Los libros jurídicos del clérigo conquense D. Bartolomé Caballero, capellán mayor del Convento de Monjas Agustinas de Santa Isabel de Madrid (1691)

AutorJosé Luis Barrio Moya
CargoInstituto de Estudios Madrileños
Páginas573-586

Page 573

I Introducción

El madrileño Convento de la Visitación de Nuestra Señora a Santa Isabel, vulgo Santa Isabel, de monjas agustinas recoletas, fue fundado en 1589 por el beato Alonso de Orozco y a la generosidad de Dña. Prudencia Grillo, dama genovesa residente en Madrid, la cual hizo donación de su propia casa, sita en la calle del Príncipe, y de una renta de 4.000 ducados :.

Fue Dña. Prudencia Grillo un personaje controvertido en el Madrid de la época, puesto que tuvo fama de ser mujer de carácter turbulento y aventurero, y a la que la Inquisición de Toledo le abrió un proceso bajo la acusación de hechicería. Sin embargo, de aquel contencioso la dama genovesa salió libre y sin cargos, lo que la llevó a cambiar radicalmente de vida y a relacionarse con el beato fray Alonso de Orozco para fundar el convento de monjas agustinas de Santa Isabel en sus casas de morada, ubicadas, como ya se dijo, en la populosa calle madrileña del Príncipe 2.

Una vez establecida la nueva institución monástica ingresaron en ella Dña. Prudencia Grillo y tres de sus criadas, a las que se unieron, poco después, dos monjas del convento abulense de Nuestra Señora de Gracia y varias jóvenes pupilas de fray Alonso de Orozco. Page 574

El nuevo monasterio inició su andadura bajo muy buenos auspicios, pero con el paso del tiempo la situación de las monjas fue empeorando progresivamente a causa de diversos y complejos problemas. En primer lugar, por la difícil situación económica de las religiosas, puesto que las rentas dejadas por Dña. Prudencia Grillo no eran suficientes para mantenerlas con un mínimo de dignidad. A ello había que añadir que el convento agustino estaba ubicado muy cerca del corral de comedias del Príncipe, lo que llevaba aparejado ruidos, peleas y escándalos de todo tipo que allí se producían los días de las representaciones teatrales y que en nada beneficiaban la vida recogida y de oración de la comunidad agustina.

En 1610, y ya muerta Dña. Prudencia Grillo, la reina Margarita de Austria, esposa de Felipe III y tan piadosa como él, visito el convento de la calle del Príncipe y pudo escuchar los gritos y reyertas del vecino corral de comedias. Aquella circunstancia propició que las monjas expresaran a la soberana las dificultades por las que atravesaba el monasterio, a la vez que solicitaban su ayuda para poner remedio a las mismas. Margarita de Austria acogió favorablemente la petición de las religiosas, y gracias a su apoyo las monjas pudieron abandonar su primitivo solar para ocupar la casa de campo que había sido de Antonio Pérez, en la calle que más tarde se llamó de Santa Isabel, muy cerca de la primitiva puerta de Atocha 3.

Gracias a la protección real que todos los monarcas de la Casa de Austria dispensaron al Convento de Santa Isabel, éste se enriqueció con una gran cantidad de obras de arte, entre ellas lienzos de Ribera, Claudio Coello, Mateo Cerezo, Benito Manuel de Agüero y Antonio Palomino, todos ellos desaparecidos durante la guerra civil, pero de los que Tormo dejó cumplida referencia 4. También se perdió durante la contienda un soberbio tabernáculo, de madera tallada, adornado con ángeles de diversos tamaños, realizado con trazas del italiano Francisco Filippini, relojero de Carlos II 5 .

Desde el mismo momento en que el Convento de Santa Isabel pasó a ser de patronato real, todos los monarcas españoles eran los encargados de nombrar a los capellanes del mismo, encargados de los servicios religiosos de la comunidad agustina. Page 575

De esta manera y durante el reinado de Carlos II, el último monarca de la Casa de Austria, nombró como capellán mayor del Convento de Santa Isabel a D. Bartolomé Caballero, que también ostentaba el cargo de capellán de honor del mismo soberano.

Aunque con mucha frecuencia se considera a D. Bartolomé Caballero natural de la localidad conquense de Iniesta, e incluso él mismo lo afirma en su testamento, la verdad es que el futuro capellán mayor de Santa Isabel había nacido en la también población conquense de Puebla del Salvador suelo de la villa de Iniesta, obispado de Cuenca. siendo hijo de D. Bartolomé García Caballero y doña Juliana Ruiz de la Coba.

Esa noticia queda confirmada por el memorial que redactó cuando pretendía lograr el cargo de capellán de honor de la reina Margarita de Austria. En aquel documento D. Bartolomé Caballero declara ser natural de la villa de la Puebla del Salvador por aberse baptizado en la yglesia parrochial de dicha villa por transito, por haberse los dichos sus padres en aquella ocasión alli y luego se volvieron a esta villa de Iniesta 6.

