Conclusión

AutorArmando Zerolo Durán
Páginas133-137

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Chateubriand era un animal político que solo cuando el azar de la política le rechazó buscó el abrigo de las musas. Mientras tanto, su cuerpo y su alma estuvieron entregados siempre a lo político.

Su pensamiento es original, y resultó ser muy influyente en los grandes acontecimientos y en los más importantes personajes políticos de su época, quienes le apreciaban y respetaban.

Hemos querido destacar dos elementos de su pensamiento político por ser los menos estudiados y, al mismo tiempo, los más originales e importantes. El primero, que es el que también le ha dado fama literaria, es su romanticismo, y uno de sus caracteres, la inteligencia histórica. Supo captar como pocos de sus contemporáneos que la relación del individuo con la historia era el factor determinante de la nueva época y así pudo realizar con agudeza un análisis adecuado a los acontecimientos concretos que le tocó vivir. El segundo elemento, relativo a las formas de gobierno, es su lectura muy particular de la Carta de 1814 y el nuevo sistema político conocido como Monarquía Constitucional.

La Monarquía Constitucional es la primera forma política madura surgida de la Revolución Francesa y que marca,

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sin ningún género de dudas, la entrada en una nueva época política, la del Estado Moderno tal y como lo conocemos todavía hoy. En la Restauración se urdieron los mimbres de una forma política que ha durado al menos dos siglos y que hoy, atendiendo a múltiples indicadores, podemos afirmar que se está extinguiendo.

El Estado Moderno, tras la Revolución Francesa, se constituyó sobre el dogma de la neutralidad del Estado o, lo que es lo mismo, sobre una religión secular y una moral estatal independientes de la religión y de la Iglesia. Se había producido la separación artificial entre el Estado y la Sociedad, entre lo público y lo privado y entre lo temporal y lo espiritual. En base a estas tres grandes separaciones debía reconstruirse un sistema político que garantizase, al menos, la seguridad. Es la condición necesaria para el nacimiento del Estado Liberal.

El sistema estatalista nacido de la gran revolución se articulaba entorno a la distinción hecha famosa por Montesquieu de los tres poderes: ejecutivo, legislativo y judicial. Como sistema consistía en una organización del monopolio del poder del Estado sobre la Sociedad. No se trataba de dar más poder a la sociedad, sino de limitar el poder que durante la época del Antiguo Régimen se concentró demasiado en...

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