Coyuntura económica, empleo y concertación

AutorJosep Maria Rañé
Cargo del AutorPresidente del Consell de Treball, Econòmic i Social de Catalunya
Páginas415-438

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Trataré de analizar en qué coyuntura económica nos encontramos y qué nos ha traído hasta aquí, pues difícilmente se puede encontrar una salida a un problema si no se ha determinado qué hay detrás de él.

También les quiero hablar del empleo y de su falta, el paro. Pero también de la tipología de los empleos que necesitaremos para salir de la crisis una vez estemos fuera de ella.

Y por último, una breve reflexión sobre la concertación social. Partiendo de la premisa de que ha sido uno -no el único, pero sí muy importante- de los mecanismos que la sociedad ha utilizado para gestionar la situación económica, tanto en los períodos de crisis como en los de bonanza.

También trataré de extraer alguna enseñanza de toda esa experiencia, que sea apli-cable a la situación actual, no mediante una traslación acrítica y atemporal, sino haciendo todo lo contrario. Trataré de determinar cuáles de aquellos conceptos y experiencias continúan siendo válidos y cuáles ya no lo son. Estos últimos, aunque fueron muy útiles en muchos casos, han agotado su dinamismo reformador debido a su contribución a la superación de la situación anterior y a que nos situaron colectivamente en un estadio económico, social y político diferente y mejor.

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1 Estamos en crisis, pero saldremos adelante

La primera afi rmación que quiero hacer, es que estamos en crisis. Evidentemente esta afi rmación no está hecha para quedar bien con la organización de las jornadas, que las han titulado "Crisis y empleo", sino porque los datos objetivos y la percepción subjetiva así nos lo demuestran. Ahora bien, no es la primera vez que hemos sufrido una crisis económica, ni tal vez será la última, pero como ha sucedido las otras veces de esta crisis también saldremos adelante.

Las cuestiones que nos planteamos, como siempre, son dos: "¿Cómo saldremos?" y "¿Cuando saldremos?".

En cuanto al "¿Cómo saldremos?" La pregunta es pertinente, tanto si hace referencia a la forma de salir, como a cuál será nuestra posición, una vez se hayamos salido de ella.

Esa respuesta al "¿Cómo saldremos?" no es única, ni está predeterminada, dependerá de lo que hagamos para salir. Es decir, saldremos mejor o peor, más rápidamente o más lentamente, dependiendo de lo que seamos capaces de hacer. En suma, dependerá de la capacidad que tenga el conjunto de la sociedad para ajustar las actuaciones a las necesidades existentes y a las posibilidades de llevarlas adelante.

Para concretar el "¿Cuándo saldremos?" primero, parece necesario concretar si hablamos de la economía o de las personas.

Si lo hacemos desde una perspectiva exclusivamente económica parecería que en este momento ya estamos saliendo. El crecimiento del PIB del tercer trimestre de 2009 fue del -0,3%, respecto al trimestre anterior, después de venir de una tasa negativa del -1,6% en el primer trimestre.

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Pero no creo que podamos hablar con propiedad de una verdadera salida de la crisis hasta que no estemos en una fase de creación neta de empleo. Y para que eso se produzca se necesita que:

· Se haya superado la crisis fi nanciera internacional

· Se haya estabilizado el sistema crediticio español

· Se haya recuperado una tasa de crecimiento positivo sufi ciente.

Si nos atenemos a estos condicionantes, entonces, las previsiones que sitúan el inicio de la creación de empleo neto (el verdadero comienzo de la salida de la crisis) en el segundo semestre del año 2010 parecen las más plausibles. Decía antes que no es la primera vez que hemos estado en crisis.

Si abrimos el foco y nos distanciamos de la coyuntura actual podemos observar que en nuestra historia inmediata, desde que recuperamos la democracia hasta ahora (1977-2009), hemos atravesado períodos donde variables macroeconómicas como el crecimiento, el empleo, el paro, o el IPC, tenían dimensiones y tendencias tan, o más, preocupantes que las que hoy estamos viviendo o padeciendo, y de todas esas situaciones hemos salido.

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Al observar la evolución en el tiempo de estas variables destacan como hechos relevantes:

· Que, anteriormente, solo en dos ocasiones se ha producido un decrecimiento en términos anuales de nuestra economía. En el año 1981, con un -0,1%, y en el año

Al observar la evolución en el tiempo de estas variables destacan como hechos relevantes:

· Que, anteriormente, sólo en dos ocasiones se ha producido un decrecimiento en términos anuales de nuestra economía. En el año 1981, con un -0 '1%, y en el año

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1993 con un -1%. En ningún caso la depresión económica ha tenido la dimensión que ahora estamos viviendo, del -4%.

