El conde de toreno, diputado en las cortes de Cádiz. Itinerario y cronología

AutorLuis Palacios Bañuelos
Páginas365-384

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José María Queipo de Llano, conde de Toreno, nació en Oviedo el 26 de noviembre de 1786. Era primogénito por parte paterna de la Casa de Tore-no, una de las estirpes nobiliarias más arraigadas en la zona castellano. Su madre era natural de una noble familia de Cuenca. Su infancia está marcada por los traslados sucesivos de sus padres desde Asturias a Madrid, Toledo y Cuenca sucesivamente, lugares en los que su familia tenía bienes materiales.

En Cuenca comenzó sus estudios literarios demostrando una gran habilidad en el dominio de la lengua latina, gracias al trabajo con su preceptor D. Juan Valdés, que había llegado a Madrid en 1797 para ese cometido. Además de haber recibido una importante instrucción humanística también aprendió matemáticas con Rossell, catedrático del Seminario de Nobles, la física experimental con Vegas, en San Isidro el Real, y otros cursos de química, mineralogía y botánica. En el contexto de la Ilustración y la incursión de los modelos filosóficos en España el joven Conde de Toreno no tuvo un influjo directo de las nuevas ideas provenientes de Francia. Fue el abad del Monasterio de benedictinos de Monserrate (Madrid) quien puso por primera vez en su conocimiento a Jean-Jacques Rousseau, en libros como el Emilio o el Contrato Social.

Los padres de José María Queipo de Llano volvieron a Asturias en 1803, pero él volvió al poco tiempo a Madrid, donde pasó largas temporadas perfeccionando sus estudios. En esta ciudad se hallaba cuando ocurrieron los sucesos del 2 de mayo de 1808 en la capital española, años después todavía le quedaría en su recuerdo la profunda impresión que le habían causado los hechos experimentados esos días de mayo:

“Nuestros cabellos (…) se erizan todavía al recordar la triste y silenciosa noche, solo interrumpida por los lastimeros ayes de las desgraciadas victimas y por el ruido de los fusilazos y del cañón, que de cuando en cuando y a lo lejos se oía y resonaba”.

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Estos hechos nos sitúan ya en la Guerra de la Independencia que afectaron a toda la nación española creando un sentimiento de independencia y de despecho frente al invasor francés y un clamor de venganza.

El joven Queipo de Llano (Vizconde de Matarrosa en aquellos momentos) partió de Madrid hacia Oviedo tras el 2 de mayo, con la sensación de que la sublevación estaba cerca. A ello, contribuyó al deseado Alzamiento gracias a la influencia que le permitía tener su familia y enardeciendo los hechos y horrores que había presenciado en el mayo madrileño. La defensa de la búsqueda de la independencia del francés, el enaltecimiento del pueblo español y la exposición de las atrocidades vistas en Madrid, las expuso en la Junta general de principado (Junta General de Asturias).1La Junta, presta a hacer frente a los franceses, envió representantes a Inglaterra para pedir ayuda con el fin de poderse oponer con las armas al invasor. El encargado de esta empresa fue el joven José María Queipo de Llano, en compañía de D. Andrés Ángel de la Vega. El 30 de mayo de 1808 partieron desde el puerto de Gijón a bordo del barco Jersey, llegando al puerto de Falmouth el 6 de junio. En Londres se entrevistaron con el Ministro de Relaciones Extranjeras, Mr. Canning, quien les animó a la tarea que tenían por las consecuencias que tendría en Europa. Con este precedente, las diferentes reuniones que tuvieron en la capital británica fueron un éxito, recibiendo obsequios y distinciones por ello.

La estancia en Inglaterra le permitió al entonces Vizconde de Matarrosa contactar y lograr una buena relación con diferentes personajes ingleses como Castelreagh, Wellington, Whimdam, Wilberforce, lord Holland, Scheridan… Y también entabló amistad con Agustín de Argüelles que era comisionado en la capital inglesa por parte de Fernando VII.

El regreso a España de José María Queipo de Llano se produjo En diciembre de 1808 vuelve a España. El fallecimiento por entonces de su padre le convirtió en el Conde de Toreno, nombre con el que se le conocerá desde entonces. Hasta mayo de 1809 se desligó del mundo político, por sus desavenencias con algunos miembros de la Junta de Asturias. En ese mes, entró en Oviedo el Marqués de la Romana, que había llegado del Norte poco tiempo antes, habiéndosele explicado las desavenencias internas de la Junta, se decidió disolverla y formar otra en la que se nombró miembro al Conde de Toreno. Toreno recriminó su proceder al Marqués de la Romana y no aceptó el nombramiento.

El Conde de Toreno permanecería en Asturias mientras duró la ocupación apoyando la lucha de las tropas españolas contra el invasor. Tras la liberación asturiana pasó por mar a Andalucía, llegando a Sevilla, donde se encontraba la Junta Central, en el mes de septiembre de 1809. Había acudido a la capital andaluza para apoyar al gobierno supremo y participar en su suerte, influenciado quizás por la circunstancia de que su tío fuese el Marqués del Campo-Sagrado, representante de Asturias en la Junta Central junto con Gaspar Melchor de Jovellanos.

