La cultura del emprendimiento. Principales políticas y acciones europeas atendiendo al aspecto educativo e innovador en las pymes

AutorTamara de la Torre Cruz
Páginas63-79
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CAPÍTULO 3. LA CULTURA DEL
EMPRENDIMIENTO. PRINCIPALES POLÍTICAS Y
ACCIONES EUROPEAS ATENDIENDO AL ASPECTO
EDUCATIVO E INNOVADOR EN LAS PYMEs
3.1. LA CULTURA DEL EMPRENDIMIENTO
La educabilidad es un proceso inherente y dinámico en la vida de los seres humanos
siendo la educación, por tanto, un medio para la transmisión de la cultura (García y
García 2012; Houssaye, 2003). Las diversas poblaciones, aunque son poseedoras de un
bagaje genético común se plantean diferentes opciones culturales pues solo de este modo
son viables (Cuche, 2002).
Aproximándonos al término, la cultura es lo que el hombre posee, lo que segrega, fruto
del espíritu humano y vehículo de relación y convivencia (Rovira, 1988).
Desde su visión antropológica apuntamos a que es un sistema inte grado de patrones
de conducta aprendidos (Espina, 1996) y desde una perspectiva fi losófi ca (García, 2007)
situamos la cultura en el entendi miento y el corazón de los individuos.
La cultura posee una dimensión tanto económica como social situada en el pensa-
miento y en las de actitudes tolerantes. Ha de estar abierta a los modos de creación, al
desarrollo de las diversas formas de asociación y organización para el logro de objetivos
sociales e individuales que satisfagan las necesidades dentro de un marco de crecimiento
socioeconómico nacional y global (Mejía, 2009).
La motivación emprendedora, en mayor o menor medida, ha estado presente a lo
largo de toda la historia de la humanidad y parece intensifi carse y fl orecer principalmente
en los períodos de globalización (Sastre, 2013).
En las últimas dos décadas, se ha evidenciado en el ambiente académico y empresarial
el auge del emprendimiento, con la participación de instituciones públicas, privadas y
sociales. El surgimiento de este campo de conocimiento puede atribuirse a varios fenó-
menos: de un lado, a la velocidad de los cambios tecnológicos, y de otro, al propio motor
del progreso humano (Martín y Picazo, 2008).
En la esfera académica, el emprendimiento ha sido califi cado como un campo emer-
gente, como una disciplina en etapa de construcción, viéndose refl ejado en un incremento
Tamara de la Torre, M. Isabel Luis, Carmen Palmero, María Del Camino Escolar, Alfredo Jiménez
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en la actualidad de publicaciones en las principales revistas científi cas de impacto (Julià,
2013; Lozano, 2013).
De otro lado, el emprendimiento constituye un fenómeno cultural que encierra
conductas, valores, creencias y modos de actuación, con la intencionalidad de generar
bienestar social en una comunidad; a su vez, la cultura constituye una variable importante,
tanto para el proceso de desarrollo de la idea emprendedora como para la acción o puesta
en marcha (Orrego, 2009).
La creación de espacios culturales asequibles a los sectores desfavorecidos puede crear
canales de integración inéditos, así como potenciar las formas de acceso al conocimiento
y las herramientas pertinentes que permitan la transformación de la realidad (Ballesteros,
2010).
La visión operativa del emprendimiento constituye una debilidad para la sociedad,
especialmente porque se ha mantenido la idea de que el rol social del emprendimiento es
la creación de riqueza y ello se debe a la preocupación por el contexto económico inestable
en el que nos vemos inmersos (Álvarez y Urbano, 2011). Sin percatarse que las destrezas
adquiridas desde etapas tempranas en torno a este fenómeno pueden extrapolarse a otros
tipos de empleos que puedan desarrollarse en el futuro.
El ser humano está dotado de múltiples habilidades y competencias que le permiten
desenvolverse en las diferentes áreas que componen la vida. Es capaz de ir adquiriendo
nuevos conocimientos, desarrollar nuevas aptitudes, modifi car y/o corregir lo que ya está
en la mente, para así ir creciendo en el aspecto mental, psicológico, emocional y físico
hasta sus últimos días.
No podemos eludir que, a lo largo de los últimos treinta años, es fácilmente consta-
table la creciente preocupación de economistas, sociólogos y pedagogos por explicar las
complejas interacciones entre educación y empleo (Sáez, 2000). Más cuando en 2012 el
número de desempleados asciende a más de 25 millones de personas. La tasa de desempleo
ha ascendido hasta el 10,6 % en la UE y el 11,6 % en la zona del euro. El desempleo de
larga duración está aumentando y casi uno de cada dos parados ha estado en paro desde
hace más de un año. La situación varía mucho en los distintos Estados miembros, y el
promedio de las tasas nacionales de desempleo oscilan entre menos del 5 % y más del 25
%. Los jóvenes se han visto especialmente afectados pero los efectos de la crisis también
se dejan sentir en otros grupos de edad incrementando su vulnerabilidad (Comisión
Europea, 2012).
A pesar de dicha preocupación se deben impulsar un conjunto de medidas para fo-
mentar el emprendimiento y la cultura empresarial (Documento marco de refl exión sobre
el emprendimiento y la innovación social, 2012) (Tabla 11).

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