos los países industrializados que presentan una insuficiencia de recursos humanos sanitarios (con notorias repercusiones en los más industrializados); carencia que muchas veces se solventa -en una parte- mediante la incorporación de inmigrantes titulados en distintas especialidades sanitarias. Así se observa que los sistemas sanitarios públicos están llamados, por un lado, a mantener a su personal y, por el otro, a atraer a profesionales de otras latitudes debido a la escasez generalizada de profesionales. Para facilitar esta incorporación se producen modificaciones normativas como lo es, por ejemplo, la facilitación de la homologación de las titulaciones obtenidas en el extranjero para las profesiones sanitarias que en la actualidad tiene sobre la mesa el Ministerio de Sanidad2.

No obstante, un problema genuino de nuestra sanidad se observa en relación al binomio formación de personal sanitario y captación de recursos por el sistema público, ya que en nuestro país se produce la paradójica situación de exportar hacia otros Estados europeos profesionales sanitarios que han sido formados por el propio sistema público -bajo la relación laboral especial de residencia en Ciencias de la Salud3- e importar, al tiempo, galenos y otro capital humano sanitario procedente de países de la Europa del Este (siendo más significativo este flujo a raíz de la ampliación de la Unión europea) o de otras latitudes, Page 239 en especial de Latinoamérica. Mayoritariamente la «fuga» de profesionales se produce en busca de mejores condiciones salariales; los profesionales españoles acuden allí donde las retribuciones son más altas como el Reino Unido, Portugal, Francia e Italia.

2. La situación española

La crisis de personal sanitario está presente. La necesidad de recursos humanos es cada día más creciente en España. Lo que puede observarse tanto en la publicación trimestral en el BOE del catálogo de ocupaciones de difícil cobertura (ya que son muchas las provincias que demandan mano de obra extranjera por no haberla en el mercado nacional de auxiliares de enfermería, enfermeros en general y personal médico de medicina general, medicina de familia y comunitaria y de distintas especialidades como anatomía patológica, anestesiología, oncología, medicina interna, pediatría, radiodiagnóstico, urología, obstetricia y ginecología, distintas cirugías -general, pediátrica, aparato digestivo, cardiovascular, neurocirugía-, urología, psiquiatría, cardiología, traumatología, endocrinología y nutrición4) como, también, en las medidas que son adoptadas por los distintos servicios de salud autonómicos donde se han ideado respuestas que palíen la escasez de capital humano en la sanidad pública. Esta clase de actuaciones son de dos tipos, unas diseñadas para atender de inmediato a la atención sanitaria tales como las medidas llamadas de doble empleo, la optimización de los recursos humanos con complementos de jornada, por ejemplo cinco tardes al mes, la jornada vespertina, etc. Otras, en segundo lugar, para impedir la mayor erosión de las deficiencias de personal en el futuro inmediato; así se procede a la ampliación de plazas universitarias en todos los estudios relacionados con las ciencias de la salud, o se diseñan nuevas políticas de fidelización del personal. Con carácter general se tiende a la atracción de especialistas de otros Estados, pero también de otras CCAA -con el peligro que ello conlleva para la cohesión territorial-, o incluso el «rescate» de aquellos profesionales que habían emigrado al extranjero. Con el pasar de los meses la grieta se va ensanchando, pues desde mediados de esta década ya no sólo se aprecia la falta de profesionales en activo sino también las vacantes en la formación especializada, en particular, en medicina de familia (253 plazas sin cubrir en 2008, 242 entre 2007 y 2006), pero también en medicina del trabajo, medicina preventiva y salud pública y otras (como las especialidades referidas a análisis clínicos, microbiología, neuro-fisiología o medicina legal y forense). También se observa desde hace años una brecha de personal sanitario en el mundo rural, la atención primaria en este ámbito geográfico es un problema acuciante. Además, se prevé que en los próximos Page 240 siete u ocho años la situación sea mucho más grave debido a las jubilaciones masivas de médicos (la fecha marcada como punto de inflexión es el año 2015).

En el territorio nacional se ha producido un trasvase de efectivos sanitarios entre Comunidades Autónomas, atraídos por un efecto llamada con la creación de nuevos hospitales, novedosos métodos de gestión en los que se toma en cuenta al profesional sanitario y sobre todo de incentivos remunerativos y mejora de las condiciones laborales. Nadie se ha cuestionado hasta qué punto eran legítimas esas medidas, ni si las mismas suponían una libre circulación de profesionales por el territorio nacional o una «competencia» no leal en un servicio público esencial para las personas como lo es la asistencia sanitaria. Pero hoy todos los territorios sufren la emigración de sus profesionales sanitarios hacia otros países, aquéllos que saliendo de España buscan, principalmente, una mejora sustancial en sus retribuciones en otros países europeos, como ya hemos apuntado con anterioridad; siendo España uno de los países con menor remuneración a su personal sanitario, en particular a médicos y enfermeros, situándose en la EU-15 incluso por detrás de aquellos otros Estados miembros que tienen menor renta per cápita, como es el caso de Portugal (país que, por cierto, se ha convertido en destino de muchos de nuestros profesionales sanitarios).

3. Temporalidad versus estabilidad del personal sanitario público

Desde mediados de los años noventa la acción principal en favor de los recursos humanos...

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