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Ante el avance francés la Junta Central se trasladó a la isla de León. Allí se desplazó Toreno que pronto recibió poderes para que la representase. Ante los problemas planteados sobre la Regencia, etc. y dada la situación de asedio, Toreno se inclinó por pedir a la Regencia una rápida convocatoria de Cortes. Se accedió a la petición y dieron al Conde de Toreno el encargo de redactar la exposición y entregar el documento a la Regencia, en compañía de Guillermo Hualde. Consiguiendo finalmente que se promulgase el decreto de convocatoria de Cortes. Esta labor del Conde de Toreno en la convocatoria de las Cortes le reportaron fama y popularidad en la ciudad gaditana y en las esferas políticas del momento. Sin embargo, también se ganó enemigos por la defensa de esta convocatoria, puesto que sectores más conservadores como los provenientes del Consejo Real, los cuales insistían en que se castigase a Conde de Toreno y a los diferentes diputados que habían firmado la convocatoria. Esto venia motivado por el miedo y aversión que tenían hacia las asambleas deliberantes, por los resultados que estas pudiesen dar.

Los reformadores, entre los que se encontraba Toreno, lograron su objetivo y la Regencia se vio obligada a señalar el 24 de septiembre de 1810 para convocar Cortes monocamerales. Para Toreno esa fecha se convierte en la puesta en marcha de la regeneración y gloria de España. La primera consecuencia de ello es que en España se instaló un sistema nuevo y desconocido hasta entonces, por lo que la aclimatación a la representatividad entre los ciudadanos será difícil de asumir entre algunos sectores más conservadores.

Tras la segunda liberación de Asturias, la Junta nombró al Conde de To-reno como su diputado a Cortes, a pesar de tener menos de 25 años que eran los requeridos para participar en ellas. Pero su admisión fue apoyada por parte de Argüelles, Cañedo, Mejía… los cuales alabaron su patriotismo y los “talentos” del Conde. El día 18 de marzo de 1811 el Conde de Toreno juró y tomó asiento como diputado propietario.

La primera intervención importante en Cortes del Conde de Toreno fue en relación con la discusión sobre los señoríos y los derechos jurisdiccionales, aboliendo las cargas emanadas del título señorial, como asimismo las concesiones reales de caza, pesca, azudes, molinos, pontazgos, barcajes, y otros privilegios exclusivos, contrarios a las exenciones comunes y a las “sanas doctrinas económicas”.

El discurso del Conde de Toreno causó una profunda sensación entre los diputados, dado que en la primera de las intervenciones comentó que él era dueño de varios señoríos, y defendía a la vez que se aprobase la nueva legislación sobre señoríos y derechos jurisdiccionales aunque le perjudicase. Los contrarios al Conde de Toreno lanzaron diferentes escritos en los que ridiculizaban el patriotismo del asturiano, alegando la escasa entidad de los señoríos que este tenía.

El discurso del Conde de Toreno en estos momentos está visiblemente inspirado por el Contrato Social:

“Los hombres se constituyen en sociedad para su felicidad, no para darse grillos”

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“Las naciones jamás pudieron ni debieron hacer regalos con los pueblos como si fueran joyas”

Sus ideas de juventud llegaban a defender el no reconocimiento del derecho a indemnización a los compradores de los señoríos, debido a que esas compras eran ilegitimas, porque nadie tenía derecho a vender los pueblos. Estas ideas de juventud fueron matizadas y rectificadas en su madurez que quedarán plasmadas en la Historia del levantamiento, guerra y revolución de España, respetando estos derechos de indemnización como una derivación del derecho de propiedad.

Con estos hechos y la reputación ganada por su labor política el joven Conde de Toreno era considerado no solo un hombre de buenos estudios, de exquisita educación, de condición activa y dominante, sino que además reputado por mozo “entendido, sagaz y bullidor”, tachándole los enemigos de arrogante y presumido.

Otro de los temas que el Conde defendió ante las Cortes fue la defensa eficaz de la Comisión de Guerra, de la que formaba parte, sobre todo en la discusión del reglamento de guerrillas y en el dictamen sobre la exención de pruebas de nobleza para la admisión de los alumnos en los colegios militares. Sus opiniones al respecto hicieron que se enfrentase a los sectores de la nobleza. A ello contribuiría su propuesta de extinción de las cuatro órdenes militares, que deberían ser sustituidas por la Orden Nacional de San Fernando (que fue creada el 31 de agosto de 1811).

Pero el debate más importante en el que participó fue el de la Constitución. En los debates de esta trató temas como la doctrina sobre la soberanía popular, que las cortes debían ser monocamerales, la restricción de la inter-vención de la potestad regio en la formación de leyes…

“Soy de opinión de que en este artículo [potestad regia] se suprima la cláusula con el Rey, y que en el cap. VIII se...

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