Ciencia y gobierno: el ejemplo de Estados Unidos

AutorJohn Brademas,
CargoUniversidad de Nueva York

Introducción1

Considero un honor el haber sido invitado por el Dr. Dimitris Kyriakou, el destacado joven científico del Instituto de Prospectiva Tecnológica de Sevilla, perteneciente al Centro Común de Investigación de la Comisión Europea, a participar en esta conferencia sobre "Ciencia y gobierno en la sociedad del conocimiento: el reto para Europa".

Durante mis años en el Congreso de Estados Unidos, a la hora de configurar la legislación para abordar un determinado problema, me encontraba no frente a una barrera política -¿lo que quería hacer era políticamente difícil o políticamente peligroso?- sino a una barrera de conocimiento. Por ejemplo, ¿cuál sería la solución más inteligente, racional y efectiva para, digamos, conceder fondos federales a los 50 estados y a los sistemas escolares locales para la educación de los niños disminuidos con bajo nivel de escolarización o incluso sin escolarizar?

Los responsables de las políticas suelen enfrentarse a menudo a tales barreras de conocimiento. El Presidente Lyndon Johnson solía resumir el reto al que se enfrentan los legisladores con el siguiente aforismo: "Mi problema no es hacer lo correcto; es saber qué es lo correcto".

Los responsables de las políticas, a la hora de configurar la legislación para abordar un determinado problema, suelen enfrentarse no a una barrera política -es decir, que lo que quieran hacer sea políticamente difícil o peligroso- sino a una barrera de conocimiento

El papel de la ciencia y la tecnología (CyT) como apoyo a los responsables de las políticas para enfrentarse a este reto es clave, y esto es aplicable a Europa tanto a nivel de estado miembro como de toda la Unión Europea. El nacimiento y crecimiento de la Unión Europea son acontecimientos de extraordinaria importancia y aunque, como ilustran los dramáticos sucesos de Yugoslavia, el voto danés sobre el euro y la hostilidad de algunos líderes políticos a la idea de una Europea integrada, el desarrollo de una Europa unida ha sido irregular y accidentado (lo que no es sorprendente) no cabe duda de que ahora existe una comunidad genuinamente europea y que no es probable que desaparezca. Por eso es totalmente lógico que Europa intente coordinar sus esfuerzos en política científica y tecnológica a nivel europeo y busque estimular las interacciones productivas entre la UE y sus estados miembros.

La Comisión Carnegie de Estados Unidos intenta dar recomendaciones sobre cómo el gobierno federal y los gobiernos de los 50 estados pueden tomar las mejores decisiones sobre política de CyT

En Estados Unidos, la Comisión Carnegie sobre Ciencia, Tecnología y Gobierno es un organismo que dirige sus esfuerzos no a producir propuestas para una política sustantiva de ciencia y tecnología sino más bien recomendaciones sobre cómo el gobierno federal, así como los gobiernos de los 50 estados, podrían tomar decisiones más acertada y efectivamente en cuanto a política de CyT y sobre cómo tratar las cuestiones políticas que tengan implicaciones científicas y tecnológicas. La Comisión Carnegie se creó por iniciativa de la Carnegie Corporation de Nueva York y entre sus 22 miembros se encontraban el ex-presidente Jimmy Carter, dos premios Nobel -Joshua Lederber, que junto a Willian T. Golden copresidía la Comisión, y Robert Solow- y dos antiguos asesores científicos de los presidentes Kennedy, Nixon y Ford. El trabajo de la comisión tuvo que hacer frente a un asunto al que actualmente se enfrentan los esfuerzos por coordinar la política científica en la UE y sus estados miembros.

En Europa, para intentar comprender las cuestiones que afectan a la ciencia y al gobierno en la sociedad del conocimiento, el informe del Panel de expertos independientes de la Comisión, presidido por Joan Majó, aporta unas ideas útiles.2 El informe de Majó demanda "una mejora radical de las políticas y de los mecanismos políticos para garantizar que los avances científicos y tecnológicos continúen manteniendo el progreso económico", y advierte de que Europa puede quedarse "retrasada respecto a otras áreas económicas durante la próxima década. Desde el punto de vista de la comunidad científica existe el temor de que Europa pierda su puesto como centro de excelencia para la creación de conocimiento. Estoy convencido" escribe Majó en la introducción del informe "de que ambas amenazas son una sola".3

Por supuesto, los sistemas políticos de Estados Unidos y de la Unión Europea son muy diferentes y, por tanto, los métodos de hacer política de CyT en Estados Unidos no son fácilmente aplicables o necesariamente adecuados para la Unión Europa y sus estados miembros. Sin embargo, dado que tanto Estados Unidos como la Unión Europea son sociedades modernas, democráticas e industriales no hay duda de que pueden aprender mucho una de la otra.

