Derecho a una vivienda y Estado de Bienestar

AutorSofía Borgia Sorrosal
Cargo del AutorDoctora en Derecho Financiero y Tributario, Universidad Complutense de Madrid
Páginas105-146

Page 105

1. El Estado de Bienestar

La sociedad actual se halla inmersa en lo que se ha dado en llamar “Estado de Bienestar”. En esta situación, el Estado se ha convertido en el responsable directo de la prestación de una amplia serie de servicios públicos. La ejecución de todas estas prestaciones conlleva la utilización de una gran cantidad de recursos económicos, a cuyo sostenimiento debemos contribuir los ciudadanos con nuestros impuestos.

Encontramos en la doctrina numerosas definiciones del Estado de Bienestar. Moreno Fernández146 lo define como “un conjunto de instituciones públicas proveedoras de políticas sociales dirigidas a la mejora de las condiciones de vida y a promocionar la igualdad de oportunidades de los ciudadanos”. Por su parte, Rodríguez Cabrero147 dice que el Estado de Bienestar consiste en “la gestión institucional de las necesidades sociales”. Lo cierto es que el Estado se ha convertido en garante de un gran número de prestaciones sociales como son: las prestaciones por desempleo, viudedad e incapacidad laboral, prestación de servicios básicos como la sanidad, laPage 106 vivienda y la educación, actuaciones de integración social de los más necesitados, protección laboral y del medio ambiente, etc.

Ruiz-Huerta Carbonell148 señala que los objetivos perseguidos por el modelo de Estado de Bienestar que impera actualmente en Europa son los siguientes:

- La protección de los ciudadanos ante contingencias como la enfermedad o el desempleo.

- La redistribución de la renta para cubrir las necesidades de quienes tienen menos y mejorar así su calidad de vida.

- Garantizar a los ciudadanos un nivel de renta mínimo y adecuado a lo largo de toda su vida.

- La solución, mediante intervención, de determinadas situaciones que pueden producirse cuando los mecanismos tradicionales –como la familia– fallan, por ejemplo el caso de aquellas personas que necesitan asistencia y viven solas.

Martínez de Pisón149 explica que los antecedentes del Estado Social los encontramos en “las políticas sociales inauguradas en Alemania por Bismarck […]. Estas políticas se caracterizan por establecer unos incipientes sistemas de seguros para los trabajadores que les asegure una prestación en los casos de enfermedad, accidente y jubilación. Puede decirse que las medidas tomadas por Bismarck constituyen, de hecho, la creación de primitivos sistemas de protección social que, en realidad, no son sino concretos mecanismos de realización de los derechos sociales que serán plenamente desarrollados en el siglo posterior”.

La mayor parte de la doctrina fija el origen del Estado de Bienestar “en la Constitución Política de México de 1917. Tras ella vendrán la Constitución de Weimar de 1919, la política de la New Deal en EEUU, la experiencia de la República española a partir de 1931, el compromiso sueco o la política del Frente Popular en Francia”150.

Page 107

Terminada la Primera Guerra Mundial en Europa se empieza a hablar del “Estado Social de Derecho” que implica un respeto a los derechos inherentes al ser humano, como la dignidad de la persona. Pero será tras la Segunda Guerra Mundial cuando el Estado Social se consolide definitivamente151. Esta época se va a caracterizar por un gran crecimiento económico, fruto de la puesta en marcha de una política económica de mercado. Pero lo más característico es que gran parte de los beneficios que genera dicho crecimiento se van a invertir en políticas de carácter social que redundarán en el bienestar de los ciudadanos. El Estado adquiere, a partir de ese momento, el papel de protector de la sociedad y de los ciudadanos. Se acuña un concepto que lleva consigo la aparición de un Estado que garantice un orden de libertad y participaciones sociales. Sin embargo, en la crisis económica de los años setenta se pudo ver cómo, a pesar de lo que decía Keynes, podían crecer al mismo tiempo la inflación y el desempleo. Todo esto dio lugar al surgimiento de recelos que desencadenarían en una crisis respecto de las cualidades del Estado de Bienestar.

