Comunicación materno-filial en el embarazo

AutorNatalia López Moratalla
CargoDepartamento Interfacultativo de Bioquímica y Biología Molecular Facultad de Medicina. Universidad de Navarra. 31080 Pamplona natalialm@unav.es
Páginas304-315

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1. La comunicación interpersonal es condición de la vida de cada hombre

La vida es en primer lugar algo biológico. En cada uno de los seres humano hay que añadir siempre otro nivel: el de la relación interpersonal. Es un plus de realidad de cada uno que se funde con la existencia biológica confiriendo a la vida de cada hombre otra dimensión; aquella que le permite con-vivir con los otros desde su propia biografía.

El cuerpo de cada hombre tiene un titular personal que se manifiesta y se comunica a través del lenguaje hablado y del lenguaje corporal de los gestos naturales, como son la mirada, la risa, la danza, las caricias, la unión corporal específica entre un varón y una mujer, etc. Y precisamente por tener un titular, el cuerpo humano muestra rasgos morfológicos y funcionales muy peculiares que no existen en los animales.

Cada uno de los hombres es un ser no-especializado, más desprogramado que el animal, y por ello no está estrictamente sometido a las condiciones materiales del vivir. El actuar humano no es instintivo y automático aún en las tendencias naturales más pegadas a la vida biológica, como puede ser el hambre que avisa de la necesidad de alimentarse para sobrevivir. De hecho, los hombres pueden hacer arte culinario, huelga de hambre, sufrir anorexia, o convertir la comida en interrelación de amistad, en fiesta y celebración. Cada uno aparece liberado del automatismo biológico y capaz de técnica, educación y cultura, con lo que soluciona los problemas vitales que la biología no le resuelve. Cada uno de los hombres se agranda o se estrecha a sí mismo ese espacio interior de libertad con los hábitos. Por eso, los hombres no están nunca terminados. La vida de cada hombre es trabajo, tarea a realizar y por tanto empresa moral.

La peculiar fisiología humana está indeterminada en su acontecer biológico y abierta a la acogida familiar. La criatura humana nace siempre en un parto prematuro, sin acabar, y necesitada de un acabado en la familia. Más aún, la construcción y maduración del cerebro de cada hombre no está cerrada, sino abierta a las relaciones interpersonales y a la propia conducta, por lo que presenta una enorme plasticidad neuronal. Sólo con la acogida de los demás se desarrolla y alcanza la plenitud personal. Sin familia Page 305 humana los hombres no sobreviven y tampoco son capaces de llegar a hablar; si no ve rostros humanos el cerebro cierra las ventanas del tiempo propio de este aprendizaje.

Porque el hombre es libre, porque está abierto a la comunicación interpersonal, puede liberarse del automatismo cerrado de la biología, de forma que no existe propiamente una vida animal del hombre; el cuerpo del hombre es siempre un cuerpo humano. De ahí que todo cuerpo humano tenga una racionalidad propia, una referencia al titular de ese cuerpo.

1.1. Fenómenos biológicos de comunicación y diálogo molecular y celular

¿Tiene sentido real referirse a los intercambios moleculares y celulares entre la madre y el hijo que gesta en su seno? ¿Tiene sentido real referirse al reconocimiento específico de los gametos de los progenitores? Ciertamente de los procesos vitales se puede hablar en metáforas, pero aquí se trata de un lenguaje simbólico. Esto es, se expresa con el ropaje concreto de la comunicación entre cuerpos personales el lenguaje de lo real: aquello que es y que siempre es más de lo que aparece. Expresiones que remiten más allá del mero hecho. Tiene sentido hacerlo porque la naturaleza habla con palabras reales que ponen de manifiesto la realidad profunda que siempre está más allá del mero proceso biológico. Los hechos biológicos, conocibles de forma empírica, abren espacios al conocimiento del mundo vivo.

Todos los fenómenos humanos son biológicos y biográficos, profundamente correlacionados y entrelazados, que nacen de una misma situación biológica primordial1. Lo originario es lo biológico y esa comunicación biológica predispone para la primera interrelación o encuentro afectivo, en concreto materno-filial, de acogida, que abre a las demás relaciones familiares y sociales.

