Crisis y transformación de las sociedades de consumo: de los modelos nacionales al modelo glocal

AutorFernando Conde/L. Enrique Alonso
Páginas19-25

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En medio de la aparente confusión de nuestro mundo misterioso, los individuos se hallan tan exactamente ajustados al sistema, y los sistemas tan ajustados entre sí y en relación al conjunto, que con sólo apartarse un instante el hombre se expone al terrible riesgo de perder su lugar para siempre. Como Wakefield, puede convertirse, por así decirlo, en el Paria del Universo

.

(Nathaniel Hawthorne. "Wakefield").

1. Introducción

En los umbrales de los años 90, la sociedad española alcanzó, en lo que respecta a su estructura de gasto y de consumo, pautas de comportamiento muy similares, prácticamente homologables, al resto de países y sociedades europeas y occidentales. Como revela la comparación de las estructuras de gasto en bienes y servicios de los distintos países europeos, la situación de la sociedad española se podría definir como la de una sociedad de consumo madura. De este modo, al final de los 80 se culminó en nuestro país el proceso de desarrollo de la «sociedad nacional de consumo de masas» 1 cuyas primeras piedras se pusieron en los no muy lejanos años 60, tras la puesta en marcha del Plan de Estabilización de 1959. Paradójicamente, la madurez de la sociedad de consumo española se ha alcanzado en unos momentos en los que todo parece indicar que se está gestando un nuevo modelo de consumo más dual, desarticulado y transacional en relación al más tradicional, integrado y nacional modelo de consumo de masas desarrollado hasta nuestros días. Nuevo y todavía incipiente modelo del que se pretenden describir en el presente artículo algunas de sus líneas de desarrollo 2.

2. La inflexión de los primeros años de la década de los 90

Los primeros años de la década de los 90, muy en particular los años 1993 y 1994, han significado fuertes procesos de crisis y de turbulencias en los que casi todos los indicadores de producción, de renta, de consumo y de expectativas económicas y sociales del conjunto de la sociedad española han experimentado una profunda inflexión con respecto a las tendencias observadas por dicho conjunto de indicadores a lo largo de los años 80 y de forma muy en especial en la segunda mitad de los años citados.

La segunda mitad de los 80, como resultado entre otros factores del proceso de integración de España en el resto de Europa Occidental, significaron un profundo cambio y salto adelante del conjunto de la economía y de la sociedad española de forma que en tan sólo cinco años recuperó 10 puntos de retraso con respecto al P.I.B. medio europeo. Así, y según Eurostat, el P.I.B. español pasó de representar un 70,4% de la media europea en 1985 a representar en 80,5% en 1990. Sin embargo, pese a la fuerte crisis que ha sacudido durante estos años atrás a las economías europeo-occidentales, desde dicha fecha se ha observado una cierta caída de la tasa del P.I.B. español con respecto a la media europea hasta alcanzar algo menos del 79% en 1993. Caída muy significativa no tanto por su valor absoluto sino por lo que evidencia de inflexión con respecto a la evolución de los cinco años anteriores 3.

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Algo parecido ocurrió con lo que se viene denominando «indicadores subjetivos» de los consumidores. Conjunto de indicadores que tras el amplio optimismo de la segunda mitad de los años 80, han expresado un fuerte y permanente pesimismo. Fuerte pesimismo que, como no podía ser menos, se ha traducido en un estancamiento del consumo cuando no en un crecimiento negativo desde finales de 1992 como puede observarse en los indicadores de consumo privado (-2,0% en 1993 y +0,9% en 1994) según la Encuesta Continua de Presupuestos Familiares (INE).

En el marco del cambio de tendencias muy brevemente descrito en los párrafos anteriores, el año 1994 quedará marcado, según palabras del Informe del Banco de España recogidas en El País (4 de Febrero de 1995), como el año «en que se consolidó la recuperación cíclica de la economía española, cuyos primeros síntomas se percibieron en la segunda mitad de 1993». Sin embargo, pese a esta recuperación macroeconó-mica avalada por muy distintos indicadores, defendida por la gran mayoría de analistas y expertos independientes y propagada de forma reiterada por los más diferentes portavoces gubernamentales, casi todos los indicadores, los análisis y los analistas vienen a coincidir también en que la citada recuperación macro-económica no ha sido asociada a una recuperación de la demanda interna, no ha generado ni ha repercutido hasta ahora, pese al tiempo transcurrido, en un incremento significativo de las tasas de consumo privado sino que, por el contrario, en 1994 y 1995 se ha profundizado la contracción del gasto de los consumidores y de los hogares españoles 4.

