Qué debe tener un Procedimiento Legislativo adecuado

AutorFernando Santaolalla López
Cargo del AutorLetrado de las Cortes Generales. Profesor Titular de Derecho Constitucional (excd.)
Páginas19-25

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En este sentido, podemos afirmar que estas exigencias mínimas son de dos tipos diferenciados y aun opuestos, pero de los cuales emana una situación de equilibrio.

Así, por un lado, se presentan las exigencias democráticas y, por otro, las funcionales. Las primeras se refieren, como fácilmente puede imaginarse, a la participación y a la representación; las segundas, a la agilidad y operatividad en la tramitación.

La experiencia demuestra que existe una tensión entre estos dos polos, de tal modo que un acomodo perfecto entre ellos resulta harto difícil. Las exigencias democráticas llevarían a aumentar las posibilidades de participación y discusión de los representantes parlamentarios. Desde esta perspectiva, toda medida legislativa podría ser sometida a un examen tan dilatado como se quisiese por estos representantes, sin limitación en los turnos de palabra y en la presentación de alternativas.

Pero es obvio que un sistema tan abierto y generoso como este sería antifuncional, pues las leyes, de llegar a aprobarse, lo harían probablemente tarde y mal.

Las leyes se aprueban para atender necesidades sociales, no son un puro divertimiento intelectual. Por tanto, su tramita-

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ción debe responder a unas exigencias funcionales que permitan su disponibilidad para el fin teórico que las justifica.

Desde un punto de vista político, no puede ignorarse que las leyes se deben a una voluntad mayoritaria, obtenida en las urnas. Por tanto, debe ser factible que esa voluntad popular se traduzca en la aprobación de las leyes prometidas. Un sistema participativo que arriesgase este resultado sería en sí mismo escasamente democrático, en cuanto inhibidor de la voluntad mayoritaria.

Pero también si se escogiese como criterio único la funcionalidad del procedimiento, podría llegarse a un resultado inaceptable, por antidemocrático. En aras de la pronta promulgación de las leyes, se cercenarían las posibilidades de participación de los parlamentarios. De hecho, el argumento empleado en las dictaduras para orillar al Parlamento es la supuesta conveniencia de prescindir de trámites y discusiones super-fluas. Entonces se ganaría mucho en funcionalidad, pero se perdería en democracia, algo descartable porque se parte de la consideración de que estamos tratando de procedimientos de una institución democrática.

Y si bien es cierto que la democracia implica que la mayoría acabe imponiendo su voluntad, también lo es que las minorías deben tener sus ocasiones para expresar sus críticas, posiciones y alternativas4.

La conclusión es que ambas exigencias deben estar presentes al abordar un tema como el presente. Dado que el equilibrio perfecto es imposible, debe buscarse al menos una combinación que permita la presencia reconocible de las dos, esto es, que en la realidad cotidiana comprobemos que tanto las exigencias democráticas como las funcionales están respetadas. El procedimiento legislativo, como cualquier otro parlamentario,

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debe ser...

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