Todos los vivientes se comunican con el medio, se comunican entre sí y también se comunican entre sí las «partes» que constituyen cada organismo. Y lo hacen siempre en pro de un enriquecimiento de las partes al todo, de uno con lo demás y los demás. Siempre a favor de unidad, de vida unitaria y de comunidades de vida. Son unidades que se establecen en el diálogo; y es, justamente en el diálogo, donde tiene lugar la plenitud de la unidad entre las personas, la unión más perfecta. Una célula sola no es suficiente para «hablar» o «conocer que debe hacer», aunque si guarda memoria de las comunicaciones anteriores; por ello cada célula de un organismo tiene la historia de donde ha estado y con qué ha interaccionado y de las órdenes recibidas. La percepción es intermitente, generalmente química, y con cierta frecuencia célula a célula: recibe una indicación por interacción en su superficie con un ligando que Page 306 le pasa una señal y la traduce expresando un gen que la cambia y que puede tener como resultado que libere una señal para otra u otras células.

Todos los vivientes a los que corresponde una vida intensa, como son los mamíferos, necesitan «hacerse» en el cuerpo de la madre. Las crías de cada especie, según la intensidad de vida que le es propia, por ser lo que son, requieren un acabado, que les impregna de lo suyo y de los suyos; les da la impronta corporal que les corresponde. Este terminado es parte de las tareas naturales de maternidad. En este sentido el útero materno no es sin más un órgano de la hembra. En cierta medida -mayor medida cuanto más rica es la vida de los individuos de la especie a que pertenecen- es nicho en el que los instintos se tiñen de aquellas emociones que son capaces de sentir, y capacita para aprender comportamientos. Tan genético y definitorio de la identidad del animal es tener una forma concreta de extremidades como la predisposición al encuentro con «lo suyo».

A lo largo de la existencia cada hombre requiere de diferente manera y con intensidad diferente un hábitat que es físico pero que está humanizado y ha de humanizar para vivir humanamente. El diálogo madre-hijo en la primera etapa de la vida es real e interpersonal, hecho con un tipo de palabras que parte de las señales moleculares que traducen los cuerpos personales. Real porque es un diálogo que crea una unidad de vida -la más perfecta simbiosis- entre dos seres humanos.

Cada hombre, por su ser libre, paradójicamente, necesita las relaciones interpersonales para crecer como hombre; incluso para el desarrollo cerebral y para armonizar la vida intelectual y afectiva. Los diálogos del proceso biológico primordial, siendo en primer término moleculares, predisponen al hijo para el primer encuentro personal maternal-familiar tras nacer. En el seno materno va adquiriendo el acabado afectivo imprescindible para un ser libre; aquello que le permite asimilar y asumir la tarea de vivir, abierta a la relación con los demás, ya que la vida de cada hombre es personal, biográfica, creativa y cultural.

A las capas conscientes de la urdimbre afectiva de cada hombre tampoco es ajena su vida en su primera habitación en el mundo. El mundo humano en que se desenvuelve la vida de la madre le llega al hijo que empieza a impregnarse del entorno familiar y cultural. La gestación pone al hijo en relación con el mundo interno de su cuerpo y con el mundo exterior que es su hábitat humano, con sus sonidos y olores. Son los lazos naturales.

1.2. La naturaleza prepara los lazos que cada ser vivo necesita para vivir

Una característica del cerebro humano es la plasticidad, es decir, su capacidad de moldearse como consecuencia de hábitos intelectuales, relaciones emocionales, actividades físicas, etc. La plasticidad cerebral se mantiene a lo largo de toda la vida. Las experiencias modifican los diálogos entre las neuronas, refuerzan circuitos existentes y crean otros nuevos. Así, la vida del individuo enriquece o atrofia su propio cerebro. Por la acción Page 307 genética y hormonal, durante el proceso embrionario se trazan las grandes autopistas de circuitos neuronales innatos. Las hormonas fabricadas por el...

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