La comunicación del asesoramiento científico al público

AutorStephanie J. Bird
CargoMassachusetts Institute of Technology

Introducción

Cuando acontecimientos predecibles o impredecibles requieren el desarrollo de políticas públicas, quienes toman las decisiones políticas con frecuencia acuden a los científicos para que identifiquen o produzcan resultados que puedan orientar el desarrollo de políticas adecuadas. La exposición a toxinas biológicas o a alimentos o aguas contaminados son ejemplos que se han producido recientemente. Cuando se encuentra en peligro la salud o el bienestar, los políticos necesitan dar consejos sensatos basados en resultados científicos, y este consejo debe ser comunicado al público con eficacia y, a menudo, con rapidez. Ahora bien, la comunicación del asesoramiento científico al público suscita una serie de cuestiones (Garrett y Bird, 2000) y es problemática en varios niveles:

Cuando acontecimientos predecibles o impredecibles requieren el desarrollo de políticas públicas, quienes toman las decisiones políticas con frecuencia acuden a los científicos para que identifiquen o produzcan resultados que puedan orientar el desarrollo de políticas adecuadas

El conocimiento científico limitado del público en general compromete la capacidad de comprender las ventajas y los inconvenientes de los hallazgos científicos.

La misma información científica cambia a medida que aprendemos más.

El asesoramiento científico incorpora tanto hipótesis sobre los costes, riesgos y beneficios potenciales como valores y sistemas de valores.

Sin embargo, es sumamente importante desarrollar mecanismos y métodos eficaces para transmitir el asesoramiento científico al público (así como a otros científicos y a quienes toman las decisiones), y promover y facilitar la discusión de la información científica y el asesoramiento en un foro público, con el fin de obtener el máximo impacto de la información científica en la formulación de políticas y reforzar la responsabilidad democrática del proceso de asesoramiento científico.

El concepto de comunicación implica una audiencia, un lenguaje común y una comprensión compartida de conceptos básicos

La comunicación de la ciencia

El concepto de comunicación implica una audiencia, un lenguaje común y una comprensión compartida de conceptos básicos. El comunicador, sea un orador o un escritor, es responsable de la exactitud y de la claridad de lo que está presentando y, hasta cierto punto, de lo que transmite, es decir del grado en que se comprende la información. Se espera del comunicador que tenga en cuenta en su exposición el nivel y la orientación de la audiencia. Si ya con frecuencia supone un reto no sólo ser preciso sino también claro en una exposición, saber lo que está siendo realmente percibido puede resultar desde difícil hasta imposible. Cuando la comunicación tiene lugar de persona a persona, puede ser iterativa y dinámica, y el orador puede conocer cuál es el nivel del interlocutor (o del lector) y hasta qué punto lo que se pretende transmitir se ha comprendido realmente. En función de la respuesta del oyente, el presentador puede modificar adecuadamente la información y el modo de presentarla. Sin embargo, con mayor frecuencia el asesoramiento científico se comunica a una audiencia amplia y a menudo invisible, mediante los medios impresos o de radiodifusión. A medida que crece la audiencia, la comunicación es, necesariamente, menos interactiva y potencialmente menos eficaz.

Es notoria la falta de una comprensión general de la ciencia por parte de la sociedad en su conjunto y también por parte de los políticos. E incluso entre los científicos profesionales, es bastante limitado el conocimiento de información científica utilizable, fuera del propio campo de especialización

Aunque hay un gran interés por la ciencia (NSF, 2000), en relación con determinados temas, la necesidad de una información detallada y de su comprensión está en relación con su relevancia inmediata. Por ejemplo, cuando los individuos están expuestos a una sustancia tóxica como el ántrax (o lo que se cree que es ántrax), ellos mismos, sus amigos y los miembros de su familia se encuentran muy motivados para aprender más sobre sus mecanismos de acción, las precauciones adecuadas y los tipos de tratamientos. Pero las personas difieren mucho respecto a su conocimiento básico y su comprensión de la ciencia. Para la mayoría de las personas, el conocimiento general de la ciencia es fragmentario y no actualizado, en el mejor de los casos. De hecho, es notoria la falta de conocimientos científicos no sólo por parte del conjunto de la sociedad, sino también entre los políticos. E incluso entre los científicos profesionales, es bastante limitado el conocimiento de información científica utilizable, fuera del propio campo de especialización. En general, la educación científica básica es inadecuada, en gran medida porque no se ha diseñado para satisfacer las necesidades populares, pero también porque sus objetivos no se han articulado de forma clara y coherente. Afortunadamente, se ha investigado mucho sobre los mecanismos de aprendizaje y la utilización eficaz de tales investigaciones en la enseñanza (Brandsford, Brown y Cocking, 1999). La educación en ciencia y tecnología, basada en los principios del aprendizaje científico, podría servir como firme punto de partida que permita a los ciudadanos utilizar la información y el asesoramiento científicos con eficacia.