En España, durante la Dictadura de Primo de Ribera, ya se empezaron a llevar a cabo actuaciones de previsión social152. Sin embargo, nuestro país estaba viviendo una situación política muy diferente a la del resto de Europa y entre 1959 y 1967 se llevó a cabo el llamado Plan de Estabilización Económica. Con la implantación de este Plan España lograría el acceso a organismos como el Fondo Monetario Internacional y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Para suavizar los efectos del intento de estabilización económica en 1961 se creó el seguro de desempleo obligatorio y ya se había creado el Ministerio de la Vivienda, que implantó medidas tendentes a aumentar la oferta de vivienda social en las grandes ciudades.

Page 108

La aplicación del Plan de Estabilización dio resultados favorables, desde el punto de vista económico, que se tradujeron en una mejora de los sistemas de protección social y en la consolidación de los cimientos del llamado “Estado de Bienestar”, especialmente en lo relativo a los derechos de los trabajadores.

Durante la última etapa del régimen de Franco aumentó considerablemente el gasto social153, si bien estábamos muy lejos de las medias alcanzadas por el Resto de Europa.

En los años siguientes y en una recién instaurada democracia, más que introducir nuevos sistemas de protección social, en un primer momento lo que se hizo fue ampliar y universalizar la cobertura de los sistemas creados e instaurados durante el régimen de Franco. Después de una corta pero intensa andadura de la democracia, tras la transición política se puede decir que a finales del S.XX el Estado de Bienestar está totalmente implantado en España y se empieza a hablar de una posible crisis del mismo debido a factores como: el descenso de la natalidad y el aumento de la esperanza de vida, unidos a una demanda cada vez mayor, por parte de la población, de prestaciones sociales154.

Los recursos que recibe el Estado resultan insuficientes para hacer frente a los gastos derivados de la multitud de servicios y prestaciones sociales que ha generado el Estado de Bienestar, lo que lleva a los Estados a incurrir en déficit presupuestario155.

Los detractores del Estado de Bienestar argumentan que la carga fiscal asociada al mismo retrae la inversión y que el mantenimiento de un Estado tan proteccionista y garantista desincentiva el trabajo productivo. Ambas circunstancias unidas generan un freno del crecimiento económico y un aumento de la inflación156. Los detractores más liberales opinan que el Estado, lejos de solucionar y corregir los desajustes del mercado, lo quePage 109 hace es dificultar el buen funcionamiento del mismo y consecuentemente lo consideran responsable de las crisis económicas, del desempleo, la inflación, los problemas fiscales, etc.157.

Hay quienes opinan que el crecimiento del Estado era inevitable, por una parte, y deseable por otra. Estos autores argumentan que la única solución para los problemas, tanto sociales como económicos, a los que se han tenido que enfrentar las sociedades occidentales en el último siglo era la intervención del Estado. Sin embargo, nos encontramos en un momento en el que las necesidades, y por tanto las demandas que surgen al amparo del “Estado de Bienestar”, son cada vez más y no parece que, desde el punto de vista económico, dicha situación pueda sostenerse durante mucho tiempo158. Desde los años sesenta se ha producido un gran crecimiento del gasto público, especialmente del gasto social: educación, salud, vivienda, pensiones, jubilaciones, etc.

No se le puede negar al Estado de Bienestar un éxito rotundo en la solución de muchos problemas sociales y en la lucha por la igualdad de oportunidades. Sin embargo, el triunfo del Estado de Bienestar no ha significado la desaparición de todos los problemas sociales. El Estado debe garantizar el bienestar de sus ciudadanos interviniendo en el mercado, si es necesario159.

En este sentido, y ante una situación de crecimiento estatal que no parece tener límites, hay quien opina que el Estado no crece siempre como respuesta a las demandas sociales, sino que crece también debido a la dinámica del sistema burocrático que de forma inconsciente quiere ampliar su ámbito de competencia. Es decir, que de alguna forma el Estado genera sus propios problemas y necesidades para luego darles solución y extender su poder.

Una consecuencia inmediata y evidente de lo anterior es que la Administración, que no está sometida al mercado, se vuelve lenta, poco eficiente y por tanto no gestiona bien los recursos que le han entregado los ciudadanos para que preste todos esos servicios. Llegados a este punto quizá lo más lógico sea descargar en el Estado la responsabilidad última de que se presten una serie de servicios, pero sin que éstos tengan que ser directamente prestados por él. Se podría establecer un sistema indirecto de prestación dePage 110 los distintos servicios sociales que...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR