El Derecho del trabajo a mis 80 años, por Juan Antonio Sagardby Bengoechea
| Páginas | 261-262 |
Revista Derecho Social y Empresa nº 3, Julio 2015
ISSN: 2341-135X págs.261-262
RECENSIÓN
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Una vida de amistad alrededor de la norma laboral
Los Profesores Juan Antonio Sagardoy y Luis Enrique de la Villa son amigos
desde siempre. Su amistad se ha fraguado sobre una biografía académica que tiene
muchos paralelismos. Los dos accedieron a la Cátedra del Derecho del Trabajo
bajo el consejo y la sabiduría de su maestro, D. Gaspar Bayón, del que, según ellos
mismos cuentan, aprendieron derecho, pero también una forma de pensar y de
comportarse, que no es nueva pero a la que cuesta encontrar seguidores fieles, y
que se basa en el respeto al rigor científico en la interpretación del derecho, la
tolerancia, quizá también el aprecio por las ideas de los demás, por distintas que
sean de las propias o precisamente porque lo son y la austeridad en la forma de
vivir, que es una forma sublime de respeto a los demás.
Los dos autores cimentaron su amistad también en un camino poco transitado
al iniciar su andadura profesional: el de los profesores universitarios que son
capaces de aunar el rigor científico propio de su condición académica,y su fruto de
dedicación indeclinable a la transmisión del conocimiento a través de la enseñanza,
la investigación y la divulgación, con su intensa participación en el derecho vivo
del trabajo; el de quienes a través del ejercicio continuado de la abogacía toman el
derecho como instrumento de búsqueda de la justicia, en la forma que corresponde
a los abogados, defendiendo los legítimos intereses de sus clientes.
Y junto a vidas académicas y profesionales paralelas, Juan Antonio Sagardoy
y Luis Enrique de la Villa, como sabemos quienes hemos disfrutado y seguimos
haciéndolo de su maestría, directa y diariamente del primero y de forma
discontinua pero permanente a través de una enorme admiración por el segundo,
han sabido disfrutar de una amistad inquebrantable forjada en el entusiasmo común
por la vida, que sigue intacto a sus ochenta años, los de cada uno de ellos y los que
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