La educación en ciencia y tecnología basada en los principios del aprendizaje científico podría servir como firme punto de partida que permita a los ciudadanos utilizar la información y el asesoramiento científicos con eficacia

La comprensión pública de la ciencia y la tecnología es sin duda sólo un elemento en el desarrollo e implementación del asesoramiento científico. Normalmente, el asesoramiento científico se desarrolla a partir de la comunicación interactiva de la información científica, de los expertos científicos a los políticos.

Esto apunta a un problema más fundamental y con una doble dimensión. Por un lado, los políticos, como sus votantes, carecen casi siempre de una base científica sólida, o incluso simplemente adecuada, y los mecanismos que les permitan asegurar la obtención de la información científica y tecnológica que necesitan son escasos (Brademas, 2001). Por otro lado, los científicos profesionales, especialmente los investigadores, en general no son buenos comunicadores de la ciencia para otros que no sean sus propios colegas (Valenti, 2000; Garret y Bird, 2000). Al mismo tiempo, los científicos raramente reconocen la importancia de informar a un público que es el que financia la ciencia (Rensberg, 2000). Más importante aún, los científicos no reconocen en general su papel en la tarea de facilitar que la ciudadanía participe efectivamente en las decisiones políticas que dependen de la ciencia. Por añadidura, la mayoría de los científicos no ha recibido una formación que le permita presentar la información científica a quienes no pertenecen a su comunidad profesional, ya sean políticos o público en general -un reflejo desafortunado de la falta de estima en la que se tiene a esta actividad.

Los científicos, especialmente los investigadores, en general no son buenos comunicadores de la ciencia para otros que no sean sus propios colegas

Aparte del público, los políticos y los científicos, un cuarto grupo, importante para la comunicación al público de la ciencia y el asesoramiento científico, lo constituyen los miembros de los medios, que incluyen (aunque no únicamente) a los periodistas científicos. Éstos desempeñan un papel crucial en el proceso de comunicación de la ciencia. Sin embargo, los científicos y los periodistas tienen una relación difícil y no siempre colaboran en la comunicación de información científica al público (Valenti 2000; Rensberger, 2000). Incluso los profesionales del periodismo científico a menudo desconocen a su propio público. Concretamente, no proporcionan suficiente información del tipo que requieren sus lectores, ni en un contexto en el que ésta les sea útil (Rogers, 2000).

Incluso los profesionales del periodismo científico a menudo no proporcionan suficiente información del tipo que requieren sus lectores, ni en un contexto en el que ésta les sea útil

Evolución de la información científica

Otra fuente de problemas a la hora de transmitir asesoramiento científico al público es la naturaleza de la misma información científica. Aunque lo que se busca es información que permita crear una base sólida para la toma de decisiones, el conocimiento científico está en continua evolución y la certidumbre científica puede no ser más que un espejismo. Los científicos generan constantemente resultados de investigación y generalmente los resultados se basan unos en otros, dando lugar a una imagen coherente que informa las recomendaciones de tratamiento, las decisiones políticas y las opciones personales. Al mismo tiempo, los investigadores, consciente o inconscientemente, reconocen la incertidumbre de la ciencia, es decir, se dan cuenta de que lo que se conoce puede resultar, y a veces lo está de hecho, eclipsado por lo desconocido. Por ejemplo, la dosis tóxica y los efectos en la salud de un producto químico pueden ser bien conocidos para un veneno determinado suministrado por vía oral a un ratón, y mucho menos claramente cuando se suministra en forma de aerosol en una estación de metro a un grupo de pasajeros del suburbano, cuyas edades estén comprendidas desde la infancia hasta la vejez, con una variedad de enfermedades crónicas y agudas, en combinación con otros contaminantes del aire y gases. Esta falta de certidumbre no es lo que los políticos ni la sociedad comprenden, buscan o valoran en la ciencia. Mientras que la sociedad busca respuestas definitivas, la ciencia proporciona piezas de un puzzle que esporádicamente se unen para formar una imagen mayor, y la certeza sólo llega, si acaso, a largo plazo.

Otra fuente de dificultades a la hora de transmitir asesoramiento científico al público es el hecho de que el conocimiento científico está en continua evolución y la certeza científica puede no ser más que un espejismo

Sin embargo, la comunidad científica simpatiza con el deseo de certidumbre del público, y a veces miembros de la comunidad exacerban el problema prometiendo demasiado, sugiriendo prematuramente que la ciencia y la tecnología pueden dar soluciones o información definitivas, que proporcionen unos cimientos sólidos para las decisiones políticas y el asesoramiento científico. Dado que lo que no se conoce es con frecuencia más de lo que sí se conoce, no es sorprendente que, a veces, los resultados de la investigación contradigan (o parezcan contradecir) resultados previos, interpretaciones de datos o teorías anteriores. Cuando los resultados cuestionan recomendaciones de regímenes terapéuticos estándar y/o opiniones y buenas prácticas muy extendidas, pueden crear confusión y perplejidad tanto entre el público como entre los políticos.