· Las altas tasas de inflación con las que hemos convivido, que sólo se moderaron de forma importante como resultado de una política monetarista y después de la adopción del euro como moneda única.

· El fuerte incremento de la productividad de la mano de obra ocupada hasta entrados los años 90. Este fenómeno hizo compatible la caída sostenida del empleo (1977-1985) a pesar de los crecimientos económicos, o que un crecimiento del 25% del PIB, en el periodo 1986-1991, sólo supusiera una reducción de la tasa de paro en 4 puntos, para dejarla en el 16’9%. Para comprender mejor ese proceso, se hace imprescindible añadir que esa resistencia a la reducción del desempleo es debida también al fuerte incremento en aquella época de la población activa, especialmente de las mujeres, las cuáles buscando incorporarse al empleo pasaron a incorporarse, primero, al paro.

· El período de crecimiento ininterrumpido de los 14 años (1993-2007) anteriores a esta crisis, que permitieron reducir en 15 puntos la tasa de desempleo, desde la cota máxima del 23’9% al que se había alzado en 1993, fruto de una crisis financiera global.

· La rápida y profunda pérdida de empleo que se produce en el periodo actual (2008-2009).

En este cuadro son visibles los ítems de algunas de las situaciones en momentos claves de este período.

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Fuente: Datos EPA. Instituto Nacional de Estadística. INE Elaboración propia

Por ello, pueden comprobar que cuando afirmaba que saldríamos adelante, lo hacía basándome en la experiencia empírica de haber vivido y superado situaciones mucho peores.

Situaciones donde la tasa de empleo (población ocupada / población activa mayor de 16 años) era 10 puntos inferior al actual y la tasa de desempleo (población desempleada / población activa) superaba en casi 4 puntos o 6 puntos la actual.

Esas tasas significan que en España en 1993 había 3,8 millones de personas desempleadas y trabajaban 12,2 millones. Ahora hay 4,2 millones de personas desempleadas y trabajan 18,8 millones.

Es decir, en términos absolutos, hay 400.000 personas más en paro contra 6.600.000 más trabajando.

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1. 1 Papel y evolución de la concertación social

Como anunciaba al principio de mi intervención, considero que la concertación social históricamente ha sido uno de los instrumentos -no el único, pero sí de los de mayor trascendencia- para atender los requerimientos que la situación socioeconómica y política planteaba en cada momento.

Ahora bien, la concertación social se ha expresado mediante dos tipologías de acuerdos diferentes: el diálogo social y la negociación colectiva, que a veces se han producido de forma completaría (ambos tipos de acuerdos al unísono) y otras veces de forma alternativa (sólo uno de ellos).

En un intento de sistematización conceptual, quisiera que pudiéramos convenir la definición de cada uno de ellos, entendiendo como:

· Diálogo social, el acuerdo o pacto de carácter tripartito (gobierno, organizaciones empresariales y sindicales) sobre políticas o normativas cuya responsabilidad recae sobre el Gobierno.

· Negociación colectiva, el acuerdo o pacto de carácter bilateral (organizaciones empresariales y sindicales) desarrollado en el ejercicio de la autonomía de las partes sobre materias de ámbito laboral y socioeconómico que mayoritariamente dependen de ellas, mediante convenios o acuerdos marco.

Los Pactos de la Moncloa (1977) son el primer antecedente de concertación social con

contenido socioeconómico, con ellos se buscaba encarar la superación de la difícil situación socioeconómica ofreciendo un marco estable en un contexto de inestabilidad política y, al mismo tiempo, sentar unas buenas bases para la integración social, política y económica en Europa. Sin embargo, en estricta puridad fue un pacto político más que un pacto social, pues lo suscribieron los partidos políticos sin el concurso de organizaciones sindicales y empresariales.

Los acuerdos tripartitos, aunque gozan de un gran predicamento, han sido escasos a lo largo de este periodo que va desde la recuperación de la democracia hasta la actualidad y bien podríamos diferenciar según su finalidad en dos tipos:

· Los formulados para gestionar la crisis. De este tipo de acuerdos forma parte: el Acuerdo Nacional para el Empleo ANE (1983) o el Acuerdo Económico y Social AES (1985-1986), ambos orientados a hacer frente a la recomposición del tejido productivo, la adecuación de las relaciones...

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