El control de las circunstancias del litigio

AutorÓscar Buenaga Ceballos
Páginas132-136

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Como último estadio en el diseño de una estrategia procesal ganadora está el control de las circunstancias que rodean al litigio. Estas circunstancias son muy variadas y difíciles de determinar, pero fundamentalmente hacen referencia al perfil psicológico o personal de las partes intervinientes en el litigio, empezando por el sujeto fundamental que es el juez.

En la práctica forense, estas circunstancias no son secundarias del razonamiento jurídicopráctico y de los argumentos retóricos o dialécticos, sino que están por encima de éstos, en cuanto dirigen su utilización en el proceso. Cualquier abogado sabe que en atención a las circunstancias concretas de un litigio, puede convenir no hacer un determinado razonamiento jurídico o no acudir a determinados argumentos retóricos, porque perjudican el resultado del pleito a nuestro favor, de la misma forma que, en algunas ocasiones, no conviene presentar o realizar determinadas pruebas (documentos, testigos).

Aun siendo variadas, vamos a referir algunas de estas circunstancias que consideramos más comunes en su acontecer en los distintos litigios, aunque su enumeración exhaustiva resultaría prácticamente imposible por su casuismo y por el dato de que en cada litigio se produce una combinación irrepetible entre las mismas.

La primera de estas circunstancias es la que podríamos denominar del juez cansado. Todos los tratados de argumentación jurídica, se muevan en el ámbito de la teoría o en el ámbito técnico-práctico de la elaboración del discurso ante los tribunales, parten de la evidente consideración de que el juez es un ser racional, pero se olvidan que, también, el juez es un ser cansado.

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La acumulación de asuntos que un juez debe resolver -especialmente el juez de base, el de la instancia- implica que debe repartir su atención, capacidad y esfuerzo (su racionalidad, en definitiva) entre los distintos asuntos de su mesa. Como corresponde a la condición humana en este tipo de trabajos con alta responsabilidad, se tiende a coger una especie de "fobia" a los asuntos complicados y se tiene cuidado especial con los asuntos fáciles pero de mucho importe económico. Junto a ello, la alta litigiosidad creciente en las sociedades modernas, determinan que el juez sea un ser naturalmente cansado, y esta es la primera de las circunstancias que rodean al litigio que todo abogado que quiera ganar un litigio debe saber: la defensa de un asunto debe agotar al juez lo menos posible.

Si el juez no presta la debida atención, los altos razonamientos jurídicos o las discusiones doctrinales no sirven, como tampoco sirven los discursos persuasivo-emotivos sin base jurídica. Lo que funciona en estos casos es el argumento breve y directo al núcleo del asunto. La brevedad se erige así en el camino directo a ganar el pleito, y con frecuencia los argumentos centrales en cualquier pleito se reducen a una sola cuestión fáctica y jurídica básicas.

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