Esto nos conduce al meollo de la cuestión. Una comunicación más explícita de la naturaleza cambiante de nuestra comprensión de la ciencia y de su inherente incertidumbre es probable que suponga un servicio para la comunicación de la información científica al público tan importante como unos conocimientos científicos más profundos (Roth et al., 1996; Costa et al., 1998; Pinch, 2000).

Hacer explícita la naturaleza cambiante de nuestra comprensión de la ciencia y de su inherente incertidumbre es probable que suponga un servicio para la comunicación de la información científica al público tan importante como unos conocimientos científicos más profundos

Valores que se incorporan al asesoramiento científico

El asesoramiento científico se genera por el proceso de búsqueda de información científica para orientar o sustentar la respuesta a un problema o preocupación social. En cada etapa hay valores que se incorporan al proceso de un modo intencionado o no. Mientras que la información científica puede ser una descripción o declaración de hechos relativamente objetiva, que detalla y distingue lo que se conoce de lo que no se conoce, el asesoramiento científico recomienda una determinada vía de acción. Está basado en un conocimiento actual y generalmente admitido de la ciencia, y también incorpora (a veces explícitamente pero a menudo implícitamente) estimaciones de las probabilidades e hipótesis sobre la probabilidad del peor de los escenarios. 'Peor', al igual que 'belleza', depende de la visión del espectador e incorpora los valores del individuo.

El asesoramiento científico se genera por el proceso de búsqueda de información científica para orientar o sustentar la respuesta a un problema o preocupación social. En cada etapa hay valores que se incorporan al proceso de un modo intencionado o no

Además de los valores profesionales que aportan al proceso (Anderson, 2000), los científicos pueden estar influidos por sus propios valores sociales, políticos, económicos y religiosos (Longino, 1990; Olson, 1995). Estos valores afectan a cada aspecto de la investigación, desde la selección de un área de investigación, pasando por la identificación de una cuestión específica de investigación, la elección del método, la interpretación y el análisis de los datos, hasta la determinación de cómo y cuándo los científicos comunican sus resultados a la comunidad no científica, ya sean los políticos o el público en general. Cuando un científico testifica ante un comité del Congreso que es prematuro intentar la clonación reproductiva de humanos, casi de modo inevitable el testimonio incorpora el cálculo del científico de los costes y beneficios, así como una evaluación de la tecnología.

Los políticos reflejan los valores de la sociedad y/o de los grupos que representan no sólo en los problemas y preocupaciones que han elegido abordar, sino también en las soluciones que toman en consideración y en los compromisos que están dispuestos a asumir

De igual modo, los políticos reflejan los valores de la sociedad y/o de los grupos que representan no sólo en los problemas y preocupaciones que han elegido abordar, sino también en las soluciones que toman en consideración y en los compromisos que están dispuestos a asumir. En prioridades políticas tales como 'Lo mejor para el mayor número' o 'No dejar atrás a ningún niño', inevitablemente los valores influyen en el desarrollo de la política. El asesoramiento científico está separado de lo que con frecuencia se considera como objetivo de los hallazgos científicos. Como el científico, el político añade sus propios valores, ya sean políticos, religiosos, económicos y/o morales, cuando elabora recomendaciones, esto es, asesoramiento científico, basado en resultados científicos.

Los miembros de los medios que hacen pública la información y el asesoramiento propuestos por los científicos y/o los políticos, invariablemente añaden otra serie de valores, intencionadamente o no, a través de la selección de la información que se presenta al público, el tono de las cuestiones, la selección de los entrevistados, la elección de las citas, cuáles y de quién son las opiniones que se incluyen, etc. (Friedman et al., 1999; Priest y Gillespie, 2000).

Por tanto, hay varias series de valores, así como formas más o menos obvias en que se entrelazan en el asesoramiento científico. Debido a que los valores de los científicos, los políticos y los medios se entrelazan en el asesoramiento científico, estos valores tienden a ser aceptados sin haber sido identificados, probados o evaluados respecto a sus hipótesis subyacentes y a sus amplias ramificaciones. En la medida en que estos valores se opongan a los que sostienen determinados segmentos de la sociedad, pueden suscitar una resistencia u oposición al asesoramiento científico.

