La compleja noción de solidaridad como valor y como Derecho: la conducta de Brasil en relación a ciertos Estados menos favorecidos

AutorFredys Orlando Sorto
Páginas97-122

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1. Introducción

¿Qué significa realmente el vocablo “solidaridad” en el léxico jurídico, político y filosófico contemporáneo? ¿Es posible aprehender de forma concreta su sentido en esas áreas si se examina su recorrido histórico? ¿Cuál es la relación de esta palabra con otras con las que coincide parcialmente en su significado como, por ejemplo, “fraternidad” y “cooperación”? Estas preguntas y otras del mismo tipo surgieron muy pronto en la fase propedéutica de la investigación. Sirva esta franca confesión de las dificultades iniciales afrontadas en la redacción de este ensayo como prueba del que el asunto abordado es, sin duda, de gran complejidad en lo que respecta al valor semántico de esta palabra, ya que la idea expresada por este vocablo se presta la gran mayoría de las veces a ser al tiempo muy permeable y bastante difusa.

La mayor dificultad en la elaboración de este ensayo consistió, por consiguiente, en las tentativas no siempre exitosas de aproximación conceptual a la palabra, porque solidaridad ofrece como noción un abanico considerable de laberintos en los que resulta fácil perderse o no encontrar la salida. Por consiguiente, se ha hecho con la intención de alcanzar la mayor claridad conceptual, aunque no haya sido posible pulir la mayor parte de las aristas, ya que hay conceptos que, debido a los numerosos sentidos que van adquiriendo con el tiempo, resisten a su aprehensión ya sea vulgar o especializada. Este es el

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caso de solidaridad, cuyo significado integral es prácticamente incognoscible, incluso, como se verá, en el mundo jurídico. Por este motivo, no resulta impertinente indagar su significado específico en las diferentes áreas en las que la palabra ha adquirido relevancia, entre ellas el Derecho, la Sociología, la Política y la filosofía, escogiendo el sentido más conveniente en función de los propósitos de quien escribe. El propósito aquí es demostrar que el vocablo, aunque procede del derecho (romano), adquiere nuevas acepciones a partir de mediados del siglo XIX, primero como valor moral, luego político, después otra vez como nuevo derecho (humano), integrándose esta vez en el bloque de derechos universales exigibles jurídicamente.

El problema del que parte la investigación aquí desarrollada puede ser formulado preliminarmente así: ¿por qué razón el tema de la solidaridad, in- cluso considerando todas las imprecisiones conceptuales ya apuntadas, aflora con tanta insistencia en estos tiempos? Se puede suponer que la hipótesis más plausible en tiempos de globalización y de crisis financiera global sea la que se refiere al profundo abismo existente y siempre creciente entre países ricos y países pobres. Pero ¿cómo se resuelve este problema? ¿Qué papel juega Brasil en ese escenario en el que ciertos países, empresas y personas obtienen fáciles ganancias mientras que millones de personas languidecen de hambre y de falta de perspectivas? (in según registra el Digesto (Digesta o Pandectae) en varios de sus libros, especial-1 In solidum (prep. in seguida de acusativo neutro de la segunda declinación) dando la locución adverbial in solidum, con el significado de: solidariamente, por entero, totalmente. Como término jurídico in solidum está ampliamente registrado en el Digesto, especialmente en los libros IX, X, XIV, XV, XVI, XXVI, XXXIX, XLII, XLIII, XLV, XLVI). Sólo en el Libro XIv hay 29 referencias a la locución in solidum.

2. Trayecto y valor semántico de la idea de solidaridad

La palabra solidaridad proviene de un étimo latino bien delimitado (in solidum)1, con sentido jurídico específico desde el Derecho romano2, según registra el Digesto (Digesta o Pandectae)3 en varios de sus libros, especial-

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mente en el Libro XIV, pero que adquiere ramificaciones conceptuales inusitadas en las lenguas romances. Así, el concepto puede estar próximo a la caridad humana, a la cooperación internacional, o incluso orientado a fines nada éticos como los practicados por criminales o grupos terroristas. Este último significado, recordado por autores como Gustavo Bueno, no merece crédito pues la solidaridad tiene siempre, salvo mejor juicio, sentido positivo además de valor ético.

En los diccionarios antiguos de las lenguas romances no se encuentra la palabra solidaridad. En portugués aparece primero con un sentido jurídico en el diccionario de Domingos Vieira4y sólo tardíamente incorpora el sentido de ayuda, de cooperación, de fraternidad. El vocablo entra sin embargo acompañado de sus respectivos antónimos fuertes, que ya parecen estar al acecho para negarla: así están el desamparo, la indiferencia y especialmente el individualismo.