El Sexto Programa Marco representará un papel más importante en la coordinación de la investigación europea y tratará de vincular los programas de investigación nacionales y de la Comunidad Europea de forma más estratégica

Un reciente artículo de Science4 decía que: "El desacuerdo con lo que ha sido el estandarte de la investigación de la Unión Europea ha encontrado un eco de simpatía en los escalones superiores del programa. La semana pasada los dos funcionarios más importantes en materia de investigación de la UE dijeron que están presionando para que se produzcan grandes cambios en el nuevo programa europeo de investigación que reemplace al actual Quinto Programa Marco quinquenal de investigación dotado con 17 mil millones de dólares, incluyendo más esfuerzos para coordinar la investigación en todo el continente y para financiar proyectos innovadores".

El artículo de Science prosigue diciendo que en el discurso del Comisario de Investigación Philippe Busquin pronunciado el 14 de septiembre ante el Parlamente Europeo prometía que el 6º Programa Marco, que comenzará en 2003, "desempeñará un papel más importante en la coordinación de la investigación en Europa" y cita la reciente predicción del nuevo Director General de Investigación, Achilleas Mitsos, de que el 6º Programa Marco tratará de "vincular los diferentes programas de investigación nacionales y de la Comunidad Europa de forma más estratégica".

La Comisión Carnegie sobre Ciencia, Tecnología y Gobierno, a la que me he referido anteriormente, publicó casi dos docenas de informes, y aunque aparecieron hace varios años, todavía merece la pena revisarlos.

El sistema americano de separación de poderes permite que los miembros electos del Senado de Estados Unidos y de la Cámara de Representantes ejerzan una poderosa influencia sobre la dirección de la política norteamericana de CyT. Sin embargo, la organización política de Europa puede impedir que los parlamentarios ejerzan un poder equiparable. No obstante, quizás estemos viendo aumentar la importancia de los parlamentarios europeos en los procesos de toma de decisiones y, así, algunas de las recomendaciones del informe al Congreso de la Comisión Carnegie se muestran cada vez más relevantes para ellos.

El sistema político de Estados Unidos permite a los parlamentarios un control más directo sobre la política de CyT de lo que suele suceder en Europa

Dos de las principales recomendaciones de la Comisión al Congreso fueron, en primer lugar, que mejore tanto la calidad como la oportunidad de la asesoría que recibe, haciendo mayor uso de grupos asesores, de conferencias y de encuentros informales; y, en segundo lugar, que establezca una Conferencia sobre Estudios de Ciencia y Tecnología para analizar los asuntos a medida de las necesidades y para estimular con participación de los dos partidos las comunicaciones entre la miriada de comités y subcomités que tratan de la CyT en el Congreso.

También propuso la creación de un centro para la Ciencia, la Tecnología y el Congreso que informe ante el Congreso sobre las cuestiones importantes de CyT. Una propuesta que ya ha sido puesta en práctica por la American Association for the Advancement of Science. Una de las actividades del centro es publicar un informe periódico sobre la legislación relevante denominado "Ciencia y Tecnología en el Congreso".

Una de las principales recomendaciones de la Comisión al Congreso fue que mejorara tanto la calidad como la oportunidad de la asesoría que recibe, haciendo mayor uso de grupos asesores, de conferencias y de encuentros informales

Como complemento a estas propuestas, el Comité dirigió algunas recomendaciones a las comunidades de científicos y de ingenieros. Por ejemplo, les animaba a ampliar un programa por el cual los recién graduados universitarios con buenas calificaciones en ciencias o ingenierías formarían parte del personal de los comités del Congreso o de cada congresista durante un año. También ha instado a los científicos e ingenieros a que se impliquen más activamente en las decisiones políticas y ha recomendado a los organismos federales, las instituciones académicas, las corporaciones y las asociaciones profesionales que estimulen esta implicación. Además, ha presionado a la Academia Nacional de Ciencias para que se comunique de forma más regular y más pormenorizada con los miembros del Congreso y su personal.

