Daños sociales y delitos estatal-corporativos en la crisis europea. Una lectura criminológica

AutorCamilo Ernesto Bernal Sarmiento
Páginas113-129

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En medio de una nueva crisis económica y financiera del capitalismo global surgida como consecuencia del colapso de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos en el año 2007 y su posterior contagio al resto de las economías mundiales, amplios sectores de la ciudadanía comunitaria y no comunitaria en el ámbito de los países denominados «PIGS» (Portugal, Italy, Grece and Spain) están viendo amenazadas su existencia actual y su futuro vital para las próximas décadas.

Una de las causas principales de esta zozobra colectiva proviene de la implementación acelerada de un conjunto de políticas y prácticas neoliberales de ajuste fiscal, recorte del gasto público, desmonte de derechos y privatización de los servicios públicos del Estado de bienestar que son ordenadas por algunas instituciones financieras internacionales (en adelante, IFI’s) como el Banco Central Europeo (BCE), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Comisión Europea (CE),2como respuesta a la crisis de la deuda pública de los PIGS, y sobre todo, a las presiones de los mercados financieros.

Estas políticas se han impuesto como verdaderos golpes de Estado y son una manifestación de la dictadura que tales mercados ejercen sobre algunas sociedades europeas y sus sistemas

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políticos (Bernal Sarmiento, et al., en este volumen). Su aplicación generalizada ha traído como consecuencia un aumento de la desigualdad social y un creciente sufrimiento de amplios sectores de la población de estos países que ha llegado incluso a la muerte de varias decenas de habitantes. No hay duda de que por la magnitud del daño social que masivamente ocasionan y por la extensión en el tiempo que tendrán sus consecuencias para la salud, la vida y el bienestar de los habitantes tales políticas pueden ser calificadas como criminales.

El presente texto ofrece una posible lectura criminológica, en clave teórica, acerca de los daños sociales y los delitos come-tidos por los mercados, las corporaciones, los Estados y las instituciones financieras internacionales.

Una distinción y dos preguntas

Una comprensión cabal de las circunstancias fácticas que motivaron la grave situación social que viven los habitantes de los PIGS depende la formulación de una distinción analítica entre dos contextos históricamente diferentes pero interrelacionados: 1) la producción de la crisis en la economía mundial y su posterior contagio a Europa, y 2) la implementación, por parte de los gobiernos de los PIGS, de las políticas de ajuste estructural que son impulsadas-ordenadas por la Troika.3Si se asume esta distinción es posible afirmar que tanto la crisis como las respuestas a la misma son la consecuencia de las decisiones políticas y económicas que, en cada contexto, tomaron las corporaciones transnacionales, los Estados y las Instituciones Financieras Internacionales en relación con los merca-

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dos financieros. Por lo tanto, las consecuencias lesivas —deseadas o no— de esas mismas decisiones también les son atribuibles. De este modo, es posible preguntarse ¿las corporaciones trasnacionales y los Estados ocasionaron daños sociales durante la producción del tsunami financiero que afecta a los PIGS? ¿Las políticas de ajuste estructural que han impulsado-ordenado las IFI’s y los gobiernos generaron también daños sociales4Como es obvio, las respuestas no son fáciles y plantean varios desafíos conceptuales y políticos que aquí solamente se dejarán planteados por falta de espacio y que implican un desarrollo más amplio en el futuro.

La perspectiva del daño social (social harm approach)

Un primer desafío está relacionado con la calificación de los daños producidos por las corporaciones transnacionales, los Estados y las IFIs. En el ámbito de las ciencias sociales son posibles distintas lecturas de estos daños, según sean analizados por la economía, la sociología, la salud pública o la ciencia política, pero quizás la más pertinente para el estudio que aquí se plantea proviene de la Zemiología (del griego, «zemia» que significa daño) o el enfoque criminológico del daño social (social harm approach) (Hillyard, et al., 2004, pp. 1, 276; Hillyard & Tombs, [2004] 2013).

Los estudios de esta corriente reciente de la criminología británica5han advertido que el derecho penal y la criminología siempre han tenido dificultades para denominar e investigar los daños sociales masivos producidos por las corporaciones y los Estados, y en tiempos más recientes, para investigar las conduc-

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tas criminógenas de los agentes económicos de la economía global, como las IFI’s. Estas dificultades se han convertido en tensiones teóricas y prácticas de gran calado que desafían a los propios sistemas de justicia penal (Hillyard y Tombs, 2013, p. 179; Tombs & Hillyard, 2004; Dorling, et al., [2005] 2008, pp. 88 y ss.; Hillyard & Tombs, 2007, pp. 12 y 13).

