Un comisario regio de José I: Francisco Amorós

AutorRafael Fernández Sirvent
CargoDoctor en Historia por la Universidad de Alicante

Rafael Fernández Sirvent: Doctor en Historia por la Universidad de Alicante (2004), y profesor de Historia Contemporánea en la misma Universidad (en activo). Ha publicado varios trabajos de investigación relacionados con las ideas políticas y la educación en el siglo XIX. Es autor del libro Francisco Amorós y los inicios de la educación física moderna. Biografía de un funcionario al servicio de España y Francia, Universidad de Alicante, 2005.

"Estoy tan lejos de hallarme arrepentido de haber seguido esta causa que cada vez me encuentro más contento de mí mismo, y en medio de la desgracia y de la persecución en que me veo envuelto conservo mi honor intacto, que lo hubiera perdido sin remedio, según mis principios y las situaciones en que me hallaba, en cualquier otro partido que hubiese abrazado".

[...] "Me glorío de haber sido miembro de la Asamblea constituyente de Bayona, de haber obtenido el empleo de consejero de Estado, y la orden Real de España, sin pretenderlo, y de todas las comisiones que he desempeñado, y tampoco he pedido".

Francisco Amorós1

I Introducción

1. Como se desprende de las incisivas e ilustrativas afirmaciones de la cita con que encabezo este artículo (dirigidas al rey Fernando VII desde el exilio de París, en 1814, por el personaje objeto de mi estudio), en la difícil coyuntura de 1808, Francisco Amorós actuó en todo momento en concordancia con sus ideas políticas, sus principios morales y filosóficos y su situación personal -luego veremos cuáles eran. Francisco Amorós formó parte de ese reducido y elitista colectivo de josefinos 2 por convicción ideológica, grupo que, como es sabido, logró acceder a los más reconocidos empleos y honores de la nueva Administración bonapartista, estructurada a partir de las estipulaciones del Estatuto constitucional de Bayona (julio de 1808) y de un ingente número de reales decretos, instrucciones y circulares ulteriores.

2. Francisco Amorós es un sujeto histórico paradigmático en muchos aspectos que pueden atraer la atención de los estudiosos interesados en el reinado de Carlos IV y la crisis de la Monarquía española, la guerra de la Independencia española y la consiguiente emigración política de los colaboradores de José Napoleón I. Amorós es, como explicaré a continuación, un caso significativo que resulta idóneo para comprender mejor y con mayor número de detalles determinadas tesis planteadas por la clásica y la moderna historiografía. Pero el completo conocimiento de su trayectoria también nos sirve -y esto es lo que, a mi juicio, resulta más interesante- para matizar algunos aspectos, para conocer las excepciones a la regla o a una pauta general de comportamiento dentro de un colectivo tan heterogéneo como el de los españoles "afrancesados". En definitiva, un mayor conocimiento de la biografía de Francisco Amorós puede aportar a la comunidad científica nuevos datos útiles para una interpretación más precisa y una mejor comprensión de determinadas cuestiones referidas al difícil reinado español de José Bonaparte, y más concretamente sobre aspectos como el pensamiento y la actuación de un destacado alto funcionario experimentado en negocios de Estado que colaboró de forma decidida con el rey filósofo3(de este modo considerado y cordial calificaban al monarca galo la mayoría de sus fieles adeptos españoles, como era el caso de Amorós).

3. El presente estudio acerca del pensamiento, talante y actuaciones de un comisario regio de José I tiene como origen una investigación mucho más extensa (tanto en el tiempo como en la materia a tratar) sobre la biografía de Francisco Amorós (Valencia 1770-París 1848)4. Según mi propia experiencia, el acercamiento biográfico a aquellos personajes que en un determinado momento gozaron de cierta relevancia en la sociedad de su tiempo, pero cuya memoria se ha ido borrando con el transcurso de los años, puede resultar producente, en principio, para conocer la vida, obra, pensamientos y actuaciones del sujeto objeto de estudio, lo cual no es poco. Pero no sólo eso: un estudio biográfico bien documentado ofrece la posibilidad, además, de ahondar de un modo minucioso en la vida cotidiana y el entorno del biografiado, conocer sus círculos de amistades y enemistades, las relaciones personales que mantuvo en su ámbito profesional y, en consecuencia, nos es útil para vislumbrar con mayor claridad los procedimientos o recursos de los que hizo uso para conseguir introducirse en determinadas instituciones o círculos intelectuales, culturales, políticos, económicos, redes de poder5, etc., y para conocer qué aportó a éstos o de qué modo salió enriquecido -en un sentido amplio del vocablo- de ellos.

