Chuliá, Francisco Vicent: «Hacia la modernización del Derecho mercantil (1984-85)». Suplemento delCompendio Crítico de Derecho Mercantil. Valencia, septiembre 1985. Edición del nutor. impresa por la Cooperativa Artes Gráficas San José. Camino Viejo de Godella. s/n.. Godella (Valencia). 214 págs.

AutorJuan Manuel Rey Portolés
Páginas581-586

    CHULIÁ, FRANCISCO VICENT: «Hacia la modernización del Derecho mercantil (1984-85)». Suplemento del Compendio Crítico de Derecho Mercantil. Valencia, septiembre 1985. Edición del nutor. impresa por la Cooperativa Artes Gráficas San José. Camino Viejo de Godella. s/n.. Godella (Valencia). 214 págs.

Abrumador. Exhaustivo. De tal cabe calificar al libro cuya noticia traigo hoy a esta sección a la que no me asomaba desde mis tiempos de estudiante universitario, precisamente los mismos durante los que conocí a su autor, hoy prestigioso Catedrático de Derecho Mercantil en Page 582 la Universidad de Valencia. Ya entonces -finales de la década de los sesenta y principios de la siguiente- y en sus primeras experiencias docentes en el marco de la Cátedra regentada por Broseta Pont, pudimos apreciar los que nos beneficiábamos de aquéllas, las cualidades de laboriosidad y hondura que adornaban a aquel incipiente maestro de ideas avanzadas, el cual obstaculizaba nuestro natural deseo de abandonar de una vez las aulas «aplastándonos» literalmente con disquisiciones mil en torno a temas tan «amenos» como, por ejemplo, las alteraciones que en la prelación de créditos sobre el buque había introducido la Ley de Hipoteca Naval. Luego, el infatigable Profesor Vicent (Paco Vicent, como, debido a su llaneza, le parecía natural que le llamásemos) no ha consentido en disminuir el intenso ritmo que, desde que yo le conozco al menos, ha imprimido a su actividad de endósmosis-exósmosis jurídicas, ni por razón de acontecimientos personales o familiares, ni, como a veces ocurre, por razón de haber alcanzado pugnaz y merecidamente el último peldaño de la carrera docente. Nada, ni un respiro. Con una facundia sólo comparable a la de ciertos inmensos literatos, a un libro ha seguido otro, a un artículo media docena más, incluso cuando ya no era menester «pesarlos» ni sopesarlos por motivos de curriculum, demostración palmaria de que a Francisco Vicent le mueven ante todo las ideas, servidas por una férrea voluntad, más que una efímera (y por lo demás legítima) ambición de instalarse espléndidamente en la vida.

Pero no voy a ser tan pretencioso como para intentar analizar aquí y ahora la inmarcesible personalidad de Vicent, ni para polemizar sobre su concepción de disciplina tan crucial para el sistema como la que él imparte, ni siquiera como para situar éste, su último libro, dentro de su copiosa obra que me desborda temáticamente en mil extremos. Eso lo dejo para sus especializados colegas que ya le dedicaron diversas recensiones a su Compendio, a dos de las cuales llegó a referirse el propio Vicent en el «epílogo para esperanzados» de su tomo II. Mi propósito, como mi persona y luces, es más modesto. Sencillamente, cuando mi dilecto profesor in extremis tuvo la amabilidad de obsequiarme en mi Registro con un ejemplar dedicado del Suplemento y entreveré su actualizado y útil contenido, pensé en seguida, con su beneplácito, que la Revista del Colegio Nacional de los Registradores (y no sólo por la condición de Mercantiles de muchos de ellos) tenía que hacerse eco con premura de esa nueva aportación bibliográfica tan rabiosamente al día. Y eso es simpliciter lo que me propongo hacer en los párrafos que siguen, sin perderme, como digo, en antecedente o en trayectorias vitales para los que con doctores cuenta la Santa Madre Iglesia.

Afirmaba al principio que los epítetos que de inmediato afloran a los labios del lector son los de abrumador, exhaustivo y similares porque se siente uno desbordado por un torrente de información jurídica tal que de no conocer la génesis del libro, atribuiría instintivamente su contenido a un numeroso equipo de especialistas, o por lo menos, a una disciplinada escuela departamental a fin de no reconocer tanta distanciadora magnitud a la labor de un hombre solo. En ese sentido, la obra que comento, como ocurriera en su día con el Compendio al que se acopla, constituye una estupenda cura de humildad para los aplicadores normativos que a Page 583 veces creemos estar al día en disciplinas como el Derecho mercantil, muchas de cuyas instituciones son objeto de nuestro cotidiano quehacer.

Y es que me atrevería a hipotizar que Vicent...

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