El consumo en España tras la adhesión a la CEE

AutorJosé Antonio Alonso y Vicente Donoso
Páginas12-34

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Introducción

La reciente incorporación de España a la Comunidad Económica Europea provocará con toda probabilidad alteraciones en el consumo de los españoles. Dichas alteraciones tendrán su origen tanto en factores de demanda (cambio en los gustos de los consumidores) como en factores de oferta (cambio en la cantidad y calidad de los bienes ofertados, y alteraciones de los precios como consecuencia de alteraciones en los costes). La proposición anterior es sin duda correcta en su generalidad. Pero se torna menos clara cuando se intenta descender a dos tipos de precisiones:

- Qué bienes en concreto serán afectados.

- En qué cuantía se alterará el consumo fami liar. La razón de esta pérdida de claridad y certeza es doble: por una parte, toda previsión del futuro envuelve un alto componente de aleatone-dad, pues no controlamos, y a veces ni siquiera conocemos, todos los factores que influyen en la evolución de un fenómeno; y, por otra, el elevado número de bienes que caen bajo la función de consumo, como se deduce, por ejemplo, de la publicación de Eurostat (1983)Consumer Prices in the EC, que incluye datos de más de 1.000 bienes, sin contar otros tantos, objeto de investigación, cuyos resultados no se han publicado.

De todos modos, subrayar la dificultad no equivale a admitir la imposibilidad de cualquier previsión. Únicamente introduce un elemento cautelar importante a la hora de interpretar los resultados. Para analizar las alteraciones esperadas en el consumo familiar pueden seguirse diversas vías. La que hemos elegido se basa en la aproximación al fenómeno del consumo por diversos caminos complementarios, cada uno de los cuales aborda una faceta comprometida por la integración de España a la CEE. Cada faceta manifestará ciertas alteraciones del consumo, y puede esperarse que la confluencia de todas ellas revele el núcleo de los efectos más probables, al menos desde una perspectiva cualitativa.

Aunque es claro que los factores que van a influenciar el consumo de las familias españolas en un futuro están interrelacionados, se han agrupado en dos vertientes para mayor facilidad de análisis, Así, en una primera parte, se aborda el estudio de las variaciones en el consumo que tienen su origen en lo que llamamos «factores internos»: gustos de los consumidores y alteración de los precios interiores originada por el cambio de la fiscalidad. En una segunda parte se analizan los «factores externos»: alteraciones de la oferta de bienes de consumo derivadas del cambio en la competitividad exterior y de la variación del precio de las importaciones. Analizados estos factores, y con carácter de síntesis, se aborda en una tercera parte, la comparación de los precios finales, al consumo, en cuatro capitales europeas y en Madrid, siguiendo las estimaciones de Eurostat. Finalmente, las conclusiones, más que resumir, pretenden indicar al lector los vectores de consumo más claramente afectados, a diverso nivel de cercanía de la demanda al detalle.

I Factores internos
1.1. Cambios en la demanda

Un primer aspecto a considerar es el cambio pueda experimentar la demanda de los consumidores españoles como consecuencia de las posibles alteraciones en las preferencias o hábitos con-sumistas que se deriven de la integración. Se suele suponer al respecto que la mayor apertura al exterior y las más estrechas relaciones económicas y culturales de España con la CEE pueden comportar un cambio en los gustos de los consumidores españoles, acercando sus hábitos a los vigentes en el resto de los países comunitarios. En especial, se estima que la integración puede contribuir a acelerar el proceso de cambio y modernización de la estructura de consumo española. Para comprobar si tales previsiones tienen fundamento, conviene previamente someter a análisis la composición y los cambios habidos en el consumo en España y en la CEE en el transcurso de los últimos años. La información al respecto se contiene en los Cuadros I y II que recogen la estructura del gasto privado en Page 13 España y los nueve países que constituían la Comunidad antes de su segunda ampliación, en dos momentos diferentes 1 970 y 1982.

