Los conflictos de interés de los economistas

AutorAntonio Torrero Mañas
Páginas51-64
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Como ya he apuntado, el ascenso de los economistas como pro-
fesión es un fenómeno moderno, y aún más si consideramos la espe-
cialización en finanzas. Los alicientes para formarse de estos últimos
expertos han evolucionado en función del auge de los distintos subsec-
tores. En la década de 1920, Wall Street era la Meca de los estudiantes
de finanzas, pero los incentivos se redujeron en las décadas posteriores
a la Segunda Guerra Mundial, etapa en la que el sistema bancario y
los seguros, con menor capacidad de atracción de mentes brillantes,
absorbían a la mayor parte de los graduados, en tanto que Wall Street
apenas tenía relevancia como polo de atracción. En 1949, el legendario
consultor P. Drucker señalaba:
«Hace solamente veinte años los graduados brillantes de la Harvard
Business School aspiraban a un trabajo en la Bolsa de Nueva York; ahora
buscan empleo en empresas de acero, petróleo o automóviles» (daVis,
2010: 337).
Como recuerda mallaBy (2010), en la década de 1950, Wall Street
era un lugar aletargado y poco sofisticado. En las Universidades y es-
cuelas de negocios prácticamente nadie acudía a los cursos de finanzas.
La denominación del curso de finanzas en Harvard era «Darkness at
Noon» 1, porque las autoridades universitarias colocaron las clases a la
hora del almuerzo reservando las aulas preferidas para asignaturas con
mayor demanda (p. 22).
En el auge bursátil de 1928 que precedió al hundimiento de la
bolsa, el 17 por 100 de los graduados de la Harvard Business School se
dirigieron a Wall Street. En 1941, en pleno descrédito de las finanzas
por los excesos que se atribuyeron al sector en la Gran Depresión, solo
eligieron Wall Street como destino el 1,3 por 100. Se había extendi-
do la crítica sobre el escaso entusiasmo por el trabajo en Wall Street
(fraser, 2005: 473). La caída de la Bolsa de 1929 dejó una huella
profunda: el Dow Jones tardó veinticinco años en recuperar el nivel
1 Título de la novela de Arthur Koestler.
LOS CONfLICTOS DE INTERÉS
DE LOS ECONOMISTAS

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