Confianza política en Europa y América Latina : Estudio comparado con datos y causas

AutorMariano Torcal - Matías Bargsted
Páginas163-200
CONFIANZA POLÍTICA EN EUROPA Y AMÉRICA
LATINA: ESTUDIO COMPARADO CON DATOS
Y CAUSAS
Mariano TorcaL
Matías BarGsTed
INTRODUCCIÓN
Las relaciones de los ciudadanos con las élites políticas en los sistemas de-
mocráticos se canalizan a través de muchas vías. Las más visibles e importantes
son aquellas en las que tienen la posibilidad de hacerse oír mediante su voto, la
colaboración con organizaciones políticas y sociales o alguno de los muchos ca-
nales reales o virtuales existentes de participación política. Sin el uso de este tipo
de acciones, los ciudadanos carecen de mecanismos de expresión de sus prefe-
rencias, opiniones e intereses, y el control horizontal del poder político se reduce
sustancialmente o desaparece (vertical political accountability), propiciando que
el poder político responda más a sus propias dinámicas de lucha política que a
los intereses generales de sus ciudadanos. Pero estas formas de relacionarse con
las instituciones políticas y sus representantes están condicionadas por lo que
los ciudadanos saben, creen, sienten o valoran sobre ellas; es decir, por lo que se
conoce de modo genérico como las actitudes políticas.
Las actitudes políticas son orientaciones que reflejan la evaluación positiva o
negativa de distintos objetos políticos (Bartels, 2003: 52). Estos objetos pueden
ser específicos (como una bandera o un tema de relevancia como el aborto, por
ejemplo) o abstractos (como la identidad nacional); concentrarse en una persona
(como un alcalde o el presidente de un gobierno) o en un grupo de actores pú-
blicos (como los políticos o los empresarios); y afectar a instituciones complejas
(como la Administración pública o el Tribunal Constitucional) o a actividades
esporádicas (como una campaña electoral o una huelga general). Y la evaluación
puede ser positiva o negativa, cognitiva o afectiva, sustantiva o simbólica, o una
mezcla de buena parte de ellas. Por lo general, el conjunto de orientaciones y
actitudes políticas pueden ser compartidas. Gracias a ellas es posible apreciar las
percepciones que los ciudadanos tienen de sus sistemas democráticos, los niveles
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de confianza que depositan en sus instituciones, los sentimientos que les suscitan
sus principales actores o las evaluaciones que hacen de unas políticas públicas
que afectan su vida cotidiana a través de una infinidad de situaciones.
Con respecto a dichas actitudes existe un término que ha adquirido impor-
tancia creciente tanto entre los expertos como entre los comentaristas políticos
y creadores de opinión pública: la desafección política. Se trata de un térmi-
no genérico que, introducido por Di Palma (1970), ha ido suscitando creciente
atención en la literatura sobre actitudes y calidad de la democracia debido a su
supuesta generalización en la mayoría de ellas, incluidas las más tradicionales, y
sus potenciales consecuencias en el funcionamiento de las democracias represen-
tativas (Norris, 1999a; Pharr y Putnam, 2001; Dogan, 2005a; Torcal y Montero,
2006). Pero este debate no se ha reducido exclusivamente al ámbito académico.
Su presencia, como se ha dicho, se ha extendido al resto de la esfera pública ante
la creciente evidencia de que los ciudadanos se muestran crecientemente escépti-
cos hacia los mecanismos e instituciones tradicionales de representación política.
Además, parece ser que la globalización y su expresión institucional más visible
y concreta, que es la Unión Europea, han exacerbado la percepción ciudadana
de que el poder político y las instituciones de representación no responden a sus
demandas e intereses, propiciando el aumento de la falta de confianza en dichas
instituciones. Este proceso ha desatado un debate sobre los factores que explican
tal tendencia en el que han desempeñado un papel decisivo el desempeño econó-
mico, por un lado, y el político, por el otro (Kenworthy y Owens, 2011; Meer y
Dekker, 2011; Meer y Hakhverdian, en prensa). Lo malo de este debate es que
se ha reducido fundamentalmente a Europa y algunas de sus conclusiones no son
del todo esclarecedoras.