Conclusión: Estrategias para mejorar la comunicación y el impacto del asesoramiento científico

Puesto que la comunicación eficaz del asesoramiento científico es esencial para la participación del público en el desarrollo de la política, es útil identificar métodos para superar los obstáculos. Lo expuesto hasta aquí sugiere una serie de estrategias:

Incrementar el conocimiento público de la naturaleza cambiante de la información científica y de los límites de la certidumbre científica.

Mejorar los conocimientos científicos del público y de los políticos aplicando los principios del aprendizaje científico a la educación en ciencia y tecnología.

Formar y alentar a los científicos profesionales en la comunicación al público de sus hallazgos científicos.

Promover las interacciones entre los periodistas científicos y los investigadores.

Enseñar a los periodistas a escuchar y responder a las demandas de su audiencia.

Estimular a los políticos a que incluyan a profesionales en ciencia y tecnología en su equipo; y

Reconocer e identificar los valores incorporados en el asesoramiento científico y promover su discusión pública.

Todos los políticos, científicos, periodistas y el público deben trabajar juntos para asegurar que el asesoramiento científico refleje un uso sensato y adecuado de la ciencia que satisfaga las necesidades del conjunto de la sociedad.

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Palabras clave

limitaciones de la certidumbre científica, comprensión pública de la ciencia, comunicación científica, educación científica, periodismo científico, política científica

Referencias

Garrett, J.M., y Bird, S.J., Editorial Overview - Ethical Issues in Communicating Science. Science and Engineering Ethics 6, 435-442, 2000.

National Science Foundation, Science and Engineering Indicators 2000. Washington, D.C., National Science Foundation, 2000.

Bransford, J., Brown, A., y Cocking, R. How People Learn: Brain, Mind, Experience, and School. Washington, D.C., National Academy Press, 1999.

Brademas, J. El asesoramiento científico a los responsables políticos: el caso de Estados Unidos, The IPTS Report, nº 60, diciembre 2001.

Valenti, J.M. Improving the Scientist/Journalist Conversation. Science and Engineering Ethics 6, 543-548, 2000.

Rensberger, B. Why Scientists Should Cooperate with Journalists. Science and Engineering Ethics 6, 549-552, 2000.

Rogers, C.L. Making the Audience a Key Participant in the Science Communication Process. Science and Engineering Ethics 6, 553-557, 2000.

Roth, W.M., McGuinn, M.K., y Bowen, G.M. Applications of Science and Technology Studies: Effecting Change in Science Education. Science, Technology and Human Values 21, 454-484, 1996.

Costa, S., Hughes, T., y Pinch, T. Bringing it All Back Home: Some Implications of Recent Science and Technology Studies for the Classroom Science Teacher. Research in Science Education 28, 9-21, 1998.

Pinch, T. The Golem: Uncertainty and Communicating Science. Science and Engineering Ethics 6, 511-523, 2000.

Anderson, M.S. Normative Orientations of University Faculty and Doctoral Students. Science and Engineering Ethics 6, 443-461, 2000.

Longino, H. Science as Social Knowledge: Values and Objectivity in Scientific Inquiry, Princeton, New Jersey, Princeton University Press, 1990.

Olson, S. On Being a Scientist: Responsible Conduct in Research, 2ª edición, Washington, DC, National Academy Press, 1995.

Friedman, S.M., Dunwoody, S.y Rogers, C.L. (eds) Communicating Uncertainty: Media Coverage of New and Controversial Science, New Jersey, EE.UU., Lawrence Erlbaum Associates, Inc., 1999.

Priest, S.H., y Gillespie, A.W. Seeds of Discontent: Expert Opinion, Mass Media Messages, and the Public Image of Agricultural Biotechnology. Science and Engineering Ethics 6, 529-539, 2000.

Contacto

Dra. Stephanie J. Bird, Massachusetts Institute of Technology, EE.UU.

Tel.: +1 617 253 80 24, fax: +1 617 253 66 92, correo electrónico: sjbird@mit.edu

Sobre el autor

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Stephanie J. Bird es Ayudante Especial del Vicepresidente de Investigación del Massachussets Institute of Technology (MIT) donde trabaja en el desarrollo de programas educativos que abordan las responsabilidades profesionales de los científicos, y los problemas éticos de la práctica de la investigación y más en general en la ciencia. Por formación es especialista en neurociencia experimental y sus intereses en investigación se centran actualmente en las implicaciones éticas, legales y político-sociales de la investigación científica, especialmente en el área de la neurociencia. La Dra. Bird ha escrito numerosos artículos sobre temas relacionados con la conducta responsable en la investigación y sobre el asesoramiento y otras responsabilidades de los profesionales científicos. Es coeditora de la revista Science and Engineering Ethics, incluyendo los números especiales sobre 'Whistleblowing and the Scientific Community', 'Scientific Misconduct', y 'Communicating Science'.

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