Coordinación de la ciencia y el gobierno europeos

AutorCésar Nombela Cano
CargoPresidente del CSIC

La importancia de la investigación científica y tecnológica para el desarrollo económico y social es evidente para la mayoría de los países desarrollados. A diario se puede observar la contribución del progreso científico al desarrollo y al bienestar de los ciudadanos. En el siglo XXI, la influencia del conocimiento sobre la vida cotidiana en nuestra sociedad será mucho más profunda que en el pasado.

La contribución de Europa a esta sociedad basada en el conocimiento ha sido muy importante y continúa siéndolo hoy día. La producción científica de la Unión Europea, en el periodo 1993-1997 supuso el 35 % del total mundial, cifra comparable a la de Estados Unidos (37,4 %) y cuatro veces superior a la de Japón (8,7 %). La revolución de los nuevos descubrimientos científicos y tecnológicos está afectando a todos los aspectos de nuestra vida y puede dar lugar a cambios en la percepción ética de los problemas y a la aparición de conflictos que exijan soluciones legales.

Un problema capital en la sociedad basada en el conocimiento es el de la construcción de una Europa futura, basada en ideas, criterios éticos y soluciones legales comunes

El problema es, por tanto, fundamental para la construcción de una Europa futura, basada en ideas, criterios éticos y soluciones legales comunes. La cooperación internacional europea es vital para lograr un sólido sistema de referencia científica que contribuya a la construcción de Europa. Dicho sistema debería abarcar los aspectos siguientes:

La rápida detección de los avances en el conocimiento, cuyas consecuencias puedan afectar a la sociedad europea.

La detección de riesgos y la rápida reacción frente a situaciones de emergencia, basadas en sólidos conocimientos científicos.

Estudios prospectivos que contribuyan a determinar las necesidades futuras del sistema científico y tecnológico europeo.

Examen de las posibles consecuencias, positivas y negativas, del progreso científico.

Recomendación a los gobiernos de soluciones legales que puedan ser necesarias en cada caso.

La cuestión estriba en cómo organizar la ciencia europea de modo que pueda asesorar a los políticos y contribuir a la adaptación de la política europea a un panorama social cambiante, a través de un sólido sistema de referencia

La cuestión estriba en cómo organizar la ciencia europea de modo que pueda asesorar a los políticos y contribuir a la adaptación de la política europea a un panorama social cambiante, a través de un sólido sistema de referencia. Otro aspecto a considerar es el establecimiento de un mecanismo adecuado de contacto entre la ciencia europea y la opinión pública, a fin de contrarrestar posibles campañas irresponsables, que predispongan a la opinión pública en contra de ciertos avances tecnológicos.

Para contribuir a la organización de este sistema de referencia europeo, que conecte a los distintos estados miembros, se pueden emprender algunas acciones a corto y medio plazo.

Un instrumento importante para la creación de un sistema de referencia científico y tecnológico común europeo sería la creación de redes de centros con contextos culturales diferentes

Entre las acciones a corto plazo, una opción importante como instrumento para la creación de un sistema de referencia científico y tecnológico común europeo consistiría en establecer redes de centros con contextos culturales diferentes. Estas redes se establecerían no sólo entre centros que aportasen su experiencia sobre temas específicos o realizasen estudios prospectivos multinacionales, sino también entre centros de distintas especialidades que pudieran crear la base experimental para implantar nuevas tecnologías y nuevas normas y para la evaluación de riesgos. La necesidad del asesoramiento de expertos y de los estudios prospectivos hace que esta conexión sea esencial, debido a la diversidad cultural de Europa. La cooperación multilateral y la descentralización permitirían alcanzar soluciones aceptables para todos los países de la UE.

La creación de redes de centros de investigación ofrecería otra ventaja adicional: alcanzar la masa crítica necesaria, que sería inaccesible para los países individuales, bien a causa del elevado coste, bien porque se necesite una investigación multidisciplinar. En este último caso, la incorporación de equipos de investigación de varios países garantizaría la presencia de los mejores grupos europeos del área en cuestión; ello permitiría tener en cuenta circunstancias variables y, así, optimizar la actividad y crear valor añadido real europeo.

Otra importante acción que podría emprenderse a corto o medio plazo sería la creación de un banco de datos de expertos y especialidades en los centros europeos. Ello permitiría la rápida movilización de los recursos humanos disponibles en Europa cuando surja una situación de emergencia o un riesgo para la sociedad europea al que haya que hacer frente con urgencia. Esta acción exigiría definir un estándar común de excelencia científica y tecnológica, probablemente mediante la creación de un sistema europeo de evaluación científica y tecnológica.

A largo plazo, una actividad importante sería intensificar la formación científica de los jóvenes, tema fundamental para la futura construcción de una sociedad basada en el conocimiento y para promover la interacción entre el sistema científico y tecnológico, la sociedad europea y los responsables de las decisiones políticas en Europa. Es esencial que la sociedad sea consciente del papel crucial de la ciencia y la tecnología en el desarrollo de los países y en el bienestar de sus ciudadanos, si se quiere que dicha sociedad comprenda las decisiones políticas que conducen a la asignación de los recursos económicos y humanos. También es vital inyectar los conceptos de ciencia y tecnología en el medio cultural de quienes han de tomar las decisiones políticas. Por tanto, estoy claramente a favor de la idea de organizar encuentros a nivel europeo, para concienciar a los educadores sobre estos temas.

Otra acción importante sería la creación de un banco de datos de expertos y especialidades en los centros europeos, que permitiese la rápida movilización de recursos humanos en situaciones de crisis

La Comisión Europea ocupa una posición privilegiada para coordinar estas acciones. El Centro Común de Investigación (JRC) puede desempeñar un papel clave en esta coordinación, actuando como intermediario entre la Comisión, los organismos de investigación y la sociedad europea. El JRC dispone de los conocimientos y de la experiencia necesarios para esta labor de coordinación, mientras que la Comisión sería el órgano que abordaría los temas políticos.

Los organismos de investigación europeos, tales como el CSIC, participarían en esta coordinación, asesorando sobre temas relacionados con sus objetivos y sus capacidades en investigación. El CSIC posee también amplia experiencia en materia de cooperación, como lo demuestran los siguientes ejemplos:

Su importante participación en los Programas Marco de la Unión Europea.

Su colaboración con terceros países, en especial con los de América Latina.

Sus actividades de cooperación bilateral con los países de la Unión Europea y con los de Europa Oriental.

Estas actividades, junto con su presencia en todas las comunidades autónomas de España refuerzan su posible papel en el sistema de referencia científico europeo.

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Contacto

Prof. César Nombela Cano, Presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), España

Tel.: +34 91 585 50 54, fax: +34 91 585 50 53, correo electrónico: Nombela@orgc.csic.es

Sobre el autor

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César Nombela Cano es presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) desde 1996. Tras obtener el grado de doctor en la Universidad de Salamanca, trabajó en la Universidad de Nueva York, en el Instituto Roche de Biología Molecular (Nueva Jersey, EE.UU.) y en la Universidad de Nottingham, incorporándose después al Departamento de Microbiología de la Universidad Complutense de Madrid. Ha sido presidente de la Sociedad Española de Microbiología, de la Federación de Sociedades Europeas de Microbiología y del Consejo Nacional de Especialidades Farmacéuticas. Dirige la revista "Microbiología" y es presidente de la Fundación Carmen y Severo Ochoa.

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