El complicado equilibrio de la promoción del crecimiento, el empleo y la competitividad con la defensa del Estado social

AutorJean Michel Servais
Cargo del AutorProfesor invitado, Universidades de Gerona y de Lieja, Presidente de Honor de la Sociedad Internacional del Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, Ex Director de la OIT.
Páginas25-56

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"La nuit n’est jamais complète Il y a toujours puisque je le dis

Puisque je l’affirme Au bout du chagrin une fenêtre ouverte

Une fenêtre éclairée Il y a toujours un rêve qui veille"

(Paul Eluard, Le Phénix)

1. Introducción

La tesis de que las leyes sobre el empleo y el trabajo reflejan los modelos socio-económicos no es nueva. De todos modos, esta tesis es de gran actualidad en los debates recientes sobre el futuro de la Unión Europea2, y se sustenta sobre la base de que existe una tradición social común a todos los países miembros de la UE- o por lo menos a la mayor parte de entre ellos- que permite identificarlos, así como distinguirlos de los demás países. Es preferible calificar este patrimonio común de modelo económico y social al mismo tiempo, puesto que distinguir estas dos dimensiones, de lo económico y de lo social, aparece en muchos aspectos una ilusión.

Estas políticas comunes, que en hipótesis constituirían el modelo europeo, ¿pueden mantenerse en los tiempos de la globalización Dicho de otra forma, las medidas utilizadas habitualmente para poner en marcha una determinada política económica y social ¿pueden ser escogidas de entre las que han

Traducción de la versión original en francés por Juan Pablo Landa Zapirain.
Este artículo es un desarrolllo de algunas de las consideraciones contenidas en la Conclusiones del libro Droit Social de L’Union Européenne que el autor ha publicado en la Editorial Bruylant (Bruxelles) en 2008.

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funcionado en Europa, a partir de cada historia social, del poder de las asociaciones patronales y sindicales, de la experiencia de sus dirigentes, del lugar que corresponde a las regulaciones legales y a los convenios colectivos en el régimen de las relaciones profesionales, en resumen, de un conjunto de fórmulas y comportamientos propias de una sociedad dada, lo que conforma su cultura como tal sociedad3

Examinaremos, en primer lugar, si, y en caso afirmativo de qué manera, los modelos socio-económicos se corresponden realmente con respuestas diferenciadas de lo que en el Siglo XIX se denominaba la cuestión social. El método que se seguirá consistirá en examinar estos modelos en una perspectiva histórica, analizar cómo los gobiernos en el pasado han reaccionado ante los peligros de una evolución económica poco controlada con el fin de velar por el bienestar de su población y la cohesión de su sociedad, para sugerir finalmente que este enfoque proporciona una clave para comprender las incertidumbres contemporáneas.

A continuación, analizaremos cómo los cambios políticos, económicos y tecnológicos que cubre el término "globalización" han afectado a los diversos modelos, contribuyendo a su progreso, a la vez que trayendo consecuencias negativas para quienes no se adaptan. En efecto, por un lado, la internacionalización de los mercados y de la comunicación han servido para la promoción de los principios de libertad, incluidos los de la libertad de empresa y de participación democrática, por todas partes. Por otro lado, la internacionalización ha desestabilizado, además de a las personas, a los Estados; al poner en entredicho su capacidad de resolver los problemas sociales, al reducir el poder de las autoridades nacionales para ejecutar las políticas que ellos mismos han adoptado, así como el papel de los interlocutores sociales tradicionales para ejercer sus funciones como en otros tiempos. A esta compleja situación se añadirían las dificultades de las instituciones internacionales para proporcionar soluciones de recambio.

En este trabajo nos interrogamos sobre las vías que pueden emprender los Estados o los conjuntos de Estados, como la Unión Europea, para dinamizar su función característica, así como sobre las políticas que podrían escoger los interlocutores sociales para contribuir a rebajar las tensiones sociales. Podrían crear una red compleja de relaciones multilaterales y elaborar un derecho del trabajo principalmente orientado hacia los procedimientos, es decir hacia la asunción y solución de los problemas sociales por el conjunto de los actores sociales y económicos, a través de instituciones de comunicación modernizadas. Semejante evolución presupone una mejor coordinación de las políticas de empleo, de trabajo y de protección social con las otras políticas, económicas, financieras y comerciales en particular.

