Introducción. La Democracia Industrial

AutorJavier Divar Garteiz-Aurrecoa
Páginas13-16

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Bajo el título generalista y parcial de «democracia industrial», al tomarse la parte por el todo en el momento en que la actividad industrial era la esencia misma de la actividad económica, vinieron acogiéndose un conjunto de posiciones doctrinales, prácticas empresariales, reivindicaciones sindicales y vacilantes medidas legislativas, que forman parte de conceptuaciones e intervenciones operativas de participación de los trabajadores en la empresa y en la política económica.

Pero la primera y fácil consecuencia que quien se acerque a estas doctrinas y experiencias deducirá, es la de encontrarse ante un totum revolutum que precisa de orden y sistematización. Incluso de clarificación de conceptos. Y aún todavía, de establecimiento de los basamentos, de las razones justificatorias, de las exigencias doctrinales de principio que avalen las posturas participativas.

En puridad, debe comenzarse por indicar que ni siquiera existen posiciones pacíficas sobre el propio contenido de la participación, que puede ir desde meras informaciones hasta situaciones de control por los representantes del personal; desde la intervención en decisiones meramente

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técnicas o de gestión concedidas por la gropia dirección empresarial, hasta la intervención de los trabajadores en órganos de vigilancia de la administración de la empresa, o, incluso, extenderse a la directa participación en ésta; en extremo puede suponer la integración de los trabajadores como socios de pleno derecho en la estructura societaria de las compañías mercantiles.

En suma, estamos ante un complejo y enmarañado tapiz de intervenciones,codecisiones, cofiscalizaciones, cotitularidades y copropiedades que hay que clarificar.

Dentro de esta materia se incorporan también, por no pocos expertos, las intervenciones sindicales en negociaciones y convenios, la participación en consejos públicos de relaciones laborales de consultoría económica y social, de negociaciones especíticas y concertaciones, hasta llegar a la cúspide de la participación en la política económica nacional.

Y para comenzar por el principio, debe aclararse (antes de entrar en formas y contenidos) la base nuclear en la que se asientan las filosofías sociales, económicas y jurídicas, de la participación de los trabajadores, desmenuzando la sustancia de la justicia social invocada, del derecho alegado, de la ética solicitada, de la utilidad sostenida.

Es preciso, en efecto, establecer primero la justificación causal...

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