Este trabajo efectúa un análisis comparado de la confianza en las principales
instituciones políticas (parlamento, partidos políticos, gobierno y tribunales de
justicia) de las democracias en Europa y en América Latina, dos continentes que
no solo engloban algunas de las democracias contemporáneas más significativas,
sino también una enorme diversidad en sus características más básicas, origen
histórico y posterior evolución. Nuestro objetivo es mostrar los distintos niveles
de confianza política de todos estos países y observar su evolución durante la
última década y media. Esta comparación no solo puede ser muy útil desde el
punto de vista descriptivo, sino también desde el punto teórico y empírico. Hasta
ahora, las hipótesis y evidencias empíricas sobre este tema se han formulado en
estudios regionales (fundamentalmente en Europa) que han tenido un limitado
alcance más allá de dichos casos (Mainwaring, 2006). Por ello, la segunda parte
del análisis se dedicará a estimar la relación que existe entre los niveles de desa-
fección en todos estos casos y su evolución en el tiempo con un conjunto de fac-
tores formulados por la literatura que los trata. Para esto consideramos datos de
encuesta de variadas fuentes que capturan las tendencias de 46 países europeos
y latinoamericanos a partir del año 2003.
Además de describir la realidad comparada atendiendo a la confianza decla-
rada en cuatro instituciones básicas, este trabajo intentará mostrar la validez de
tres argumentos que hasta ahora se han utilizado para explicar las diferencias
entre países en cuanto al grado de confianza en sus instituciones políticas. El
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primer argumento sostiene que existe un componente cultural de largo recorrido
para explicar las diferencias entre países y alude a determinadas características
culturales idiosincrásicas de cada país o región del mundo, si bien su peso varía
dependiendo de cada institución pues, por ejemplo, apenas tiene incidencia para
explicar las diferencias en el gobierno. Además, eso no es todo: el funciona-
miento del proceso político de los sistemas también es decisivo para entender
su evolución en el tiempo y las diferencias entre países (Meer y Hakhverdian, en
prensa). En este sentido, queremos destacar el importantísimo papel que juega la
corrupción política. Los datos muestran que cuanto mayor es el control de la co-
rrupción en un país, mayor es su grado de confianza política en las instituciones.
Este argumento es importante tanto para explicar las variaciones entre países
como su evolución en el tiempo.
Asimismo, los logros económicos y sociales de los sistemas también son impor-
tantes: aspectos como el crecimiento económico y la inflación también afectan de
manera significativa la evolución y las diferencias en los grados de confianza polí-
tica en las instituciones (Erkel y Meer, en prensa). Finalmente, aunque en menor
medida, también cuentan las instituciones del sistema democrático, como su siste-
ma electoral y el tipo de régimen. Como se verá, la confianza institucional parece
ser menor en sistemas presidencialistas y mayor en sistemas electorales mixtos o
proporcionales. La confianza política, por tanto, no solo posee un elemento cultu-
ral que le da estabilidad y que explica los diferentes niveles entre países, sino que
responde a otros factores relacionados con su funcionamiento, sus instituciones y
sus logros. Habrá que actuar sobre esos elementos para revertir el elevado grado de
desafección que «aflige» cada vez más a las democracias de muchos de estos países.
1. LA CONFIANZA POLÍTICA EN PERSPECTIVA COMPARADA
La mayoría de los estudios de desafección se han centrado fundamentalmente
en el ámbito de la confianza política o institucional Norris, 1999a y 2011; Pharr
y Putnam, 2001; Dalton, 2004; Dogan, 2005a; Torcal y Montero, 2006). Todos
los estudios realizados hasta la fecha han mostrado de manera significativa la
constante y estable diferencia en los niveles de confianza política entre muchas
de las principales democracias representativas europeas y latinoamericanas. Ade-
más, todos ellos han coincidido en señalar que la confianza institucional tiende a
ser significativamente más alta en los países del norte de Europa y mucho menor
en los países del sur del continente (Marien, 2011) y en América Latina (Torcal,
2006; Ross y Escobar-Lemmon, 2011). Por otro lado, como se ha señalado, es-
tas diferencias se han caracterizado por su estabilidad con independencia de los
distintos niveles de confianza institucional de los que se partiera (Bovens y Wille,
2011). Por tanto, se llegó a la percepción generalizada de que la desconfianza
institucional y la desafección política en general eran actitudes básicas que mos-
traban una gran durabilidad en el tiempo, lo que se ha atribuido a la presencia de
un componente cultural básico de muchas de estas sociedades (Hooghe y Zmerli,
2011: 4). Esta argumentación culturalista ha sido frecuente y en cierta medida
dominante en los estudios de cultura política, especialmente en los primeros es-
tudios al respecto (Almond y Verba, 1963). Según esta hipótesis, denominada
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