Es curioso observar que la datación de la palabra en lengua portuguesa aparece inmediatamente después de la publicación de la primera edición de la obra De l’humanité (1840) de pierre Leroux. La literatura en ese idioma consagraría a partir de entonces la noción de solidaridad exactamente en el sentido que le habían dado Leroux e Ibn Khaldun. Lo harían de primera mano en la literatura portuguesa, entre otros, Oliveira Martins en O Brazil e as colónias portuguezas (1880)5; y Ramalho Ortigão en A Hollanda (1885)6.

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Conviene de entrada indagar en la diferencia que existe respecto a dos conceptos próximos al término en discusión: fraternidad y cooperación. En primer lugar, la fraternidad aparece como sinónimo de hermandad y por extensión de amistad. De todas formas, como gana relieve a finales del siglo XVIII es como concepto político, precisamente con la Revolución francesa. De hecho, ocupa el tercer lugar entre las palabras que se convirtieron en la divisa de la Revolución (Liberté, Egalité, Fraternité). Posteriormente, el Estado francés adopta el lema oficialmente durante el gobierno de la segunda república (1840) hasta el punto de que lo incorpora a las Cartas constitucionales de 1946 y de 19587. De este modo, fraternidad es un término acuñado durante el proceso revolucionario, cuya supervivencia queda garantizada tanto por el Estado francés como por todos los que defienden la democracia y la libertad. Vale la pena recordar que en esta trilogía, la fraternidad representa el contrapunto a los derechos de libertad y de igualdad, es decir, representa el lado de los deberes. Esta oposición completa perfectamente los derechos de ciudadanía, ya que establece simultáneamente derechos y deberes.

El punto de interés, y la razón por la que la fraternidad viene a colación en este escrito, está determinado por el hecho de que a partir de comienzos del siglo XIX se emplee solidaridad en lugar de fraternidad. En efecto, la fraternidad, como se sabe, es el lazo de parentesco entre hermanos, que nunca son iguales, como no eran iguales (ni aún lo son hoy) los franceses antes y durante la Revolución. Incluso en la alta, media y baja burguesía había grados que dan cuenta de esa desigualdad. Esta tesis es de fajarnés (2010, p. 4), para quien “No somos iguales y es difícil que los iguales permanezcan juntos; la fraternidad tiene esa potencia: unir a los desiguales”. El lema de los franceses parece adecuado para unir en aquel momento histórico hombres y clases tan desiguales.

En el siglo XVIII, además del sentido jurídico, el término solidaridad se empleaba en francia también como sinónimo de caridad cristiana. Se debe a pierre Leroux (1797-1871) su empleo en sentido ético y político, próximo a lo que se podría denominar solidaridad humana. Lo hizo en su libro titulado

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La Grève de Samarez, poème philosophique (1863)8. Hay que notar que ese primer sentido que toma la palabra es horizontal, es decir, se refiere al deber moral sincrónico de asistencia recíproca entre las personas que son contemporáneas. No constituye derecho, pues queda en el marco de las obligaciones de ciudadanía.

Leroux en realidad piensa los ideales de la revolución desde la perspectiva socialista. La libertad y la igualdad necesitan un complemento. En la esfera política piensa que el equilibrio de la sociedad se sitúa entre los extremos del individualismo y del comunismo, extremos que critica. Así, a los valores de libertad e igualdad agrega como elemento de completud social la solidaridad, que había sacado de la caridad cristiana y empleó en lugar de la fraternidad. En la estela de Saint-Simon, en el sentido de trasladar al marco político conceptos cristianos, Leroux va por ello de la caridad a la solidaridad. Según Gustavo Bueno (2010), Pierre Leroux fue la voz del grupo de socialistas utópicos llamados “humanitarios”.

Se toma entonces solidaridad como deber ético político de asistencia y de interdependencia entre los miembros de una determinada sociedad. En cuanto a su origen y a su desarrollo conceptual, Leroux recuerda como se produjo en su obra La Grève de Samarez (1863, p. 254): “yo fui el primero en tomar de los juristas el término solidaridad para introducirlo en la filosofía, es decir, en mi opinión en la religión: quise sustituir la caridad del cristianismo por la solidaridad humana”9. Está aquí claramente el propósito de transformar la virtud cristiana de la caridad en un concepto político esencialmente laico.

No se puede dejar de notar que, a despecho de Leroux y de sus seguidores, Ibn Khaldun había empleado muchos siglos antes la palabra Asabiyyah con la misma acepción de solidaridad social. Utiliza la palabra en su magistral obra Introducción a la Historia Universal (Al-Muqaddimah). Se trata de una referencia curiosa esa de Asabiyyah y solidariedad, descubierta casualmente durante la investigación. A decir verdad, ese descubrimiento fortuito revela que el sentido dado por los franceses (Leroux, Bourgeois y otros por el estilo) no es...

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