El conflicto como punto de referencia

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A Materia prima y fuerza positiva de cambio

El conflicto es el punto de referencia y materia prima de la mediación176; está presente por doquier, es inherente al ser humano 177 -de un modo u otro hemos estado implicados en conflictos toda la vida178, porque es parte de la ella179- y representa un papel relevante en el desarrollo del carácter y de las relaciones estables; es capaz de destruir, pero también de crear, y nos brinda, en ocasiones, la oportunidad de caminar en una nueva dirección para abordar proyectos nuevos e ilusionantes180.

El conflicto tiene, además, otros elementos positivos: los principios que defendemos, las relaciones que mejoramos y los cambios favorables que logramos. Estos aspectos positivos lo hacen, a pesar de todo, necesario, y ponen de manifiesto que, más que evitarlo, debemos hallar el medio de tratarlo con eficacia181.

El conflicto implica la interrelación de dos personas o dos grupos sociales con intereses contrapuestos. La experiencia histórica pone de manifiesto que, en la medida en que haya interacción social, existirán también motivos y ocasiones de disputa: por recursos -materiales o no-, por ambiciones o insatisfacciones182.

Si bien el conflicto era considerado como algo negativo y de consecuencias siempre perjudiciales, en los últimos lustros han comenzado a desarrollarse teorías y modelos de análisis del conflicto, sus causas y manifestaciones, las cuales no dan por supuesto, de forma automática, que lo deseable sería que no existiese. Muy al contrario, parece que el conflicto es una de las principales fuer-

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zas positivas en la construcción de las relaciones sociales, contrastando con la fuerza puramente negativa de la indiferencia183.

Desde esta nueva óptica, el conflicto comienza a ser visto como una manifestación más, natural e incluso necesaria, de las relaciones enterpersonales e intergrupales y supone que la interacción da lugar necesariamente al conflicto, dado que, la competencia, la rivalidad y la diferencia de opiniones, deseos e intereses son inevitables en el orden humano, al igual que ocurre entre todos los seres vivos184.

Afirmar que el conflicto es inherente a las relaciones humanas, es tanto como decir que forma parte del orden o, mejor aún, es una manifestación del orden en el que se produce. De ello se deduce que el orden incluye formas de conflicto y que no existe oposición entre los conceptos «orden» y «conflicto», ya que el orden, en toda sociedad humana, constituye un arreglo normalizado del conflicto185.

Se comprende la necesidad de conocer las relaciones anteriores, las características del orden, las expectativas de las partes y sus posiciones relativas, si queremos llegar a una comprensión cabal del conflicto. En la mayor parte de los casos coexisten múltiples conflictos, algunos manifiestos y otros subyacentes. Localizar el motivo del conflicto principal puede ser determinante para resolver la disputa186.

Cuando nos encontramos inmersos en una situación de crisis, los absolutos que acostumbramos a manejar no son, en la mayoría de las ocasiones, tan absolutos. Cuando actuamos en tales circunstancias, cabreados, no siempre se está de acuerdo con lo que realmente se quiere. Etiquetamos a una persona, sin darnos cuenta que estamos reforzando su conducta y, como consecuencia, acabará siendo aquello que estamos etiquetando. Es cierto que quien puede «imponer» domina el conflicto, pero imponer es una forma sólo aparente de resolverlo.

El mediador...

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