Los conflictos. Enfoques Individual, Estructural y Social

AutorFranco Conforti
Cargo del AutorProfesor de Derecho en Técnicas de Expresión, Argumentación y Negociación Universidad Oberta de Cataluña
Páginas19-63

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¿Por qué estudiar teoría de conflictos?

Porque usted necesitará determinar si el conflicto que el cliente le cuenta es mediable (o no), negociable (o no), etc.

Conocer la materia prima de trabajo es algo que se presenta aquí como una necesidad inobjetable si lo que el operador de conflictos1persigue es tener alguna oportunidad de éxito en su trabajo. Y bien digo alguna oportunidad de éxito porque, como sabemos, en algunos casos, como por ejemplo en la mediación de conflictos, el éxito (medido en la consecución de un acuerdo, la transformación de las relaciones o el compromiso, la re-creación de soluciones y/o la trascendencia del conflicto en sí mismo) dependerá exclusivamente de la voluntad de las partes.

Al igual que al profesor Remo Entelman, siempre me ha gustado comparar al operador de conflictos con un médico, y siempre me he preguntado ¿quién se dejaría operar del corazón por un médico que no tuviera conocimientos acabados de la anatomía del cuerpo humano? o ¿consentiría usted una operación en su cabeza por un neurocirujano que no conozca el cerebro?, pues, aunque la respuesta pueda parecer obvia, lo cierto es que en el mundo de la gestión alternativa de conflictos (en adelante ADR, del acrónimo en idioma Inglés Alternative Dispute Resolution) pocas, por no decir casi ninguna currícula o programa de curso formativo, incluyen como asignatura la teoría de conflictos.

Un listado de autores que han tratado el tema del conflicto, ordenado cronológicamente conforme fecha de publicación, podría arrojar el siguiente resultado:

- Platón, La República, 390 a.C.
- Charles Darwin, en The Origin of Species by Means of Natural Selection, or the Preservation of Favoured Races in the Struggle for Life, 1859.

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- Sigmund Freud, Pulsiones y destinos de pulsión, Obras Completas, vol. XV, 1915.

- Max Weber, Economía y sociedad, 1921.
- Lewis Fry Richardson, diversos trabajos desarrollados a partir de 1930.
- George Simmel, Sociología, Estudios sobre las formas de socialización, 1939.
- John von Neumann y Oskar Morgenstern, Theory of Games and Economic Behavior, 1944.

- Theodor Adorno (en colaboración con Max Horkheimer), Dialéctica de la Ilustración, 1947.

- Karl Marx (en colaboración con Engels), Manifiesto Comunista, 1848.

- Lewis Coser, Las funciones del conflicto social, 1956.
- Ralf Dahrendorf, Las clases sociales y su conflicto en la sociedad industrial, 1979.

- James A. Schellenberg, Conflict resolution: theory, research, and practice, 1996.

- Remo Entelman, Teoría de Conflictos: Hacía un nuevo paradigma, 2005.
- Johan Galtung, A theory of conflict: overcoming direct violence, 2010.

Claro está que el lector se preguntará cuál ha sido el criterio para la selección de estos autores y no de otros, y la respuesta está en que de la sumatoria de todos estos autores se obtiene como resultado la totalidad de los enfoques teóricos de todas las teorías de conflictos posibles.

Evidentemente, para que la selección sea efectiva he procedido a reagrupar dichas teorías según su enfoque, es decir, que debemos agruparlas según como el observador trate al conflicto, considerándolo desde el punto de vista individual, estructural o social.

He de dejar a salvo la posibilidad de generar una cuarta categoría que agrupe enfoques tales como las teorías matemáticas, de juego, etc., con auto-res como Richardson, von Neumann y Morgenstern, o el mismo Schellenberg. El uso de las matemáticas en el campo social transformó el lenguaje, creando un marco en el cual los conflictos sociales son vistos como una manifestación cuantitativa de las relaciones o inter-relaciones sociales. Vale decir que, dentro de esta cuarta categoría o enfoque, la resolución de conflictos es vista, dentro de la dinámica del relacionamiento de los actores, en términos de posiciones de equilibrio y estabilidad o desequilibrio y desestabilidad. En este enfoque los intereses del ser humano se expresan cuantitativamente en términos no monetarios, tal vez desde el punto de vista intelectual pueda resultar más simple gestionar situaciones de puro conflicto (conflicto con intereses absolutamente contrapuestos u opuestos en términos de suma cero, es decir, donde nadie gana) que aquellas mixtas (conflictos con intereses comunes).

Veamos a continuación los tres enfoques propuestos resumidamente2:

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1. El conflicto desde un enfoque individual El caso de la pareja

He tomado a Darwin y a Freud como referentes científicos de esta visión sobre el origen y las propiedades de los conflictos y, fuera de estos científicos, el amplio desarrollo teórico del tema no encuentra muchas más fuentes.