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2. Un muestrario de políticas sociales Un poco de historia

La historia moderna revela al menos tres tipos de políticas que los gobiernos han adoptado a fin de mantener la paz y la cohesión sociales entre sus conciudadanos. Por claridad expositiva, a pesar de que la utilización de estas fórmulas se tache de reduccionistas, las llamaremos: "despotismo ilustrado", "laisser-faire" y "economía social".

2.1. El despotismo ilustrado

Durante el Siglo XVIII, Austria y Prusia practicaron un autoritarismo virtuoso conocido bajo el nombre de "despotismo ilustrado". El gobierno poseía una visión propia de los problemas sociales identificados, y la imponía; aplicaba el método que él mismo juzgaba como el mejor sin atender la opinión de las personas concernidas.

Todavía en el día de hoy, numerosos políticos o la alta administración del Estado proceden de manera parecida en numerosos lugares de Asia y en otros países en desarrollo4. A menudo, brillantes tecnócratas, diplomados de las mejores universidades occidentales o japonesas se sienten en una privilegiada posición para comprender y resolver las dificultades de sus compatriotas, sin que se proceda a consultar la opinión de los interesados o de sus organizaciones profesionales. La industrialización del Japón a finales del S. XIX y a principios del S. XX, más recientemente, la de Corea del Sur y de Taiwán se ha fundado sobre esta concepción de la política social. El Estado y sus cuadros funcionariales juegan un papel activo en el desarrollo de las relaciones profesionales. Su influencia parece bastante considerable en estos países, sus preocupaciones se centran sobre todo en el crecimiento económico y la productividad. Simplificando lo dicho, se diría que la intervención del Estado se preocupa del progreso económico antes de dirigir su atención a la cuestión social, al estimar que el éxito en la primera conlleva la solución de la segunda5.

De todas formas, hay que precisar que en el curso de su evolución, estos países progresivamente han dedicado una mayor atención a los problemas de los asalariados y han permitido la libre negociación colectiva de sus condiciones de trabajo. Los tres pilares del sistema japonés de relaciones profesionales, el empleo durante toda la vida, el cálculo de los salarios y de las prestaciones sociales sobre la base de la antigüedad, y el sindicalismo de empresa, fueron establecidos después de la segunda guerra mundial, en un contexto democrático. Corea del sur, y hoy también Taiwán manifiestamente han adoptado un modelo similar. Los tres países, especialmente los dos primeros, hoy en día

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ponen en marcha políticas de relaciones sociales que contienen numerosos puntos en común con aquellas otras políticas utilizadas en Europa, incluida la flexibilización de la seguridad en el empleo y la importancia reconocida a la negociación colectiva en los niveles de rama de actividad o también a nivel nacional. En cambio, otros Estados asiáticos, como Malasia, han conservado un régimen netamente más autoritario.

Los regímenes comunistas ciertamente desarrollan una política económica muy diferente. Ello no impide una gestión de los problemas sociales que recuerda mucho a la de los países totalitarios de Asia. El partido en el poder juega en estos casos un papel dominante a todos los niveles; se considera la vanguardia ilustrada de la clase trabajadora. Cuba sigue siendo un buen ejemplo de este modo de gobernanza.

2.2. La política del laisser-faire

Nada menos parecido a la anterior que una política de laisser-faire: en este caso los que deciden dejan a la "mano invisible" del mercado operar los ajustes necesarios, en el dominio social como en cualquier otro. Añadamos que ningún país ha optado de manera absoluta por semejante método -habría que decir una tal ausencia de método- de gobierno. De todos modos, los Estados Unidos constituyen un ejemplo clásico de política liberal. Su visión de los problemas de trabajo y de empleo se observa como poco intervencionista. Es una visión, aquí como en otros casos, voluntarista6. Pone el acento sobre la libertad de las responsabilidades individuales, sobre la acción de los agentes económicos y de las agrupaciones de carácter local, más que sobre el poder político de los Estados federados y de las autoridades federales; así el jefe de empresa puede despedir a un trabajador libremente (at will) sin tener que alegar, en principio, justificación alguna7, aunque tendrá que pagar una cotización mejorada al seguro de desempleo. En cuanto a la ley, ésta se focaliza más sobre las libertades civiles que sobre los derechos sociales, preferiblemente sobre la igualdad de oportunidades y de trato que sobre una justa distribución de las...

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