Contestación: Provocar una reflexión

AutorJosé María Barrio
CargoUniversidad Complutense de Madrid Facultad de Educación
Páginas357-357
Carta al direCtor
Cuadernos de BioétiCa XXVi 2015/2ª
357
Estimado Editor:
Ante todo, le agradezco el interés mostrado por mi
escrito por parte del Dr.Sandoval. Creo que comprendo
su postura, si bien no la comparto del todo. Entiendo
que el título que puse a mi trabajo es algo provocati-
vo, pero, dicho con toda franqueza, es lo que deseaba:
provocar una reflexión que me parece casi ausente del
llamado debate bioético. En ninguna discusión todo es
discutible. En ninguna discusión todo es discutible. Los
principios básicos de la argumentación son “inargumen-
tables” (ineruditiones, los denominaban los lógicos me-
dievales). Si todo es argumentable, en último término
nada puede ser argumentado. Por ejemplo, por muy
demócrata que se sea, y por muy pluralista que haya
de ser un parlamento democrático, a nadie en su sano
juicio se le ocurriría una iniciativa parlamentaria a favor
de la tortura. Los derechos fundamentales –en los que
se funda el Estado de Derecho– no se demuestran: se
proclaman. Y a partir de ahí ya e podrán discutir otras
cosas. Si todo fuese demostrable, incluidos los principios
mismos de la demostración, nada sería demostrable;
caeríamos en un “círculo vicioso” (circulus in probando).
Entre esos axiomas básicos, que la Ética Médica aún
conserva en el ethos de la profesión, y que la Bioética
académica me da la impresión que en la práctica ha olvi-
dado, sin duda (sine dubitatione et discursu) se encuen-
tra la representación de que un médico no está para
dar muerte a un ser humano. Mientras este axioma no
ocupe su lugar preeminente, creo que no puede haber
PROVOCAR UNA REFLEXIÓN
TO PROVOKE REFLECTION
JOSÉ MARÍA BARRIO
Universidad Complutense de Madrid Facultad de Educación C/ Rector Royo Villanova s/n.
Ciudad Universitaria 28040 Madrid
jmbarrio@ucm.es
Contestación / Reply
verdadera discusión ética en la Bioética. Eso no quiere
decir que una Bioética patizamba no pueda dar algún
buen paso, sino que si empieza “con mal pie” es muy
difícil que llegue lejos.
Tampoco niego la riqueza que supone el espacio de
discusión interdisciplinar que la Bioética ha abierto. Pero
discrepo de Vd. en que el objetivo de la discusión en este
terreno sea llegar a un consenso. Eso es planteable en
política, y a menudo deseable, pero creo que en ética
eso es imposible. El objeto de una discusión ética es
aclarar mejor las posturas que intervienen en ella.
En fin, todo esto no resta valor a lo que Vd menciona
en relación a la importancia de ser benevolente, tratar
de comprender al discrepante, meterse en sus zapatos,
etc. Si se consigue algo más de claridad en las ideas de
unos y otros, creo que no es pequeño el servicio que
presta la discusión seria.
Aunque soy consciente de las dificultades que hoy
muchos tienen para aceptarlo, creo que se comprende
mejor lo que digo a la luz de dos trabajos del médico-
filósofo alemán Hans Thomas, que traduje hace años y
que me parece explican muy bien la cuestión del debate
y el pretendido consenso en Bioética: (1999) “¿Ética y
pluralismo pueden ir de acuerdo?”, Persona y Bioéti-
ca (Universidad de La Sabana, Colombia), II:6, febrero-
mayo, pp. 90-112. (1999) “El compromiso con el disenso
ético”, Cuadernos de Bioética, X:39, pp. 415-428.
Reitero mi gratitud por sus observaciones. Reciba un
cordial saludo.

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