Crítica de libros

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Humedad y burocracia letal: las otras vidas de los otros

Diego Navarro Bonilla

Anna Funder.

Stasiland: Historias del otro lado del muro de Berlín. Trad. de Julia Osuna Aguilar, Madrid: Tempus, 2009.

Al leer este libro, resulta casi obligado anclar el recuerdo en la excelente La vida de los otros. La película, llevada a la pantalla por Florian Henckel von Donners en 2007, se convirtió pronto en un punto de inflexión inexcusable en lo que a representaciones contemporáneas de la represión y el control por medio de la información se refiere. Este libro de no ficción fue galardonado con varios prestigiosos premios internacionales como el Samuel Johnson de la BBC (2004) o el Index Freedom of Expression Awards. En él, la autora, graduada por las universidades de Sydney y Berlín, especialista en Derecho Internacional y relaciones públicas de una televisión alemana en Berlín, aborda el arduo (y me atrevo a calificar de doloroso) trabajo de seguir ahondando en la vida de otros muchos miles de alemanes del Este que, a buen seguro, verán reflejados sus dramáticos casos en la citada película, pero también en las 313 páginas de este libro. El hecho de encontrarse al frente del «Correo del espectador» de la cadena de televisión a donde le llegaban cientos de cartas y correos de telespectadores le ofreció un magnífico observatorio desde donde contemplar y evaluar el interés de los alemanes de finales del siglo XX por el drama del Este y los interrogantes de la reunificación.

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En todo caso, la recuperación de un buen puñado de historias de «los otros», historias del país que la autora encontró en 1996 «echado a perder», es el principal objetivo de este serio, agrio y, en muchas ocasiones, dramático descenso al color gris oscuro en que se convirtió la vida en la Alemania del Este, especialmente en ciudades contundentes como Berlín o Leipzig. Por cierto, en esta ciudad comenzó todo, el llamado Wende («cambio»), origen del movimiento pacífico de protesta y contestación al Régimen que acabaría en 1989 con la caída del Muro. Ex miembros de la Stasi como Christian (responsable en la «Villa de la Codificación» de cifrar las conversaciones personales captadas por los aparatos de escucha de la Stasi) o Herr Bock (profesor de la inquietante asignatura Spezialdisciplin —seguimiento, reclutamiento, captación, control, etc.) se ofrecieron para contar sus actividades, experiencias y sentimientos encontrados veinte años después. También registró las opiniones de personajes íntimamente vinculados al Régimen de la RDA, como la cabeza visible para millones de alemanes del aparato de propaganda, Karl Eduard Von Schnitzler, director del programa «El canal negro», en antena durante décadas. Esta recopilación, muy bien moldeada por el estilo de la autora, nada complaciente y llena de negrura, destila rabia y humedad por las calles, por los edificios y las construcciones pétreas, rotundas y grises de plazas y calles de cemento en ciudades diseñadas con nulo gusto estético, salvo para empequeñecer a los abrumados viandantes y recordarles a cada paso por las ciudades del Este quién gobernaba, controlaba y decidía sobre sus vidas. La Stasi fue sinónimo de Estado-Espía, el más perfeccionado, el más exhaustivo y letal de toda la Historia de la Humanidad. Exponentes de ese rigor, rayando el preciosismo en el control y la vigilancia masiva de todo un país, son las operaciones para descubrir diminutos tipos móviles de imprenta infantil utilizados para elaborar hojas clandestinas de oposición al Régimen o el procedimiento para la recogida y organización de la inmensa colección de frascos de cristal con muestras de olores corporales. Junto a ellos, la inexistencia de escrúpulos morales ni sanitarios, como cuando, en su obsesión por perfeccionar la eficiencia y eficacia de los procedimientos de control, seguimiento y vigilancia, irradiaron secretamente y sin ningún control partículas radiactivas sobre las ropas de decenas de sospechosos para poderlos controlar a distancia con medidores Geiger portátiles por todo el país.

Pese a que el muro cayó y todo el universo mantenido por los dos Erics (Honnecker y Mielke) se fue por la alcantarilla de la Historia Contemporá-Page 255nea, la persistencia de la memoria fue creciendo cada año. En este libro, la autora se adentra a través de las entrevistas mantenidas con los propios protagonistas de aquellos años infames en los procedimientos de interceptación del correo postal, en la colocación masiva de micrófonos que generaron kilómetros de cinta magnética, en la obtención de millones de fotografías de presuntos sospechosos. Episodios como la venta de disidentes al sector occidental o el masivo colapso de las destructoras de papel durante los dos meses siguientes a la caída del sistema comunista ofrecen aristas poco conocidas de aquel Régimen que agonizaba sin remedio. De todo ello da buena muestra el Museo de la Stasi en Berlín, uno de los numerosos lugares-memoria levantados por los alemanes a lo largo de los últimos setenta años de Historia para recordar barbaries, holocausto y horror cometidos en...

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