La conducción de vehículos a motor bajo la influencia del alcohol

AutorDavid Lorenzo Morillas Fernández
CargoDoctor en Derecho, Experto en Criminología y Profesor Ayudante Doctor en la Universidad de Murcia
Páginas65-92

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I El consumo de alcohol en España

El alcohol representa la droga más consumida en nuestro país. Prueba de ello es que, en el año 2001, un 88,8% de una muestra poblacional de 14.113 individuos con edades comprendidas entre 15 y 64 años la habían ingerido alguna vez en su vida; un 77,4% alguna vez en los últimos doce meses y un 63,8% lo hizo en los últimos treinta días 1, aventajando sobre una media del 20% a la siguiente droga más consumida en España: el tabaco 2. Total-mente distintas son, por el contrario, las tasas de consumo diario

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de drogas donde las legales mantienen su primacía intercambiando sus roles; esto es, el tabaco es ingerido diariamente por un 35,1% de la población estudiada mientras el alcohol lo es en un 15,3%, circunstancia lógica teniendo en consideración la mayor adicción generada por el primero; seguidas del cánnabis, con un 1,6% 3, unos porcentajes, los de alcohol y tabaco, que sufrieron un retroceso en el período 1997-2001 pero que han alcanzado la mayor cota en el citado intervalo de tiempo, frente al cánnabis que ha venido aumentando progresivamente desde 1995.

La variedad de bebidas alcohólicas otorga una amplia oferta al consumidor. Inicialmente pudiera pensarse que las más consu-midas por la ciudadanía española son la cerveza y el vino, como elementos, por qué no decirlo, integrados o acompañantes típicos de la dieta mediterránea. Sin embargo, si bien la anterior afirmación resulta cierta, creo necesario detenerme, si quiera sea de manera gráfica, a equiparar las tasas de consumo de diversas bebidas alcohólicas durante la semana y en fin de semana con el propósito de determinar, si existe, una continuidad en la tipología de consumo o, por el contrario, alguna disfuncionalidad. A tal efecto, conforme a los datos recogidos por el Observatorio Español sobre Drogas pueden establecerse las siguientes cuantificaciones 4:

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De conformidad con los datos expuestos sobre las principales bebidas alcohólicas consumidas en nuestro país, llama poderosamente la atención el incremento, significativo en la mayor parte de supuestos, en la ingesta de semejantes líquidos durante el fin de semana 5. Ciertamente el aumento de las respectivas tasas de cerveza y vino no deja de ser un hecho usual fundado en la propia cultura hispánica en relación al tiempo libre y especiales even-tos desarrollados en la referida fecha. Sin embargo, no se aprecia similar situación en el caso de las categorías «cubata» y «licores» por cuanto, además de ser bebidas de graduación alcohólica mayor, su incremento porcentual, casi seis y tres veces superiores respectivamente en fines de semana, no responde a un parámetro contínuo en conexión con el resto de días debiendo coexistir causas ajenas a las habituales. En este sentido, con el propósito de delimitar el motivo generador de semejante distinción, conviene concretar los intervalos de edad en que se aprecia un mayor incremento en el consumo a fin de establecer hipótesis que permitan resolver la anteriormente citada disimilitud. El Informe del Observatorio Español sobre Drogas advierte de un incremento, en algunos casos desmesurado, en el consumo de determinadas bebidas alcohólicas en ciertos intervalos de edad, principalmente individuos jóvenes. Así, entre los 15 y 29 años, las bebidas más consumidas fueron los combinados/cubatas (un 22,3% los consume todos los fines de semana, frente a un 11,9% en la población de 15-64 años 6, por encima incluso de la cerveza 7.

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En consecuencia con lo anterior, cabe reafirmar el considerable aumento del consumo de alcohol en fines de semana y períodos festivos debiendo señalar como grupos de especial adicción el comprendido entre quince y veintinueve años 8, seguido del

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intervalo veintinueve-treinta y cuatro, quienes se caracterizan por la ingesta principalmente de bebidas con dosis elevadas de alcohol concentrado. Esta práctica se encuentra potenciada por la denominada «cultura del botellón»; esto es, reuniones de jóvenes, de las edades referidas anteriormente, citados previamente en un lugar concreto donde ingieren las citadas bebidas alcohólicas.

El verdadero peligro en los delitos contra la seguridad del tráfico, relacionados con el alcohol o influencia de drogas tóxicas, estupefacientes o sustancias psicotrópicas comienza ahí, en el instante en el que concluye la citada práctica y los participantes inician la conducción del vehículo en estado de embriaguez.

