Derechos humanos y ciudadanía mundial en el marco de la producción del capital

AutorJesús Rodríguez Rojo
Cargo del AutorSociólogo, politólogo y magister en Derechos Humanos, Interculturalidad y Desarrollo por la Universidad Pablo de Olavide, en la que hoy día es investigador dentro del Laboratorio de Ideas y Prácticas Políticas (LIPPO)
Páginas148-168
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DERECHOS HUMANOS Y CIUDADANÍA MUNDIAL EN EL
MARCO DE LA PRODUCCIÓN DEL CAPITAL
JESÚS RODRÍGUEZ ROJO
UNIVERSIDAD PABLO DE OLAVIDE, DE SEVILLA
JESUSRROJO@GMAIL.COM
1. Introducción
Los Derechos Humanos han sido durante años, y aún hoy lo son, uno de los temas más
controvertidos al interior de la filosofía política moderna. La archiconocida declaración
de 1948 significó el pistoletazo de salida para una discusión que, sin embargo, no fue
hasta los años noventa y dos mil que alcanzaría su cénit. Sin ir más lejos, el
reconocimiento de la famosa “dignidad intrínseca” a la “familia humana” que se anuncia
en su preámbulo dio lugar a toda una interminable polémica entre las grandes familias del
pensamiento jurídico: los iusnaturalistas y los iuspositivistas. No obstante, las
problemáticas que arroja el documento en cuestión en el contexto presente desbordan
holgadamente esta discusión y colocan el foco al menos en cuanto a lo que aquí nos
interesaen el papel histórico de los Derechos Humanos. La idea que subyace a estos
peculiares derechos, a saber, que todo ser humano merece que respeten ciertos atributos
por el mero hecho de serlo merece una profunda reflexión situada que la elabore de
acuerdo a nuestro momento histórico. Por ello trataremos de elaborar una construcción
teórica que ofrezca algo de luz sobre su importancia y potencialidad.
Lo que en adelante se explorará será la relación entre una forma jurídica, los Derechos
Humanos, y un contenido material, la acumulación del capital. Para ello tomaremos como
coordenadas centrales aquellas que dilucidó perspicazmente Marx en su crítica de la
economía política. Esa será la principal estructura categorial que no ayudará a comprender
cómo se vertebra el metabolismo social en las sociedades modernas, en las que, como
rezara El capital, impera el modo de producción capitalista (Marx, 1973: 3). Al ser este
el marco de inversión del trabajo humano y, con ello, de satisfacción de las necesidades
sociales, y al constituirse como contexto histórico específico del nacimiento de los
Derechos humanos y ciudada nía mundial en el marco de la pr oducción de capital
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Derechos Humanos, no puede haber forma de entender tales derechos sin ponerlos en
relación con él.
Así, nuestra propuesta no atañe tanto al estatus jurídico de los Derechos Humanos como
a su capacidad de incidir sobre el posible curso de los acontecimientos. Trataremos de
sostener que los Derechos Humanos se inscriben en la tendencia, que no puede sino ser
caracterizada como revolucionaria, hacia la conformación de una ciudadanía mundial
desarrollada. De cara a mantener esta posición dividiremos la argumentación en cinco
partes. La primera estará orientada a esbozar, de manera casi telegráfica, las principales
dinámicas que gobiernan el modo de producción capitalista. La segunda precisará,
tomando como base el desarrollo anterior, las diferentes expresiones que puede adquirir
el derecho en el Estado capitalista: veremos qué son y qué diferencias hay entre lo que
llamaremos (apropiándonos de las palabras de Marx) derechos “del hombre egoísta” y
derechos “del ciudadano”. Tras esto, en tercer lugar, y ahora que ya habremos expuesto
la perspectiva que seguimos, aterrizaremos en los Derechos Humanos tal y como hoy los
presenciamos para escudriñar su interior y buscar la potencialidad revolucionaria de la
que hablamos. El cuarto epígrafe pondrá en tela de juicio, desde el armazón teórico recién
desarrollado, las dos grandes aproximaciones a la temática que nos convoca: la
“tradicional” y la “crítica”. Por último, daremos algunas pinceladas sobre cómo la
llamada globalización interviene en la realización de las posibilidades que laten en los
Derechos Humanos.
2. Venturas y desventuras del hombre libre que lo es al producir mercancías
Mediante el propio acto de intercambio, el individuo, cada uno de ellos, se refleja a sí
mismo como sujeto exclusivo y dominante […]. Con ello está dada la libertad total del
individuo […]. El interés general es precisamente la generalidad de los intereses egoístas.
De modo que así como la forma económica, el intercambio, pone en todos los sentidos la
igualdad de los sujetos, el contenido o sustancia tanto individual como colectivo
pone la libertad (Marx, 1971, 1:183)
Los individuos, lo sabemos, no nacen libres. Al menos, no siempre lo han hecho: durante
largos periodos históricos una parte importante de los seres humanos vino al mundo como
esclava o sierva de otras personas. La libertad como condición social general no es, como
pensaba la economía política clásica, inherente al ser humano; es, antes bien, propia de
un tipo muy particular de sociedad en la que se ha ganado la “independencia personal”
obteniendo a cambio la “dependencia respecto a las cosas” (Marx, 1971, 1:85). En este

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