Consideraciones finales

AutorÁngel B. Gómez Puerto
Cargo del AutorProfesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Córdoba
Páginas158-158
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Consideraciones finales
Concluyo esta monografía con cuatro consideraciones finales.
La primera es que considero clave que la protección y cuidado del medio ambiente
pase a ser, paulatinamente, un asunto relacionado con los valores universales, con el
compromiso moral colectivo, con la ética, como un nuevo elemento definidor de
ciudadanía global responsable. Textos internacionales como la Encíclica Laudato Si, del
Papa Francisco, analizada en la obra, contribuyen, sin duda, en el proceso de toma de
conciencia en ese sentido, tanto en los creyentes y seguidores de la moral católica, como en
la ciudadanía global, dada la repercusión de impacto que tienen siempre las palabras y
documentos oficiales del Papa.
La segunda es que considero que la protección del medio ambiente se ha ido
configurando como un valor, como algo positivo y deseable. Los diferentes sondeos de
opinión vienen manifestando que a la gente le preocupa la protección del medio ambiente,
la protección de los recursos naturales, y que deberían tomarse medidas por los
responsables públicos. Afortunadamente, como hemos expuesto al inicio de este trabajo, el
medio ambiente ha vuelto a la agenda política e institucional.
La tercera es que, aunque la protección de este bien común pareciera que es difusa,
tengo claro que en realidad es una responsabilidad compartida de gobernantes,
representantes públicos, técnicos, académicos, pero también de la ciudadanía en general,
que tenemos en nuestras manos pequeñas acciones con gran incidencia práctica en la
protección de dichos valores. Al efecto, es muy necesario animar a la participación general,
con información y educación, en la protección del bien común medioambiental. Como
expresaba el lema de Naciones Unidas en la Conferencia de Madrid de diciembre de 2019,
es “tiempo de actuar”.
Y por último, finalmente, considero que posiblemente, la tercera década del siglo XXI
será el momento en que deba surgir el “Estado ecologista”, como una profundización y
especial compromiso del Estado social. La estructura estatal, como organización racional
del poder político, que empezó siendo un Estado liberal de Derecho, que evolucionó hacia
el Estado democrático y, finalmente, pensando en el bienestar material general, llegó a ser
un Estado social en el siglo XX, quizá en la tercera década del presente siglo, esa estructura
política Estado ha de pensar en el entorno de vida que nos rodea, con carácter transversal
y prioritario, y convertirse así, en una cuarta dimensión, en un “Estado ecologista”.

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