II Relación alcohol vs. Conducción
1. Cuestiones generales

Como muy contempla el Estudio de los accidentes de tráfico en España en el periodo 1999-2003 en función de la velocidad, «la multicausalidad es el factor común de los accidentes de tráfico, siendo difícil conocer la contribución parcial de los distintos factores de riesgo. En numerosos estudios se ha constatado que tanto la producción de accidentes como su gravedad aparecen asociadas a múltiples factores, entre los que el más sobresaliente es el factor humano (distracción, velocidad inadecuada, conducción imprudente, fatiga, conducción bajo los efectos del alcohol u otras sustancias, etc.). De igual modo, aunque en menor medida, inter-vienen también factores relativos al medio (estado de la vía, luminosidad, factores atmosféricos, etc.) y factores mecánicos o del vehículo (neumáticos, luces, frenos, etc.)» 9, si bien algún autor, como es el caso de Álvarez González, cuantifica en al menos un 80% la tasa de accidentes de tráfico causados por el factor humano 10. En este sentido e incidiendo en los primeros, Lardelli Claret, Luna del Castillo, Jiménez Moleón, Rueda Domínguez, García Martín, Femia Marzo y Bueno Cavanillas realizaron una investigación tendente a determinar los principales factores de riesgo causantes de colisiones de vehículos, resaltando la importancia del exceso de

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velocidad, somnolencia y conducción bajo los efectos del alcohol
11. De todos, el alcohol, en dosis más elevadas a las permitidas, sea quizás el más peligroso en referencia al factor humano por la pluralidad de efectos que llega a producir su consumo; esto es, se han enunciado anteriormente fenómenos como la distracción, velocidad inadecuada, conducción imprudente (...) situaciones todas ellas que pueden manifestarse de forma individual —piénsese, a tal efecto, en el individuo que circula a una velocidad media de 180 km/h en una autovía por la potencia de su automóvil o la persona que sostiene con una mano el teléfono móvil mientras mantiene una conversación telefónica con un tercero disminuyendo su nivel de atención a la carretera y su capacidad de reacción— o colectiva, a través de la ingesta de alcohol por cuanto, como se verá posteriormente, entre los diversos efectos producidos por esta sustancia se encuentra la locuacidad, excitación, irritabilidad, agresividad, somnolencia, estupor, comportamiento anormal (...) 12. No obstante, como resaltan expresamente Alhambra Pérez y Segura Abad, las principales alteraciones en funciones específicas para la conducción vienen asociadas principalmente con la capacidad visual, función auditiva y tiempo de reacción 13.

El consumo de alcohol, máxime cuando se llega a un estado de embriaguez, es una de las causas generadoras de accidentes de circulación. Los datos empíricos demuestran cómo los accidentes de tráfico representan la primera causa de mortalidad de jóvenes entre dieciocho y veinticuatro años 14, uno de cada cuatro muertos por accidente de tráfico es menor de veinticinco años cuando únicamente representan alrededor del 17% de los conductores, o que en semejante porcentaje se les detectara alcohol u otro tipo

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de sustancias similares 15. Zador, Krawchuck y Voas, en uno de los múltiples trabajos internacionales sobre la materia, ponen de manifiesto el intenso riesgo existente entre las variables conducción de vehículos a motor y consumo de alcohol en jóvenes de hasta veintiún años en el sentido de que una equiparación proporcional entre éstos y otros conductores de diferente edad denota un mayor riesgo de accidente por la referida droga que el resto 16. En este sentido, el Observatorio Nacional de Seguridad Vial señala que el principal grupo de víctimas mortales en carretera durante al año 2004 —igualmente extensible a períodos anteriores— lo comprende individuos de entre veinticinco y treinta y cuatro años con un 22,81% del total 17. Del Río, Gómez, Sancho y Álvarez han establecido la siguiente gráfica comparativa del riesgo relativo a sufrir un accidente mortal cuando se conduce con niveles de alcohol en sangre superior a la tasa reglamentariamente permitida de 0,8 g/l reafirmando el hecho enunciado sobre la mayor vulnerabilidad de los más jóvenes a verse inmersos en un hecho de similares características 18:

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Un elemento no tenido en consideración hasta el momento ha sido la edad de inicio en el consumo de alcohol. Las estadísticas españolas cifran en 13,7 la edad media de consumo por primera vez y 15,1 la del comienzo de manera semanal en los jóvenes españoles 19. La influencia de semejante variable en relación a futuros hechos relacionados con la conducción bajo los efectos del alcohol ha sido probada por Hingson, Heeren, Levenson, Jamanka y Voas quienes, en una investigación de ámbito nacional estadounidense, determinaron que cuanto más jóvenes comenzaran a beber los sujetos, mayor riesgo de accidente de tráfico relacionado con el alcohol. En concreto, la tasa de accidentes era 3,5 veces mayor entre individuos que empezaron a consumir alcohol a los catorce años que quienes lo hicieron a los veintiuno. Pero es más, aún...

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