En el archivo del palacio real de Madrid se conserva un voluminoso legajo con el expediente personal de D. Bartolomé Caballero, en donde se expresa su limpieza de sangre con ocasión de optar al cargo de capellán de honor de la reina Mariana de Austria, viuda de Felipe IV y gobernadora de la monarquía española durante la minoría de Carlos II.

El 18 de septiembre de 1670 D. Antonio Manrique de Guzmán, electo patriarca de las Indias y capellan mayor del rey nuestro señor y de su Consejo, juez eclesiastico ordinario de la Real Capilla, Casa y Corte de Su Magestad, encargó a D. Antonio de Salcedo, capellán de honor de Carlos II, la tarea de informarse por testigos fidedignos, procurando que sean christianos viexos del lugar, vidas y costumbres del lizenciado D. Bartolome Caballero que pretende ser capellan de honor de Su Majestad7. Para cumplir aquella misión D. Antonio de Salcedo pasó a la villa de Iniesta, donde ya se encontraba el 20 de octubre de 1670, iniciando de inmediato sus investigaciones sobre la limpieza de sangre de D. Bartolomé Caballero. El resultado de aquellos trabajos fue del todo favorable al clérigo conquense, por lo que el 13 de octubre de 1670 la reina Mariana de Austria declaraba que recibía por nuestro capellan a D. Bartolome Caballero ad honorem y sin gaxes, indicando al sacristan y capellan mayor y a los predicadores y demas oficios de nuestra capilla que le ayan y tengan por nuestro capellan y le dejen y consienten entrar, estar y andar a todas las oras y divinos oficios que se celebraren, y le guarden todas las honras,Page 576 mercedes, franquezas e ynmunidades que por razon de ser nuestro capellan debe haver y gogar8.

Pero como se indicaba en la declaración de Mariana de Austria, aquel cargo no llevó aparejada ninguna compensación económica, por lo que D. Bartolomé Caballero no estaba obligado a pagar la media anata, impuesto que debían abonar toda persona que entrase al servicio real con una parte de su sueldo, aunque sí estaba obligado a satisfacerlo cuando entrare con gajes o se le diere ocion de ello.

Una vez que D. Bartolomé Caballero entró al servicio real fue alcanzando importantes cargos, como los de capellán de honor de Carlos II, capellán mayor del Convento de Santa Isabel, así como administrador de su colegio y tesorero, dignidad y canónigo de la catedral de Astorga.

El 7 de mayo de 1690 D. Bartolomé Caballero estando en su abitacion en dicho Real Convento de Santa Isabel, otorgaba su testamento y últimas voluntades 9. En aquel otorgamiento confiesa, equivocadamente, que es natural de la villa de Iniesta, y ser hijo de D. Bartolomé García Caballero y Dña. Juliana Ruiz de la Coba. Declara que es capellan de onor de Su Magestad y maior del Real Combento de monjas de señora Santa Isabel desta Corte y administrador de su Colejio, thesorero, dignidad y canonigo de la santa Yglesia de la ciudad de Astorga. Subraya que se encuentra enfermo de gravedad, por lo que pide que, tras su muerte, su cuerpo fuese sepultado en la voveda de dicho Real Combento de señora Santa Isabel, de donde soy tal capellan mayor, amortajado con vestiduras sacerdotales y metido en una caja ataud a voluntad de mis testamentarios. Establece que el día de su entierro, siendo hora y sino el siguiente, se le dijese una misa cantada de cuerpo presente con diácono, subdiácono, vigilia y responso, y que en lo referente a la forma, dispusicion y funeral de mi entierro sea a voluntad de mis testamentarios. Ordena que se le haga un novenario por mi alma en dicho Real Combento de Santa Isabel y en cada un día su misa cantada, vigilia y responso como es costumbre el que se haga a los capellanes maior del. Pide además que se dijesen por su alma dos mil quinientas misas de yndulgencia en altares privilegiados y que se pague por cada una de ellas la cantidad de tres reales de vellón.

No olvida reseñar las deudas que contra él tenían contraídas diversas personas. Así D. Antonio González de Argandoña, canonigo de la santa yglesia de la ciudad de Cuenca, le adeudaba cinquenta doblones de oro de a dos escudos cada uno, de resto de noventa doblones de a dos escudos que le preste, D. José de Arteaga, vecino desta villa de Madrid que vive en dicho Real colejio de niñas de Santa Isabel, veinticuatro doblones de oro de a dos escudos, que Page 577 igualmente le había prestado. Por su parte, D. José de Velasco, regidor perpetuo que fue de la ciudad de Segovia y del Consejo de Hacienda de Su Magestad en la sala de millones, ya difunto, le había dejado a deber cinco mil ducados de vellón, por lo que pide a sus testamentarios hagan las diligencias para cobrarlos. También el propio Colegio de Santa Isabel, anexo al convento, le debía, por sus trabajo como administrador del mismo, algunos años de salario que gogo por ragon dello.

Confiesa que en la villa de Montilla tiene unas casas que compró a D. García de Guzmán, caballero de...

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