El patriotismo constitucional. Reflexiones en el vigésimo quinto aniversario de la Constitución española

AutorGregorio Peces-Barba Martínez
CargoUniversidad Carlos III de Madrid
Páginas39-61

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Introducción

No podían faltar estas reflexiones en el vigésimo quinto aniversario de la Constitución en esta revista de los Filósofos del Derecho españoles, que dirige mí buen amigo y compañero, el profesor Javier de Lucas, que es una de las almas más nobles y una de las cabezas más lúcidas de nuestra materia.

Mis reflexiones apuntan al concepto de patriotismo constitucional, que, al menos racionalmente, puede tener un encaje en nuestro sistema, aunque su origen se encuentre en dos autores alemanes, Stemberger y Habermas. La Constitución Española, al tratar el tema de las relaciones entre la nación española y las naciones culturales con hechos diferenciales, hace un esfuerzo de racionalización frente a los movimientos emocionales y afectivos que intentan hacer incompatibles las patrias propias, elevándolas a unidades cerradas que no pueden convivir con una idea de patria común. En todo caso, nuestro proyecto es calificado bien, y expresa así el intento más serio, y casi Page 40 definitivo, por hacer posible la convivencia entre los plurales sentidos de patria y de constitución.

La cultura constitucional y la idea de la constitución como vida conducen a la idea de patriotismo constitucional, que supone un añadido, una adhesión mayor que la simple aceptación de los valores y de las reglas de juego constitucionales y que la misma idea de lealtad a la constitución. Constituye a esos valores y a esas reglas en la razón de ser de la convivencia, que se vive y se interioriza por los participantes en el sistema. Es la razón central del pacto social, la razón central por la cual se integran en ese pacto los ciudadanos y por la cual convierten a la constitución en el referente de la vida en común. Se sitúa cómodamente como la idea fundamental de una sociedad, que es un forma de organización social basada en la razón y en el cumplimiento de unos fines, frente a la agrupación en la comunidad que se produce por sentimientos y emociones. Esta distinción entre sociedad y comunidad que aparece a partir de Tönnies está en la base de la distinción entre el patriotismo tradicional y el patriotismo constitucional. Al primero podíamos calificarle como patriotismo comunitario y al segundo como patriotismo societario. El primero más vinculado a la idea de nación 1, y el segundo a la idea de Estado. Quizás, la primera mención en el mundo moderno a la idea de patria se produce en Maquiavelo, donde en "El Príncipe" se vincula la patria al bien común y a la libertad política 2, al vivere libero e civile. En el capítulo 2 del Libro II de los Discursos, relaciona Maquiavelo el amor de la patria con el amor a la libertad. También insiste repetidamente en el amor a las leyes. "...Sepan pues los príncipes que empiezan a perder la corona en el mismo instante en que comienzan a transgredir las leyes y las normas antiguas, bajo las cuales han vivido los hombres tanto tiempo..." 3. Dirá también que funcionan convenientemente los reinos que siguen vinculados a sus leyes, que viven bajo esas leyes y en los ordenamientos, los dos polos, patria y constitución, en la obra de Maquiavelo. Apunta aquí una especie de patriotismo cosmopolita, diferente del que Fichte describe en sus "Diálogos patrióticos" de 1806-1807.

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En efecto, el Fichte de 1806, que escribe sobre Maquiavelo, le elogia y le rehabilita, ya no es el del cosmopolitismo que se alinea con la Revolución Francesa, como el de 1793, sino el de la política de potencia, dentro de la que sitúa un patriotismo cosmopolita del bien común, de la libertad civil, del vivere civile, que es un antecedente de la racionalidad del patriotismo constitucional. Así, dirá "...El cosmopolitismo es la voluntad de que la meta de la existencia del género humano sea efectivamente alcanzada en el género humano. El patriotismo es la voluntad de que esa finalidad sea alcanzada, ante todo, en la Nación donde somos nosotros mismos miembros, y que este resultado se extiende, a partir de ahí, al género humano en su totalidad" 4. El texto apunta un patriotismo nacionalista, incluso étnico, y punto de partida de un proceso generalizador de imposición de ese patriotismo particular. Cuando después de la Segunda Guerra Mundial aparece la idea de patriotismo constitucional con Sternberger, se reacciona frente a los excesos del patriotismo afectivo y comunitario que impulsa Fichte, frente a los contenidos racionalistas y societarios que apunta Maquiavelo. Yves-Charles Zarka se ocupará del amor a la patria de Maquiavelo, en una línea parecida a la que aquí afrontamos y crítica con la interpretación de Fichte. De sus reflexiones se desprende la proximidad de Maquiavelo de una noción de patria abierta a transformarse en el patriotismo constitucional. "... La evocación de la patria está ligada a la búsqueda del bien común y de la libertad política: manifiesta pues la adhesión a un valor que trasciende al individuo. La adhesión a la política y a la libertad de la patria es lo que da al individuo un horizonte que supera su interés privado y su existencia particular, para abrirle a todo lo que es común y depende de todos..." 5.