La Comisión Carnegie ha instado a los científicos e ingenieros a que se impliquen más activamente en las decisiones políticas y ha recomendado a los organismos federales, las instituciones académicas, las corporaciones y las asociaciones profesionales que estimulen esta implicación

Mientras que el primer informe del Comité Carnegie al Congreso trataba de la asesoría de expertos externos al Congreso, el segundo estudio se centró en el análisis y la asesoría que el Congreso recibía de cuatro organismos del propio Congreso: la Oficina de Evaluación Tecnológica, el Servicio de Investigaciones del Congreso de la Biblioteca del Congreso, la Oficina de Contabilidad General y la Oficina de Presupuestos del Congreso. Además de criticar severamente al Congreso controlado por los republicanos por tener la poca visión de eliminar la Oficina de Evaluación Tecnológica, el Comité recomendaba potenciar la capacidad de todos los organismos de apoyo del Congreso para asesorarle en cuestiones de ciencia y tecnología.

La filantropía de los particulares también puede desempeñar un importante papel en las relaciones entre el estamento científico y el político. Por ejemplo, gracias a una reciente donación de 60 millones de dólares de un filántropo norteamericano, John Kluge, la Biblioteca del Congreso está creando un panel de intelectuales seniors -que contará con un puesto reservado a tecnología y sociedad- ubicado en la Biblioteca para actuar como puente intelectual para los miembros del Congreso. Según James H. Billingon, el Bibliotecario del Congreso, con la donación "será posible que nos visiten algunos de los mejores pensadores del mundo... tanto para utilizar más la mayor colección mundial sobre conocimiento humano como para poner su sabiduría a disposición permanente de los más importantes legisladores del mundo. Queremos que... este regalo enriquezca el vínculo entre las ideas y la acción, entre los que piensan y los que ejecutan".

Merece destacarse el papel de un cuerpo legislativo en la determinación de la política de CyT por dos razones. La primera de ellas, porque los funcionarios del poder ejecutivo, ya sean electos o de carrera, no tienen necesariamente el monopolio de la sabiduría. Los parlamentarios también pueden contribuir de forma valiosa a la política. La segunda, porque es esencial financiar adecuadamente la ciencia y la tecnología con fondos públicos, en particular los procedentes de los gobiernos, y los parlamentarios electos son expertos en generar estos fondos.

Los funcionarios del poder ejecutivo, ya sean electos o de carrera, no tienen necesariamente el monopolio de la sabiduría. Los parlamentarios también pueden contribuir de forma valiosa a la política

Respecto al papel del poder ejecutivo en la política científica merece la pena mencionar un informe publicado recientemente por la Academia Nacional de Ciencias, la Academia Nacional de Ingeniería y el Instituto de Medicina titulado "Ciencia y tecnología en interés nacional". La idea principal de este informe es que la nación necesita "el juicio y la capacidad de los científicos e ingenieros más cualificados en los puestos clave del gobierno y que para reclutar a estos líderes, incluyendo a algunos procedentes de sectores clave de la nueva economía, el Presidente y el Congreso deben allanar el camino y reducir las barreras al servicio del gobierno". Sin duda que la Unión Europea y sus estados miembros también se enfrentan al reto de encontrar científicos e ingenieros de primera fila para puestos críticos en el gobierno.

Cuando se enumeran los principales agentes que influyen en la política científica en Estados Unidos también es necesario mencionar la tercera rama del poder en el sistema constitucional de EE.UU.: el poder judicial. La Comisión Carnegie también redactó algunos informes sobre el tratamiento que los tribunales han dado a algunos casos en los que las cuestiones de CyT tenían gran importancia. Inmediatamente se piensa, por ejemplo, en el caso Microsoft.

Un resultado importante del Grupo de Trabajo sobre la Judicatura de la Comisión Carnegie fue la creación de un Manual de Referencia Judicial sobre Evidencia Científica, cuya segunda edición se acaba de publicar. El manual establece los protocolos creados por los jueces y miembros de la comunidad científica en las áreas que con más frecuencia entran en los litigios.

Las notas anteriores se refieren a la situación de Estados Unidos, pero sin duda pueden establecerse paralelismos útiles que hagan el ejemplo provechoso, cuando se diseñan estructuras y mecanismos de gobierno para tratar la política de ciencia y tecnología. Por supuesto que hay muchas áreas a las que aquí no nos hemos referido y que, sin embargo, son importantes y merecen ser tenidas en cuenta. Quizá la mejor forma de resumirlas es enumerar algunas de las características del sistema de investigación básica de Estados Unidos, aunque pueden encontrarse diferencias así como similitudes.

