La controversia de Valladolid

AutorColegio Provincial de Abogados de Cádiz
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Aunque la Corona de Castilla había declarado vasallos libres a todos los indios del Nuevo Mundo en 1500, tres años más tarde se establecieron las primeras encomiendas -básicamente, una institución que consistía en repartir a los nativos entre los españoles para que trabajasen casi como esclavos a cambio de ser instruidos en la fe cristiana- y los indios taínos fueron diezmados hasta el punto de que, en apenas 20 años, su población se redujo un 85% a causa de las nuevas enfermedades que llevaron los colonizadores a América, el maltrato en las minas y el alto índice de suicidios.

Como todos los dominicos que llegaron a La Española a principios del siglo XVI, fray Antón de Montesinos tardó poco en identificarse con las penurias de aquellos infelices y sus miserables condiciones de vida, dedicándose a luchar desde entonces contra los abusos de los encomenderos.

El 21 de diciembre de 1511, su sermón en la iglesia de Santo Domingo señaló un hito en la historia de los Derechos Humanos cuando, en medio de la homilía y delante del virrey Diego Colón -primogénito del Almirante- y las demás autoridades de la isla, clamó contra ellos diciéndoles: "¿Con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre aquestos indios? (...) En el estado en el que estáis, no os podéis más salvar que los moros o turcos que carecen y no quieren la fe de Jesucristo". La sorpresa que causaron sus palabras provocó que el jefe de la orden, fray Pedro de Córdoba -que opinaba exactamente igual que Montesinos- tuviera que asegurar a las autoridades que en el siguiente sermón el fraile se retractaría, cosa que no ocurrió; en realidad, fray Antón fue aún más duro y acabó teniendo que rendir cuentas en la metrópoli ante el propio rey Fernando el Católico, defendiendo su postura frente a la de fray Alonso de Espinal. Como resultado de su exposición ante el monarca, se dictaron las Leyes de Burgos (1512) "para el gobierno con mayor justicia del elemento indígena" que, aunque no llegaron a prohibir las encomiendas, al menos reglamentaron las condiciones de trabajo de los amerindios e insistieron en la necesidad de brindarles un buen trato. Desde un punto de vista positivo, a pesar de que el desarrollo de estas ordenanzas fue un fracaso, sí que sirvieron para abrir un polémico debate -inusual y único en aquella época- que alcanzaría su mayor apogeo treinta años después en Valladolid, y para sentar las bases de la que, con el tiempo, sería la...

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