Es por ello que los estudiosos de esta línea de pensamiento han propuesto ir más allá del crimen y de la criminología para indagar el amplio espectro de eventos y condiciones, socialmente creadas, que afectan el bienestar de las personas durante su curso vital, y que ellos califican como daños sociales. Desde su perspectiva, deben investigarse «las actividades de Estados locales y nacionales, y de corporaciones que son perjudiciales para las personas, ya sea respecto de la falta de alimentos sanos, la vivienda o calefacción inadecuadas, los bajos ingresos, la exposición a varias formas del peligro, la violación de derechos humanos básicos, y la victimización frente a varias formas de crimen» (Hillyard & Tombs, 2013, p. 184; Hillyard & Tombs, 2007, pp. 17-18; Pemberton, 2007, p. 46).

Los investigadores proponen clasificar los daños sociales en físicos, sexuales, económicos-financieros, emocionales y psicológicos, y aquellos que afectan la seguridad cultural. Todos estos impactan no solo a los hombres y las mujeres como individuos, sino que también lesionan a las familias y sus comunidades. Los investigadores recuerdan además que estos daños no se distribuyen aleatoriamente y que recaen sobre personas de diferentes clases sociales, géneros, grados de capacidad física, grupos raciales y étnicos, edades, y preferencias sexuales, etc. Su impacto también es diferenciado, siendo más gravoso para los pobres, los jóvenes, y sobre todo las mujeres (Hillyard y Tombs, 2013, pp. 184-186; Hillyard & Tombs, 2007, pp. 17-18; Pantazis, 2004).

Particularmente, los daños económicos y financieros incluyen la pobreza, el desempleo y sus efectos personales y sociales, así como la pérdida de dinero en efectivo y de propiedades. Los criminólogos británicos advierten que esta es una subcategoría altamente problemática por cuando las sociedades capitalistas tienen como fuerza motora de su organización el principio de pérdida financiera. No obstante, advierten que los principales daños incluidos en esta categoría tienen que ver con «una variedad de formas de fraude, que incluye la venta fraudulenta de

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pensiones e hipotecas, la apropiación indebida de fondos por parte del gobierno, de empresas o de individuos privados, aumento de los precios de los bienes y servicios a través de la cartelización y los pactos de fijación de precios, y la redistribución de la riqueza y los ingresos de los más pobres a los más ricos con impuestos regresivos y políticas de bienestar» (Hillyard y Tombs, 2013, pp. 185-186; Hillyard y Tombs, 2007, p. 17).

Desde el punto de vista de la economía política los estudiosos de la zemiología han llamado la atención sobre los daños producidos por el sistema capitalista y el neoliberalismo, clasificándolos en cuatro grupos principales: 1) los daños producidos por la dinámica del mercado, 2) las desigualdades crecientes que esta forma de organización de la vida económica y social produce sistemáticamente, 3) los daños ocasionados por la producción y distribución de bienes y servicios, y finalmente, 4) los daños ocasionados por el consumo de bienes y servicios (Tombs y Hillyard, 2004, p. 44). Es claro, dicen los investigadores, que algunos de estos daños y desigualdades se producen «ya sea como resultado de la volatilidad los mercados internacionales de capital en donde la especulación monetaria crea estragos económicos dentro de los países, o por las exigencias de las instituciones como el FMI, el Banco Mundial o la Organización Mundial del Comercio». La característica clave de estos daños y desigualdades producidos sistemáticamente por los mercados y la globalización neoliberal es que son una consecuencia directa de la tolerancia de los Estados, que les permiten a las entidades mundiales no rendir cuentas, y a las empresas actuar de una manera relativamente libre. La desregulación estatal de los mercados y la falta de control sobre su funcionamiento, facilitaron, como mínimo, la producción de estos daños (Tombs y Hillyard, 2004, pp. 44-45).

Es evidente, a la luz de estos planteamientos teóricos que los habitantes de Portugal, Italia, Grecia y España son víctimas de daños sociales masivos de carácter económico, financiero y contra la seguridad cultural, los cuales son la consecuencia directa de la especulación financiera y de las políticas de ajuste estructural que están impulsando-ordenando el Banco Central Europeo (BCE), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Comisión Europea (CE).

Tales daños son cada vez más visibles: 1) un aumento de la desigualdad social que impacta de manera particularmente gravosa a los pobres, los inmigrantes no comunitarios, los jóvenes y

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las mujeres, 2) la pérdida de ingresos como consecuencia del crecimiento de las tasas paro, de la destrucción de puestos...

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