Consecuencias psicológicas

AutorDavid Lorenzo Morillas Fernández - Rosa María Patró Hernández - Marta María Aguilar Cárceles
Cargo del AutorProfesor Titular de Derecho Penal y Criminología,Universidad de Murcia - Profesora Asociada de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico,Universidad de Murcia - Profesora del Departamento de Historia Jurídica y de Ciencias Penales y Criminológicas, Universidad de Murcia
Páginas557-560
Victimología: Un estudio sobre la víctima y los procesos de victimización 557
Así pues, se verifica el envejecimiento paulatino de la población
española hasta alcanzar unos niveles realmente preocupantes en el
año 2049, donde un 30,7% de la población española tendrá más de
sesenta y cinco años con toda la problemática que eso acarrea desde
diversos puntos de vista y, en particular, de las políticas asistenciales
a tales sujetos las cuales no podrán ser subsumidas en las condiciones
que hoy día se conciben suponiendo un factor muy preocupante ge-
nerador de violencia por la dependencia que tendrán estos sujetos de
otros –principalmente descendientes–, los cuales no podrán otorgarle
esa atención, disminuyendo sus cuidados y aumentando las tensiones
entre ambas partes por lo que conviene llamar la atención para un
próximo y necesario refuerzo de las prestaciones sociales dirigidas a
este colectivo debido a un futuro aumento de las tasas de maltrato.
IV. CONSECUENCIAS PSICOLÓGICAS
Según la OMS (2002), los efectos de la violencia física y psicológi-
ca sobre la salud de una persona mayor se ven exacerbados por el pro-
ceso de envejecimiento y las enfermedades características de la vejez.
A nivel físico, las consecuencias del maltrato en los ancianos pueden
ser especialmente graves, pues se trata de personas físicamente más
débiles y más vulnerables que los adultos más jóvenes, sus huesos son
más quebradizos y los procesos de convalecencia suelen ser más pro-
longados, pudiendo una lesión relativamente leve causar daños gra-
ves y permanentes. A este mayor riesgo de gravedad de las lesiones
y empeoramiento de las condiciones de salud en general, se suma la
pérdida de años de esperanza de vida en comparación con ancianos
no maltratados. En un estudio longitudinal sobre salud y bienestar
en personas mayores (Lasch y col. 1998), se compararon las tasas de
mortalidad de ancianos maltratados y no maltratados hallando que,
trece años después de haberse iniciado el estudio, el 40% de las per-
sonas que no habían sido víctimas de maltrato aún vivían, mientras
que en el otro grupo la proporción era de un 9%. Tras comprobar que
en otros factores que pueden influir en la mortalidad, como la edad,
el sexo, los ingresos, las condiciones funcionales y cognoscitivas, el
diagnóstico y el grado de apoyo social, no existían diferencias signifi-
cativas entre ambos grupos, se llegó a la conclusión de que el maltrato

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