La vinculación del patriotismo con la idea de constitución se produce inicialmente en la idea ilustrada de nación, donde como hemos visto se identifica nación con Estado y con conjunto de individuos. Estos individuos eran ciudadanos y por consiguiente eran considerados como libres e iguales. Desaparecían los individuos vinculados a una comunidad, como individuos concretos, caracterizados por su profesión, por su credo, por sus prácticas sociales, y el individuo-ciudadano ya no era elegido por su pertenencia a un grupo ni a un sector existente en la realidad, ya no estaba determinado, ni vinculado a un destino impuesto por su nacimiento, por el vínculo feudal o por el gremio en el que había nacido. Era el ciudadano miembro de la nación que, en aquella concepción, individualista favorecía el universalismo y establecía la voluntad general. Esta será la posición del naciente positivismo, o si se quiere la que rechazaba la idea de derechos naturales Page 42 de un iusnaturalismo en decadencia a finales del siglo XVIII. De ahí el compromiso "derechos del hombre y del ciudadano", los primeros vienen con el hombre, desde el estado de naturaleza y preceden a la vida social, los segundos son los derechos incorporados por la Constitución y la ley y eran efectivos por su pertenencia al Derecho positivo. Son los que denominamos derechos fundamentales.

En todo caso desde ambas perspectivas se llega a la misma solución. Sea cual sea su origen los derechos para ser eficaces, como reconocerá Pufendorf y otros iusnaturalistas, necesitan ser incorporados al pacto social a través del ciudadano, que es un individuo abstracto, que directamente o por medio de un representante ejerce la soberanía compartida con los demás ciudadanos. El espacio es la nación, esa nación que no es una comunidad, sino una sociedad racional que se identifica al Estado. Es una forma laica del paradigma de la religión civil entendida como "el conjunto de los discursos y de los posicionamientos jurídicos con valor e intención normativa, dotados de simbolismo y de código religioso que se refieren a la formación y afirmación de la comunidad nacional" 6.

Las críticas conservadoras a esa tradición serán las primeras que contraponen las ideas de nación abstracta, de derechos del hombre y de ciudadano a las de herencia, las de pertenencia a una comunidad concreta, con una historia colectiva. Por eso Burke opondrá a los derechos del hombre y del ciudadano los derechos de los ingleses, que han recibido esa herencia de sus antepasados. Es la pertenencia a una comunidad, que no es la nación racional, sino esas leyes sociales y culturales creadas y transmitidas entre generaciones, con jerarquías y con dignidades concretas 7.

Los autores contrarrevolucionarios seguirán las ideas de Burke pero no su defensa de las libertades inglesas. En su trabajo "Qu'estce que la citoyenneté?", Dominique Schanapper y Chistian Bachelier, describirán certeramente este tipo de pensamiento: "... la sociedad es querida por Dios. El contrato social no tiene sentido si no existe una autoridad suprema que pueda garantizar su validez. Sólo el rey puede ser un legislador inspirado por Dios... La sociedad no es fruto de un contrato... la superioridad de los principios que garantizan la continuidad del orden social por encima de la llamada razón del hombre demuestra lo absurdo de la ambición de los revolucionarios..." 8.

Las sociedades humanas no son la nación abstracta, sino colectivos jerarquizados, con personas desiguales miembros de una corporación, que es una comunidad orgánica. El romanticismo alemán utiliza la idea de la sociedad como organismo vivo, y el individuo está inserto en la comunidad, carece de autonomía. Así llegan a la idea de pueblo Page 43 alemán o de nación alemana como regeneradora del mundo frente al individualismo y a la idea de ciudadano abstracto. En torno a los valores comunes étnicos, culturales diferenciados, y a las leyes creadas, desde generaciones, entre las personas se crea una idea comunitaria de patriotismo. El patriotismo en la Alemania unificada después de 1870 se ha vinculado siempre con esa idea afectiva e irracional de nación, y ya con el Tercer Reich, con Hitler, el nacionalismo alemán era además el nacionalismo partidista de los nazis, mucho más étnico, xenófobo e irracional. La vieja idea de la nación ilustrada de ciudadanos quedaba sepultada por esa manera de nuevo nacionalismo, que arrastraba también a la constitución liberal y social.

El patriotismo de los alemanes en el Tercer Reich, era el patriotismo de esa idea de nación unida a la ideología nacional socialista. Dice Bobbio que "La Comunidad racial, la Volksgemeinshaft, que hacía delirar a los escritores neorrománticos y...

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