Una primera visión expone que este tipo de conflicto se configura cuando la situación problemática afecta a un individuo en particular a nivel intra-personal o intra-psíquico. En esta situación de conflicto nos encontramos con una sola persona, es decir, no hay dos partes que confrontan, dos antagonistas, de allí que desde la teoría de conflictos se sostenga que este tipo de problemáticas escapan al conocimiento de un operador de conflictos y normalmente reciben tratamiento en el campo de la terapia, la psicología o la psiquiatría.

El segundo de los puntos de vista dentro de esta noción o teoría se verifica cuando dos individuos compiten por un recurso escaso o por la supervivencia en sí misma; a simple vista se podrían confundir con los conflictos en los que hay interacción entre individuos, pero debe quedar claro que aquí se considera a la persona de forma pura, es decir, exclusivamente en su faz individual y separados de cualquier grupo social. En el conflicto de enfoque individual el objetivo del sujeto puede ser tanto la supervivencia como la mejora en su statu quo.

Johan Galtung incluye ambos puntos de vista de este tipo de conflictos dentro de su categoría micro, sobre la que hablaré más adelante. Valga como ejemplo de este tipo de conflictos el siguiente caso hipotético, narrado en primera persona por un abogado3:

«Me llegaba al despacho una pareja, llevaban en matrimonio quince años, él de unos cincuenta años, ella de unos cuarenta y cinco, con dos hijos menores. Decían que estaban atravesando una de sus peores crisis matrimoniales, a punto de ruptura, de hecho estaban ya en domicilios separados, Eduardo llevaba ya una semana en casa de sus padres, y Sofía se había quedado con Cristina de diez y Eduardito de ocho años. Los chicos estaban fatal, no asimilaban la marcha del padre, y eso había disparado la necesidad de la pareja de acudir a un “profesional”, ¿pero cuál, … abogado, detective, terapeuta, economista, un cura, psicólogo…?

Bueno contaban que habían visto un anuncio en televisión sobre la Mediación de conflictos y les había llamado la atención:

“El Ministerio de Justicia e Igualdad social promueve la Mediación de conflictos. Si usted tiene un problema matrimonial, familiar, de empresa o con terceros… acuda a mediación y pruébela sin compromiso.

Infórmese en nuestros teléfonos y centros de información personal y solucione de forma rápida su preocupación.”

Querían información.
Él era funcionario del ministerio de Hacienda, pero su verdadera vocación eran las matemáticas, se pasaba horas y horas resolviendo problemas, llevaba años con la conjetura de Goldbach y los problemas de Hilbert.

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“Todo número par mayor que 2 puede escribirse como suma de dos números primos.”

Vale, lo único que conozco de los números primos es que seguramente sean familia, pero le comunicaba que yo del Goldbach ese ni idea, y de su primo Hilbert, ídem de ídem.

Pues acomodado en el sillón del despacho, me comentaba que incluso le habían publicado algunos estudios y artículos sobre dichos señores, podía pasarse noches eternas pegado al ordenador leyendo y danzando con los números.

Su señora, Sofía, era una chica, sí, porque aún conservaba una intensa melena rubia, de ojos verdes, con una grácil figura, a pesar de sus dos partos y un embarazo frustrado, se había dedicado a la publicidad y a las relaciones públicas pero desde que se casó su vida fue la dedicación a los hijos, bueno eso decía ella, pero también a sus amigos, a las fiestas, a las reuniones, a los viajes… una intensa vida social en la que apenas participaba su amado esposo. Ella venía de familia adinerada y vivir la vida de forma intensa siempre fue su gran pasión. Era una mujer de pasión. Pero no la pasión de Cristo precisamente.

Vamos, que eran el aceite y el agua, dos complementos contradictorios, pero no podían vivir el uno sin el otro, si algo existía en esa pareja era pasión, dos caballos desbocados frente a frente cuando estaban juntos. Tan diferentes en sus vidas como necesarios el uno del otro. El tipo me ejemplarizaba el gazpacho, lleva aceite y agua y ambos juntos aunque no revueltos era la mejor y más saludable bebida […]

[…] Después de esa breve introducción, le comenté que si íbamos a ver su caso, su esposa tenía que estar dispuesta a compartir la experiencia y me tendría que entrevistar con ella.

La señora hizo un rápido uso de la tarjeta profesional que entregué a su marido, al día siguiente me llamaba y concertábamos una cita esa misma semana.

Mi casa es mi despacho y mi despacho es mi casa, así que hice pasar al salón a la señora Sofía, invitándola a sentarse frente a mi escritorio. La primera impresión fue el intenso perfume...

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