Cuestiones teóricas y metodológicas
| Autor | Almudena Alameda Cuesta |
| Páginas | 41-46 |
Page 41
A lo largo de los apartados anteriores, nos hemos referido en varias ocasiones a una determinada noción de sujeto que vendría a ser el leitmotiv teórico de estas primeras tentativas investigadoras. Es imprescindible, por tanto, que nos detengamos ahora para intentar clarificar qué estamos entendiendo por sujeto y subjetividad, así como qué consecuencias metodológicas se siguen de este planteamiento. No obstante, estas notas deben entenderse como una propuesta preliminar, casi experimental, que necesariamente tendrá que adquirir mayor solidez y desarrollo, a partir de la revisión pormenorizada de la literatura y de su retroalimentación con el trabajo empírico.
Posiblemente, la primera cuestión que debemos aclarar es la diferencia entre sujeto e individuo. La tradicional separación entre individuo y sociedad impone, como todas las dicotomías, una serie de límites a diferentes niveles que terminan por convertirse en serias restricciones, si no en callejones sin salida, para el avance del conocimiento de las distintas disciplinas implicadas en la dicotomía en cuestión. La división individuo-sociedad opera, en primer lugar, como un poderoso limitante disciplinario, que define (y cierra) las fronteras entre las disciplinas centradas en el individuo (la medicina o la psicología, por ejemplo) y aquellas centradas en la sociedad (la antropología o la sociología) (Lahire 2005b). En segundo lugar, supone un considerable obstáculo teórico a la hora de dar cuenta de determinadas problemáticas, situadas en esos espacios fronterizos, difíciles de aprehender con las herramientas disciplinarias clásicas (lo que no deja de ser una considerable dificultad para los investigadores que deciden colocarse en esos márgenes), pero imprescindibles para comprender aspectos de uno y otro lado de la frontera; las problemáticas a las que aquí nos referimos serían un buen ejemplo de ello. La noción de sujeto que se propone trataría de superar esa distinción entre individuo y sociedad, con el fin de intentar esquivar esos limitantes disciplinares y teóricos. El sujeto al que nos referimos es social, intrínsecamente social, podríamos decir. Esta puntualización tiene que ver con nuestro distanciamiento de aquellas aproximaciones que consideran lo social como algo externo a los sujetos, que tienen en cuenta lo social únicamente como estructura que los contextualiza y sobredetermina, relacionándose con ellos sólo como causa generadora de algunas de sus cualidades o prácticas. El sujeto es social porque habita un espacio definido por una serie de condiciones objetivas, porque sostiene y es sostenido por una red de relaciones sociales, porque genera demandas que le vinculan al mundo social, pero también porque tiene conciencia de sí y es capaz de operar en términos de reflexividad respecto a las condiciones objetivas en las que está inmerso.
Page 42
Esto nos lleva a una segunda cuestión, la diferencia entre sujeto y agente social. El agente social es producto de procesos objetivos, tales como su trayectoria o posición social; estaría definido por los dos primeros porqués de los que hablábamos hace un momento. El agente social es intercambiable, al menos teóricamente, por otros agentes sociales definidos por similares trayectorias o condiciones objetivas de existencia. Los sujetos, en cambio, no pueden intercambiarse, no desde el momento que introducimos la idea de reflexividad. El agente social es lo que es (fruto de las condiciones objetivas en la que está inmerso); el sujeto es a quién afecta lo que es (Pazos 2003), y las formas en que es afectado, así como las prácticas que esa afectación genera, no son aprensibles desde una perspectiva exclusivamente objetivista. El sujeto se define por su relación reflexiva con lo social o, mejor dicho, por su relación reflexiva con las estructuras...
Para continuar leyendo
Solicita tu prueba