Los puntos enumerados a continuación se han extraído de un informe5 del Committee for Economic Development (CED).

La investigación básica en ciencia e ingeniería es esencial para el crecimiento económico (cierto tanto en Estados Unidos como en Europa).

Las instituciones más importantes que realizan investigación básica en Estados Unidos son las 200 universidades principales del país.

El gobierno federal es desde hace mucho tiempo la fuente de financiación más importante para la investigación básica, y la financiación federal para la formación de postgraduados es indispensable.

El mérito científico, basado en la evaluación por pares ("peer review"), debe ser el criterio para asignar dinero público para la investigación; en general, se debe financiar a las personas más que a las instituciones.

La investigación básica financiada con fondos públicos es esencial para la innovación en el sector privado, y los investigadores básicos trabajan con la esperanza de que sus esfuerzos tendrán una aplicación industrial relevante. La industria se implica cada vez más en colaborar con los investigadores de la universidad y en patrocinarlos.

Aunque Estados Unidos disfrute de un número suficiente de jóvenes investigadores, se debe prestar cada vez más atención a mejorar la docencia en ciencias y matemáticas en las escuelas primarias y secundarias.

Por último, los investigadores estadounidenses deben incrementar su colaboración con investigadores básicos de otros países.

En este último punto merece la pena resaltar la advertencia reciente de Torsten Wiesel, presidente emérito de la Universidad Rockefeller y Secretario General del Programa Human Frontier Science sobre el hecho de que dos investigadores en biomedicina muy jóvenes estadounidenses están estudiando en laboratorios de otros países. Estados Unidos debe, dice Wiesel, "fomentar y mantener redes de investigación y formación que traspasen las fronteras nacionales"6.

Los responsables de las políticas de la Unión Europea deberían estudiar el desarrollo en toda Europa de políticas para estimular las contribuciones filantrópicas de particulares, de empresas y de fundaciones privadas a instituciones culturales, docentes, ientíficas y sanitarias

Otra cuestión que los responsables de las políticas de la Unión Europea harían bien en estudiar es el desarrollo en toda Europa de políticas para estimular las contribuciones filantrópicas de particulares, de empresas y de fundaciones privadas a instituciones culturales, docentes, científicas y sanitarias.

Permítanme hacer una observación final: Puesto que Europa y Estados Unidos son aliados, a través de la OTAN y de otras maneras, para asegurar nuestra seguridad común y proteger nuestro compromiso común hacia las sociedades libres y democráticas; y puesto que Europa y Estados Unidos representan el uno para el otro, a pesar de las inevitables tensiones y disputas, un gran mercado de bienes y servicios, me parece que es imperativo que los líderes de las instituciones académicas, empresariales, políticas y científicas de Europa y Estados Unidos encuentren formas todavía más efectivas de trabajar juntos.

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Palabras clave

Ciencia y gobierno, Comisión Carnegie, contribuciones filantrópicas

Notas

  1. Este artículo se basa en la ponencia leída por el Dr. John Brademas en la Conferencia sobre "Ciencia y gobierno en la sociedad del conocimiento", celebrada en Bruselas en octubre de 2000.

  2. Joan Majó, Cinco años de asesoría a los Programas europeos de desarrollo científico y tecnológico, 1995-1999. Julio de 2000.

  3. Ibid., pág.1.

  4. Science, Research Behemoth Slated for Overhaul, 22 de septiembre de 2000, pág. 2019-20.

  5. Americas¿s Basic Research: Prosperity through Recovery, preparado por el Committee for Economic Development (CED), 1998.

  6. Torsten Wiesel, "Balancing Biomedicine¿s Postdoc Exchange Rate", Science, 11 de agosto de 2000, pág. 867.

Contacto

Dr. John Brademas

Tel.: +1 212 998 36 36, fax: +1 212 995 48 10

Sobre el autor

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El Dr. John Brademas es presidente emérito de la Universidad de Nueva York, Presidente del Comité de Artes y Humanidades del Presidente Clinton y antiguo miembro del Congreso de Estados Unidos. Preside la National Endowment for Democracy, una organización no gubernamental que trabaja en favor de la democracia. También ha sido presidente del Comité sobre Ciencia, Tecnología y Congreso de la Comisión Carnegie sobre Ciencia, Tecnología y Gobierno.

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