3. Tras la coyuntura, ¿un cambio de estructura y modelo?

La diferencia entre la recuperación macroeco-nómica y sus efectos microeconómicos en el restablecimiento de la confianza de las familias y en el incremento de los gastos de consumo tiende a ser analizada de forma mayoritaria en base distinto tipo de explicaciones «psicologistas» basadas, de una u otra forma, en lo que algunos denominan período de inadvertencia o de «latencia». Es decir, en la «teóricamente» necesaria existencia de un período de tiempo para que la conciencia «subjetiva» de las familias perciba y actúe en consecuencia con respecto a los citados indicadores «objetivos» más macro. Desde nuestro punto de vista, este tipo de explicaciones «psicologistas» conformarían un tipo de hipótesis interpretativa del actual modelo de salida de la crisis que tiende a resaltar la continuidad básica y lineal de la actual situación y modelo de desarrollo económico y social con respecto al modelo vigente en nuestro pasado más o menos inmediato. Es decir, según esta hipótesis el actual proceso de macro-recuperación sería muy similar al de otras crisis experimentadas en el pasado. Más aún el actual proceso de recuperación macroeconómica sería incluso más sano y ventajoso que en anteriores crisis ya que, según esta interpretación, la no recuperación del consumo y de la demanda interna permitiría ir corrigiendo ciertos desequilibrios básicos de la economía española.

Sin embargo, muchos y muy diversos indicadores sugieren el desarrollo de otra hipótesis, de otro modelo explicativo del citado «gap» que apunta en una dirección muy distinta a la citada. En efecto, parecería que frente a los modelos más clásicos de recuperación económica en los que tras la recuperación de los índices macro se recuperan en una especie de proceso encadenado los índices micro y de forma muy notoria el consumo familiar 5, el actual modelo de macro-recuperación de la crisis parece expresar que, bajo y/o junto a esta posible recuperación, a lo largo de los últimos años se ha ido gestando un cambio radical en el modelo económico social y de consumo de las sociedades europeas y occidentales. Expresado de una forma muy gráfica y esquemática, y utilizando la conocida figura de la locomotora tan usada a lo largo de las décadas anteriores, podríamos decir que mientras en las crisis que se producían en el seno del anterior modelo de desarrollo existía siempre una especie de locomotora (ya fuera un país, un sector industrial, etc.,) que tiraba del conjunto del tren y que conseguía que la totalidad de los vagones se pusiesen en marcha, en el actual modelo de desarrollo que parece apuntarse existirían varios trenes y varias vías de modo que el hecho de que una locomotora (por ejemplo, la pujante industria de las telecomunicaciones) tire de uno de los trenes no implica necesariamente que el conjunto de vagones del resto de los trenes -situados ahora en otras vías- se ponganPage 14 poco a poco e igualmente en marcha. Es decir, el conjunto de transformaciones operadas a lo largo de los últimos años ha tenido como uno de sus efectos fundamentales debilitar, cuando no romper de lleno en algunos aspectos, el tradicional espacio nacional tanto en lo que se refiere al papel del Estado como en lo que se refiere al propio papel del mercado. De esta forma, los procesos de posible recuperación económica se producirían a nivel glocal 6 atravesando las distintas naciones que de una forma más nacional e integrada. O lo que es lo mismo, el espacio económico, social y de consumo tradicionalmente integrado en términos nacionales se habría dividido, se estaría desarticulando en varios espacios con sus reglas de juego y ritmos parciales 7. Y es este conjunto de procesos de desarticulación de los espacios tradicionales, esta ruptura incipiente de los clásicos modelos occidentales (pleno empleo, estado del bienestar, consumo de masas, etc.) con las elevadas dosis de inseguridad e...

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