Complicaciones psiquiátricas del aborto

AutorManuel Gurpegui; Dolores Jurado
CargoDepartamento de Psiquiatría y Psicología Médica, Facultad de Medicina, Universidad de Granada; Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública, Facultad de Medicina, Universidad de Granada
Páginas383-392

Correspondencia: Dr. Manuel Gurpegui Departamento de Psiquiatría y Psicología Médica, Facultad de Medicina, Av. Madrid 11, E-18071 Granada, España Teléfono 34 958 240704. Fax 34 958 246781. E-mail: gurpegui@ugr.es

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1. Introducción

Las reacciones de cualquier mujer al descubrir que ha concebido pueden ser muy variables; puede experimentar sorpresa, alegría, preocupación, miedo, frustración y rabia, o simplemente una mezcla ambivalente de varios sentimientos. El embarazo es siempre un acontecimiento novedoso que requiere un esfuerzo adaptativo y, por tanto, supone estrés. La respuesta subjetiva individual depende de múltiples factores, que incluyen edad, condición física, disponibilidad y actitud del padre de la nueva criatura, situación económica y laboral, apoyo social y marco cultural (que implica una determinada apreciación de la maternidad).

Es necesario considerar el estrés provocado por el embarazo, inicialmente intencionado o no intencionado, hasta que llega a término; y comparar la morbilidad psíquica de las mujeres que recientemente han sido madres con la de sus coetáneas no embarazadas. Tiene particular interés comparar la salud mental (o la patología psiquiátrica) de quienes se sometieron a un aborto con la de las madres que llevaron a término un embarazo inicialmente no deseado. Por último, y dado que el aborto espontáneo es un acontecimiento potencialmente perturbador, la comparación de la evolución de la salud mental de las mujeres que lo han sufrido con la de quienes se han sometido a un aborto inducido puede aportar una valiosa información sobre la existencia o no de un efecto diferencial entre uno y otro tipo de evento.

Para conocer las posibles complicaciones psiquiátricas del aborto inducido o provocado, noción que puede partir de auto-atribuciones de algunas mujeres que acuden a consulta o de la experiencia de los clínicos que les prestan ayuda, es necesario apoyarse en estudios válidos, que tengan el imprescindible refinamiento estadístico y que controlen los numerosos posibles factores de confusión, incluida la patología psiquiátrica previa al embarazo.

2. Un asunto objeto de controversia

Este problema científico está a menudo teñido de controversia social y política, de la que no se ven libres ni los más conspicuos investigadores, como muestra Page 384 la respuesta de Fergusson y sus colaboradores1a una carta al editor2 suscitada por uno de sus más recientes y definitivos trabajos3. Fergusson et al1 proponen dos elementos previos para la clarificación: a) determinar si el aborto (inducido) es o no un acontecimiento de la vida adverso (y generador de estrés); y b) averiguar si los riesgos del aborto para la salud mental son mayores o menores que los del embarazo no deseado llevado a término.

Los argumentos minimizadores del potencial daño psíquico causado por el aborto citan el informe emitido en 1989 por el Surgeon General de los Estados Unidos4, en el que señalaba que la evidencia empírica de ese posible daño era no concluyente. Un reciente artículo de revisión5, que propone criterios sobre la calidad metodológica con los que clasifica los estudios analíticos publicados desde 1989, concluye que los estudios de más calidad llegan a resultados «neutros» (es decir, que no encuentran asociación significativa ni con mejor ni con peor salud mental), pero Fergusson et al1 señalan algunos defectos de esa revisión y nos advierten de que el análisis de los resultados adolece de un sesgo -por parte de los autores de la revisión- a favor de aceptar la hipótesis nula.

Un hito en esta controversia fue la publicación, el 12 de agosto de 2008, del informe de la Task Force de la American Psychological Association (APA)6. El título ya parece tomar una perspectiva: Report of the APA Task Force on Mental Health and Abortion, en lugar de haber sido Abortion and Mental Health, que era en realidad el objeto del estudio. Y la nota de prensa con la que se publicó el documento, se titulaba: APA Task Force fi nds single abortion not a threat to women's mental health. El estudio, elaborado por un grupo de trabajo de seis miembros de la asociación de psicólogos bajo la dirección de la psicóloga Dra. Brenda Major, tiene toda la sofisticación de un trabajo de alto nivel académico, aunque la asociación americana de obstetras y ginecólogos pro-vida7 ha dicho de él: «The bias and academic gymnastics involved in producing this convoluted report was of epic proportions». El informe de la APA advierte del potencial efecto de confusión (estadística) de otros posibles factores de riesgo y concluye que las Page 385 pruebas no son suficientes para basar la reclamación de que el aborto provocado tenga per se una asociación con la (falta de) salud mental, en la que podrían estar presentes otros factores.