El cotejo de ambos Cuadros permite constatar la coincidencia que se manifiesta en las tendencias de cambio de las estructuras de consumo de los países estudiados a lo largo del período. Para todos, sin excepción, los Capítulos I y II, ex-presitos de aquellas funciones de gasto de carácter más tradicional (Alimentación, bebida y tabaco y vestido y calzado) sufren un significativo descenso en su peso relativo. En lo que afecta al Capítulo I, tal descenso se debe a la caída que experimentan los gastos en «productos alimenticios», que como media comunitaria pasan del 22,8% del gasto en 1 970 al 1 8,8 % en 1 982; mientras apenas experimentan alteración los dedicados a «bebidas» y «tabaco». En el Capítulo II, el retroceso se registra en los dos epígrafes que lo componen -«vestido» y «calzado»- que pasan en su conjunto del 8,9 % del consumo privado en 1 970 al 7,5 % en 1982. En el otro extremo, han experimentado un aumento en su peso relativo los gastos correspondientes a los Capítulos III, Alquileres y gastos de residencia. Capítulo V, Servicios de atención a la salud. Capítulo VI, Transportes y comunicaciones, y el Capítulo Vil, Ocio y cultura. Todos ellos relacionados con funciones de gastos superiores o, al menos, no tan estrictamente vinculadas con la satisfacción de las necesidades primarias.

La estructura del consumo privado español sigue pautas de cambio similares a las comunitarias, si bien con ciertos rasgos propios que conviene destacar: la escasa reducción que experimentan los gastos del Capítulo I, que apenas alteran su peso a lo largo del período -pasan del 36,9 % al 36,2 % 1, y el notable incremento de los gastos correspondientes a los Capítulos V y VI, que prácticamente duplican su participación relativa en los doce años considerados. En todo caso, conviene subrayar que las mutaciones confirman las tendencias apuntadas para el conjunto de la Comunidad: una caída en el peso relativo de los gastos de consumo tradicional compensada por el incremento de los gastos en servicios de atención a la salud, educación, ocio y cultura.

La coincidencia señalada podría tomarse, acaso, como confirmación indirecta de la hipótesis que defiende la confluencia efectiva en los hábitos con-sumistas de los países comunitarios. Sin embargo, para contrastar más expresamente tal hipótesis se estimaron las tasas medias comunitarias corres-. pondientes a los diversos Capítulos y epígrafes del gasto en ambos años, así como los coeficientes de variación que resultan de la dispersión de los valores nacionales respecto a la media. Las estimaciones que se obtienen -nuevamente. Cuadros I y II- no avalan la hipótesis sugerida: no existe una tendencia firme a la caída de los coeficientes de variación entre los dos años estudiados. O, lo que es lo mismo, la dispersión de los valores nacionales respecto a la media se mantiene sin práctica alteración a lo largo del período. Para interpretar adecuadamente estos resultados es preciso tener en cuenta, en primer lugar, lo limitado del período que aquí se considera. Se puede argumentar, y con razón, que doce años es un marco temporal excesivamente breve para apreciar tendencias, como la homogenización de pautas de consumo internacionales, cuya consumación presupone el largo plazo. Cabe señalar, sin embargo, que los resultados alcanzados en otros estudios 2 referidos a períodos anteriores -generalmente la década de los sesenta-, coinciden con los aquí formulados, por lo que la conclusión podría extenderse al comportamiento del consumo comunitario en los últimos veinte años. Un segundo factor a tomar en cuenta es la presencia de importantes barreras institucionales que dificultan la plena asimilación de los hábitos consu-mistas. El caso más notable al respecto podría ser la influencia de los diversos modelos institucionales de atención a la salud. Así, mientras los países que tienen desarrollado un potente sistema público de sanidad presentan reducidos gastos privados en Servicios de la salud -1,1 % en el Reino Unido, por ejemplo-, las tasas son muy superiores en aquellos otros -14,4% en Francia, por ejemplo- que mantienen una mayor cobertura a cargo de la sanidad privada. Para evitar la distorsión que este factor genera sobre la distribución del gasto, se consideró, en una prueba ulterior, la misma hipótesis pero referida a la estructura del consumo privado corregida mediante la deducción de los gastos en Servicios de atención a la salud. Sin embargo, los resultados no mejoran de forma apreciable, lo que revela que no es éste el único factor que dificulta la aproximación propuesta.

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[ VEA LA TABLA EN EL PDF ADJUNTO ]

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Así pues, aun cuando no se pueda negar de forma categórica la posible existencia de una corriente a largo plazo conducente a la convergencia en los hábitos de consumo comunitarios, lo cierto es que los datos manejados en éste y en anteriores estudios referidos a diversos tramos de los últimos veinticinco años, no permiten confirmar tal hipótesis Es cierto que la mutación de las estructuras de consumo privado parece seguir pautas similares en los distintos países; pero los ritmos a que tales cambios se verifican son tan dispares que no permiten hablar de convergencia efectiva. Dicho de otra forma, la evidencia empírica revela que no existe un modelo de consumo definido al que, a modo de aproximación asintótica, parezcan confluir los países comunitarios.

Esta constatación permite aventurar una primera...

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