Crédito hipotecario y economía triguera

AutorManuel Villares Picó
CargoRegistrador de la Propiedad
Páginas270-281

Page 270

Consideraciones generales

Se puede decir, en términos generales, que la producción media de trigo en España es la necesaria y suficiente para el abastecimiento nacional, es decir, que España, normalmente, no necesita importar ni puede exportar trigo, y, por tanto, el Estado, para evitar la competencia del trigo extranjero y defender la producción nacional prohibe las importaciones. Como consecuencia de ello la libre concurrencia en el mercado nacional triguero da lugar a la fluctuación de precios durante el año. Hay precios bajos cuando predomina la oferta que hacen los labradores que necesitan vender sus cosechas tan pronto como las recolectan porque no tienen dinero ni crédito para obtenerlo, y sucede en los meses siguientes a la recolección. Hay precios altos cuando los compradores de trigo tienen que solicitar la venta de los productores fuertes, que pueden esperar desahogadamente a la mejor ocasión del alza, que suele ser en los meses de primavera. Los pequeños productores, pues, venden por precios bajos, y los productores pudientes venden por precios altos. El consumidor no se aprovecha de estas bajas porque, siendo el comercio del trigo cerrado, la oferta y la demanda, sin actuar al mismo tiempo iguales, sin embargo, en el plazo de producción se compensan, se neutralizan. ¿ Y quiénes se aprovechan, pues, si no es el consumidor, de estas bajas y alzas?

  1. Los productores y rentistas de trigo que tienen capacidad económica para esperar la venta más favorable.

  2. Los intermediarios y especuladores que almacenan trigoPage 271 comprado por precios bajos para realizarlo luego en tiempo de demanda.

El Estado, queriendo proteger a los pequeños productores y al consumidor, intervino en el mercado triguero estableciendo la tasa, en el trigo, para bien del productor, y en el pan, en pro del consumidor. Pero el Estado, con su proteccionismo, interviene a veces con desacierto por fundarse en datos estadísticos que, si en los demás órdenes no se aproximan a la realidad, en la economía triguera están mucho más lejos. Y así, a veces, en los últimos meses del plazo de producción, los tenedores de trigo, aun habiendo precios altos en el mercado, no responden a la demanda, esperando todavía a mayor especulación, y en tal caso los compradores de trigo, o tienen que pagar éste a precios muy elevados, que satisfagan a los especuladores, o se ven en la conveniencia de persuadir al Estado de que no hay existencias en el mercado bastantes para el abastecimiento de la nación y que es preciso importar trigo. Se le convence al Estado con números estadísticos diciéndole, por ejemplo, que en España se consumen al año 40 millones de quintales métricos de trigo y que como en el último año se han producido tan sólo 38 millones de quintales, hay un déficit de dos millones de quintales que deben ser importados. Cómo se manejan los números. Sólo la imaginación numérica de los calculistas puede decir el número de quintales que se han producido. Pero el Estado, ante este argumento matemático, accede a las importaciones sin querer darse cuenta de que en poder de los especuladores hay existencias suficientes para el consumo nacional hasta la nueva cosecha, y que luego, admitida la importación, esos remanentes, unidos a la nueva cosecha, vienen a proporcionar necesariamente una congestión en el mercado triguero del año siguiente; y esto no importaría si los perjuicios hubieran de sufrirlos sólo los especuladores, pero las consecuencias caen, principalmente, sobre los pequeños productores, que tienen que sufrir, como siempre, la depreciación.

De modo que al lado de la culpa de los Gobiernos que permiten las importaciones está siempre la culpa latente de los productores fuertes y de los agiotistas, por su excesivo afán de un lucro que generalmente se obtiene sobre la presión de la necesidad o miseria empapada en el sudor de los pequeños productores, que, sien-Page 272do éstos tantos, presentan una desbordante oferta del 50 por 100 de la producción, que es la causa de la depreciación.

El Estado intentó, con buena voluntad, defender a estos pequeños productores con el régimen de tasa del trigo, pero la tasa se infringía porque los mismos pequeños productores se hacían cómplices de sus perjuicios y de los buenos negocios de los especuladores, y entonces el Estado se ha decidido a intervenir en la venta del trigo. Lo hizo primero, suavemente, y en 1930 se mandó que los vendedores dieran cuenta de las ventas en los Ayuntamientos respectivos; en 1931 se intervenía en las ventas por medio de las Comisiones municipales de policía rural y se ordenó que se expidiesen guías para la circulación del trigo; en 1932 se crearon las Juntas locales de tenedores de trigo para que interviniesen en las compraventas y procurasen la realidad de la tasa, pero la tasa se seguía infringiendo. En 1934 se crearon las Juntas locales de Contratación para que formalizasen ellas mismas las operaciones de venta y presenciasen la entrega de los precios; más tarde, en el mismo año, se crearon las Juntas comarcales, que intensificaron más la intervención hasta la desesperación de los labradores, que creen que este intervencionismo contribuyó al atasco en el mercado triguero; y luego, en Septiembre último, fueron sustituidas estas Juntas comarcales por el Comité provincial regulador del mercado triguero. Tanta intervención y tanta traba, nacidas de teorías y ensayos bien intencionados, pero que en la práctica resultaron ineficaces, si no funestos, a más de no impedir que la tasa se siga infringiendo, han contribuido, en gran parte, a la desesperación y al escepticismo ique existe en los labradores, que creen y ven que ha sido peor el remedio que la enfermedad, y que piden a voces que se restablezca el comercio libre del trigo. Se oye decir esto a todos, y se ha visto reflejado en la última y reciente Asamblea celebrada por los representantes de las Cámaras agrícolas, en la que se ha propugnado nada menos que la rebeldía contra las leyes que atan al labrador en la venta...

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