Consideraciones finales

AutorJosé Ignacio Cebreiro Núñez
Páginas255-265

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1ª. Como se ha podido comprobar a lo largo de este trabajo, la provincia ya aparece configurada en la Corona de Castilla cuando nace el Estado moderno y se extiende a toda la Península en el siglo XVIII. Tiene pues una dilatada historia, a lo largo de ella una misma división provincial ha sido utilizada para alcanzar sus objetivos por sistemas políticos muy diferentes, así como por Gobiernos de ideologías opuestas.

La división del territorio peninsular de la Corona de Castilla en provincias, establecida por los Reyes Católicos a finales del siglo XV, estaba plenamente consolidada cuando Carlos V ordenó en 1527 que se desplazaran dos visitadores o comisionados reales a las 37 provincias que contribuían a los servicios. Se trataba de realizar una Averiguación que permitiera comprobar los padrones de pecheros correspondientes a las ciudades, villas y lugares que cada una de las provincias tenía adscritos. Era una división territorial que tenía principalmente carácter fiscal, pero también se utilizaba para otros fines. Además de las 37 provincias visitadas había otras cinco que estaban entonces exentas de participar en los servicios.

Permaneció estable esa división provincial durante todo el siglo XVI, únicamente se crearon dos pequeñas provincias en la última época del reinado de Carlos V, Tuy y El Campo de Montiel. Había, por tanto, 44 provincias durante el reinado de Felipe II en el ámbito territorial peninsular de la Corona de Castilla.

Esa división territorial va a tener influencia en todas las que se hagan posteriormente. La provincia de Guipúzcoa, así como las conocidas con los nombres de Señorío de Vizcaya, Hermandad de Álava y Reino de Navarra, lograrán conservar desde entonces su tradicional denominación y límites, que mantendrán, con pequeñas rectificaciones, en la división provincial actual.

La mayor parte de las otras provincias de la Corona de Castilla situadas al norte del Sistema Central (diez de las dieciséis actuales) mantendrán desde 1833 una configuración de naturaleza similar a la que tenían en el siglo XVI y

nueve de ellas conservarán la misma denominación.

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Los sucesivos procesos de redistribución territorial van a afectar de forma más acentuada a las provincias de la antigua Corona de Castilla ubicadas al sur del Sistema Central que a las situadas al norte del mismo. Únicamente tres de la zona sur van a mantener desde el siglo XVI su denominación y conservar varios de sus actuales límites; son las de Jaén, Córdoba y Murcia.

Por consiguiente, de las 42 provincias castellanas que había en la Península en el siglo XVI han llegado diecisiete hasta nuestros días, aunque introduciendo modificaciones territoriales en algunas de ellas.

2ª. Cuando se redujo a comienzos del siglo XVII el número de provincias en la Corona de Castilla, subsistieron quince de esas diecisiete provincias. Se incorporó entonces Trasmiera (hoy Cantabria) a Burgos.

También en la división provincial existente en la época de Floridablanca figuran esas quince provincias. Tenía entonces la Corona de Castilla 34 provincias y cuatro la Corona de Aragón, puesto que en esa época cada uno de los antiguos reinos de esta última Corona formaba una provincia.

La creación de seis provincias marítimas en 1799 dio lugar a que otra vez quedase separada Santander de la provincia de Burgos y a que Asturias recuperara su condición de provincia. De nuevo diecisiete de las provincias que había en el siglo XVI en la Corona de Castilla pasaban a tener una configuración similar a la actual.

Estaban ubicadas también en el territorio de la Corona de Castilla otras dos de esas nuevas provincias marítimas, Cádiz y Málaga, las cuales tuvieron desde entonces una delimitación similar a la asignada a ellas en 1833.

Antes de que se iniciasen los diferentes procesos de división territorial del primer tercio del siglo XIX, había, pues, en la antigua Corona de Castilla diecinueve provincias que iban a mantener su configuración en la división de 1833, con diferentes reajustes en su delimitación. Son las provincias de Orense, Asturias, Santander, Vizcaya, Guipúzcoa, Álava, Navarra, Salamanca, Valladolid, Palencia, Burgos, Soria, Segovia, Ávila, Jaén, Córdoba, Murcia, Cádiz y Málaga.

3ª. En 1833 el territorio peninsular de la Corona de Castilla quedó dividido en 37 provincias. Además de las diecinueve indicadas quedaron definidas entonces diez provincias que tenían como capital a ciudades que ya eran cabeza de provincia cuando se hizo la Averiguación de 1528. Son las de Lugo, León, Zamora, Madrid, Toledo, Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara, Sevilla y Granada. Esas ciudades, excepto Ciudad Real, habían venido designando procuradores para las Cortes de la Corona de Castilla, por tanto su consideración de capitales provinciales estaba fuertemente arraigada y la división de 1833 no hizo más que ratificarla, aunque agregando o segregando territorios a su configuración tradicional.

También otras tres capitales tradicionales de la Corona de Castilla se consolidaron como capitales de provincia en 1833: La Coruña, Cáceres y Badajoz.

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Sus respectivos ayuntamientos venían eligiendo por turno procuradores para las Cortes. En La Coruña tenían su sede la Audiencia y la Intendencia de Galicia; en Cáceres, la Audiencia de Extremadura y en Badajoz la Intendencia de Extremadura. Además, La Coruña era capital de provincia desde finales del siglo XVI, aunque la superficie y límites de su circunscripción en el Antiguo Régimen eran muy diferentes de los actuales.

Con respecto a la división del siglo anterior, únicamente pueden considerarse nuevas provincias en la Corona de Castilla cinco de las 37 entre las que se distribuyó su territorio peninsular en 1833, son las de Pontevedra, Albacete, Logroño, Huelva y Almería. Estas cinco provincias habían sido creadas en 1822, aunque las dos primeras tenían entonces una denominación distinta, puesto que sus respectivas capitales en la división de ese año eran Vigo y Chin-chilla. En la configuración de la provincia de Albacete se observa una significativa alteración de los límites históricos, ya que se forma con la agrupación de territorios tradicionalmente manchegos, murcianos y andaluces. Se trata de la mayor modificación introducida por la división de 1833 en la delimitación de los antiguos reinos, que en general se procuraron respetar644.

4ª. En el siglo XVIII la Corona de Aragón estaba dividida en cuatro provincias que coincidían con sus antiguos reinos. Tan solo una de las provincias marítimas creadas en 1799 quedó ubicada en el antiguo reino de Valencia, la de Alicante. Había, pues, cinco provincias en el territorio de la Corona de Aragón antes de la invasión de las tropas napoleónicas.

De esas cinco provincias, dos se conservaron en la división de 1833, la del Reino de Mallorca, que pasó a denominarse entonces provincia de las islas Baleares, y la de Alicante, cuyo límite norte fue modificado, pero mantuvo su denominación. Las tres provincias restantes fueron divididas de la siguiente forma: Cataluña en cuatro, Aragón en tres y Valencia en dos.

Las cuatro provincias catalanas, Barcelona, Tarragona, Lérida y Gerona, eran las mismas de la división de 1822, aunque se modificaron los límites de la provincia de Barcelona para reducir la superficie que ocupaba. Las tres provincias de Aragón, Zaragoza, Huesca y Teruel, también figuraban en la división de 1822, pero entonces había una provincia aragonesa más, la de Calatayud. Al suprimirse esta hubo que reducir por el Este la provincia de Zaragoza. Por último, la provincia de Valencia quedó dividida en las de Castellón y Valencia, que ya existían en la distribución...

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