Sin tardar más de un día, el sitio web LifeSiteNews.com8 criticaba a la Dra. Major por haber violado las normas de ética de la APA al impedir que sus propios datos sobre aborto y efectos sobre la salud mental, publicados el año 2000 en la más importante revista psiquiátrica9, fueran re-analizados por otros investigadores. Sin embargo, según LifeSiteNews.com, el Dr. David Reardon -investigador del Instituto Elliot, con numerosas publicaciones sobre este tema- pudo examinar parte de los datos de la Dra. Major no publicados; y cree que ella ha publicado los datos de una manera selectiva; por ejemplo, Major no informó9del hallazgo de que una parte de las mujeres afrontaban sus sentimientos negativos por el aborto bebiendo más o tomando drogas. Reardon pone en duda la idoneidad de ese grupo de trabajo, creado, en teoría, para aportar luz sobre el problema y compuesto exclusivamente por psicólogos de la misma orientación en cuanto al aborto; y critica el informe de la APA Task Force porque la matizada forma de expresar sus conclusiones, más que clarificar, oscurece los hallazgos de los investigadores. La conclusión principal del informe (muy aireada en su nota de prensa) dice que «no hay evidencia creíble de que un único aborto de un embarazo no deseado cause de por sí problemas de salud mental a una mujer adulta...», aunque admite que hay evidencia convincente de que ocurren efectos negativos para: 1) las mujeres con múltiples abortos (que representan la mitad de los abortos); 2) las mujeres con embarazos deseados que abortan por presión de terceros (del 20 al 60% de todos los abortos); 3) las menores que abortan; y 4) las mujeres con problemas de salud mental previos, en las que el aborto precipita o agrava problemas preexistentes.

Al decir que no hay una «evidencia creíble» de riesgos para la salud mental en el caso ideal de una paciente de bajo riesgo, admite también que hay «alguna evidencia» de que un solo aborto puede suponer un riesgo para la salud mental de una mujer adulta emocionalmente estable. Y el informe no expresa con claridad los cinco puntos clave resultantes de la investigación sobre este tema, aunque a veces los reconoce dentro de sus 91 páginas: 1) algunas mujeres sufren daño emocional por el aborto; 2) algunas mujeres se sienten presionadas hacia abortos no deseados; 3) hay algunos factores de riesgo bien identificados (entre ellos, la presión para abortar); 4) es necesario y urgente un estudio longitudinal prospectivo sobre los factores psicológicos; y 5) los terapeutas deben estar alerta ante problemas no resueltos en relación con algún aborto en el pasado y ser sensibles para proporcionar los cuidados apropiados. Page 386

Por otra parte, el Royal College of Psychiatrists británico corrigió en marzo de 200810 su consenso de 1994, para recomendar que las hojas informativas incluyan detalles sobre los riesgos de depresión tras el aborto, para que el consentimiento se base en información apropiada.

3. Características asociadas al aborto inducido

Antes de analizar las posibles complicaciones psiquiátricas del aborto inducido, tiene interés conocer qué mujeres tienen más probabilidad de someterse a él. Según el registro del Ministerio de Sanidad y Consumo11, durante 2007 en España hubo 112.138 abortos inducidos, que dan una tasa de 11,49 por 1000 mujeres de entre 15 y 44 años. En el 97% de los casos, la razón aducida fue «peligro para la vida o la salud física o psíquica de la embarazada»; en el 2,91%, riesgo fetal; y en el 0,01%, violación. Son solteras el 68%; sin hijos previos, el 48%; asalariadas, el 63%; con estudios universitarios, el 14%.

En una muestra de más de 2.500 mujeres en Dinamarca12, el aborto es más frecuente entre mujeres solteras, menores de 20 años, con dos o más hijos, profesionalmente no cualificadas, desempleadas o estudiantes (características más frecuentes entre su población inmigrante no occidental). En una...

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