4. Gracias al estudio de diversos papeles públicos y privados de Francisco Amorós circunscritos a los reinados de Carlos IV y de José I, he podido constatar, por ejemplo, qué tipo de negocios relacionaron estrechamente a Amorós con el poderoso Manuel Godoy desde los primeros años del ochocientos; de qué modo y por qué razones Amorós fue recomendado por las autoridades francesas para participar en la Junta de notables españoles en Bayona; qué tipo de relación mantuvo Amorós con algunos jefes militares franceses y cuáles fueron sus principales quehaceres cotidianos en las distintas comisiones que le fueron encomendadas por José I. Los dos últimos puntos constituirán el grueso de este artículo, aunque también aludiré de forma sintética al resto de aspectos referidos con la finalidad de favorecer la comprensión de aquellos factores que, en la compleja encrucijada de 1808, contribuyeron a persuadir a Amorós a tomar una opción o partido6 (el josefino) y no otro (el fernandino). El objeto de este trabajo, pues, es dilucidar, por un lado, algunas de las razones de mayor peso que indujeron a Amorós a transformar su "afrancesamiento cultural" en resuelto "josefinismo" y, por otro, conocer las atribuciones que en teoría poseía la figura del comisario regio josefino y las actividades que en la práctica diaria desempeñó o intentó desarrollar uno de los más activos de ellos: Francisco Amorós.

II ¿Por qué Francisco Amorós juró fidelidad a José I?
2.1. Administración borbónica y redes de poder "godoyistas"

5. Desde los primeros años del siglo XIX, el valenciano Francisco Amorós se convirtió en hombre imprescindible del generalísimo Godoy para la gestión de una serie de proyectos de gran envergadura y bastante comprometidos para la Monarquía hispánica. Gracias a ello, Amorós comenzó a relacionarse con algunas de las personalidades más distinguidas e influyentes de la sociedad: principalmente, aquellos círculos culturales y políticos simpatizantes de Manuel Godoy. Esa estrecha relación profesional y personal con el príncipe de la Paz tuvo para Amorós (así como para el resto de sus incondicionales) consecuencias positivas y negativas: por una parte, le sirvió para obtener cargos relevantes en la Administración borbónica y para mejorar su estatus; pero, por otro lado, el apellido Amorós quedó ligado para siempre -para lo bueno y para lo malo- al de Godoy, lo cual provocó que, durante la trama urdida para, entre otras cosas, exonerar al generalísimo, la suerte de ambos transcurriese por similares derroteros.

6. Francisco Amorós era un hombre de buena familia (sobrino del marqués de Sotelo, título nobiliario que heredará en 1839) con una larga trayectoria de servicio a la monarquía a través de la carrera militar, con una sólida formación, con inquietudes intelectuales y, según sus coetáneos, con un fortísimo carácter. Inició su carrera profesional en el Ejército real, en el arma de Infantería, cumpliendo de forma satisfactoria varios servicios destacados en el campo de batalla durante los años finales del reinado de Carlos III y el primer lustro del de Carlos IV. Sus méritos de guerra y sus conocimientos administrativos (adquiridos junto a su tío Joaquín Fonsdeviela, capitán general y gobernador militar y político de Cádiz) le sirvieron para obtener un empleo de archivero de mapas en el Ministerio de la Guerra. Así fue como este oficial del ejército comenzó a relacionarse con gente poderosa e influyente de la corte madrileña, y de este modo logró captar la atención de algunos de los más insignes personajes de la cúpula del poder. Entre ellos, el más importante, sin duda, de los hombres que se fijaron en la grandeza de miras y en la capacidad de este militar ilustrado (fiel servidor de la Monarquía) abierto a las nuevas ideas (Luces7) que circulaban por la Europa de su tiempo fue otro hombre de asemejado perfil: Manuel Godoy.

7. Entre 1802 y 1808, Amorós tuvo la responsabilidad de actuar como el principal hombre de confianza de Godoy para la organización de dos de los proyectos más ambiciosos y comprometidos desarrollados en la España de Carlos IV: el plan secreto de colonización de Marruecos y el establecimiento en Madrid de un Instituto Pestalozziano, que insuflaría una bocanada de aire fresco a los obsoletos métodos de educación imperantes. Amorós fue el más activo promotor -que no el ideólogo- de ambos proyectos...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR