Conferencia: Ciencia y gobierno en una sociedad del conocimiento. Sesión 3.

El concepto de situación de "crisis" preocupa cada vez más a los políticos y a los científicos, en opinión del profesor Alain Pompidou, ex-miembro del Parlamento Europeo, que abrió la discusión. A los políticos porque, en tales situaciones, se ven obligados a tomar decisiones muy rápidamente, en áreas que son, a menudo, difíciles de evaluar. A los científicos porque cada vez se les pide más que, con la misma rapidez, aporten conocimientos y opiniones que ayuden a elegir entre diversas opciones. Además del concepto de urgencia, las crisis de nuestros días están planteando desafíos de un tipo radicalmente nuevo.

Los políticos y los científicos están cada vez más preocupados por el concepto de situaciones de crisis, porque se ven obligados a tomar decisiones rápidas, en momentos de incertidumbre

La cadena de complejidad

La primera característica de estos acontecimientos es la complejidad creciente de la infraestructura social, como resultado de la acumulación de conocimientos científicos y tecnológicos y su impacto sobre todo el proceso de toma de decisiones políticas y económicas. En tales sistemas complejos, un "grano de arena" que afecte a un débil eslabón de la cadena, puede provocar una cascada de desestabilización, generando peligros hasta ahora desconocidos.

En sistemas interrelacionados, cada vez más complejos, se puede producir una desestabilización en cascada, generando peligros hasta ahora desconocidos

Según Patrick Lagadec, director de investigación de la Escuela Politécnica (Francia), especializado en el análisis y gestión de fenómenos de crisis, "las dos décadas pasadas han estado marcadas por situaciones de emergencia de un tipo totalmente desconocido hasta ahora". Entre ellas se pueden citar: la catástrofe de Chernobyl y la nube radiactiva resultante en toda Europa; la difusión del SIDA a través de transfusiones de sangre contaminada; la crisis de las "vacas locas"; y la epidemia de delitos cibernéticos. "Estas crisis ¿indicó- causadas por graves defectos de funcionamiento de los sistemas sanitarios, medioambientales y de seguridad, se van a multiplicar porque la creciente complejidad de los sistemas está generando, por su propia naturaleza, una nueva gama de peligros desconocidos".

Esta opinión fue compartida por Philip James, director del Grupo de Política Sanitaria Pública del Reino Unido, y uno de los principales protagonistas de la gestión de la reciente crisis de la encefalopatía espongiforme bovina (EEB) en Europa. "Necesitamos ser plenamente conscientes de la increíble interdependencia de las cadenas alimentarias transnacionales, como la de los productos de origen animal" ¿explicó. "Con sus constantes demoras en la gestión de esta crisis, los políticos europeos han sido, hasta ahora, muy lentos en darse cuenta del peligro que supone esperar a lo que hagamos los ingleses, y las muchas crisis a que ello puede dar lugar".

Una información rigurosa

Una segunda característica de las crisis contemporáneas es la enorme cantidad de información que se difunde a través de los medios de comunicación y de las nuevas tecnologías de la comunicación. Los políticos se ven sometidos a presiones directas e inmediatas por parte de la opinión pública que, en ciertos casos, puede dar lugar a rumores incontrolables y alcanzar niveles de histeria. El público busca responsables y ya no posee una confianza ciega en el modo en que los políticos y los expertos manejan los riesgos y sus posibles consecuencias.

Una característica de las crisis contemporáneas es la enorme cantidad de información que se difunde a través de los medios y de las nuevas tecnologías de la comunicación

Este cambio en la naturaleza y en la percepción de las crisis supone un desafío social de primer orden, que requiere un planteamiento riguroso y exigente sobre el modo de prever las crisis, evitarlas y, cuando ocurren, hacerles frente.

Dicho planteamiento implica un análisis crítico y sistemático de las respuestas a las crisis recientes, a fin de desarrollar una metodología basada en las buenas y las malas prácticas tomadas de la experiencia de la vida real. David Gee, director de proyecto de la Agencia Europea del Medio Ambiente (EEA), citó los casos recopilados y analizados por la EEA, así como ejemplos de envenenamiento con asbesto, contaminación por plomo y mercurio, y detección de cepas de microbios resistentes a los antibióticos.

Una nueva cultura de previsión y gestión de crisis

"De hecho, lo que necesitamos hoy día es toda una nueva cultura de previsión y gestión de situaciones de crisis", insistió Mr. Lagadec. Ello supone desarrollar instrumentos de formación específicos (estudios de casos, simulaciones, etc.), que faciliten una comunicación más transparente entre expertos y políticos y entre éstos y el público en general.

Para estar adecuadamente preparados, se necesita crear redes de alerta que detecten los primeros síntomas de crisis inminentes. Esto debe ir más allá del control y la vigilancia tradicionales para buscar "señales débiles" que normalmente están ahogadas en la baraúnda de los flujos de información

Debido a esta misma preocupación por estar preparados, se necesita crear redes de alerta que detecten los primeros síntomas de crisis inminentes, mientras aún haya tiempo para desviar dichas crisis y sus efectos. Este observatorio "anti-crisis" debe ir más allá de los principios tradicionales de control y vigilancia (que siempre parece que se han estado deseando cuando ocurre algo imprevisto) para incluir otros elementos que podríamos llamar "señales débiles". "Se trata de indicadores que normalmente están ahogados en la baraúnda de los flujos de información", en opinión de Sylvie Faucheux, profesora del Centro de Economía y Ética del Medio Ambiente y el Desarrollo (Francia). "Tomados en sí mismos, son aparentemente insignificantes. Cuando se relacionan unos con otros, se convierten en señales de alerta".

La dimensión europea de las crisis

Peter Wagstaffe, jefe de unidad de la Dirección General de Salud y Protección del Consumidor de la Comisión Europea, subrayó hasta qué punto la Unión Europea está ahora en la primera línea, en cuanto a gestión del riesgo. Los tratados de Maastricht y de Amsterdam han ampliado considerablemente la esfera de competencia de Europa, más allá de las áreas tradicionales, como medio ambiente y sanidad. Como resultado, la cuestión de la gestión de crisis se plantea con el fondo de las crecientes responsabilidades de la Unión.

David Wilkinson, director del Instituto de Sistemas, Informática y Seguridad del Centro Común de Investigación de la Comisión Europea, subrayó hasta qué punto la noción de seguridad ciudadana está tomando un significado global, e incluye ahora las posibles responsabilidades de la UE en materia de defensa y de gestión de los conflictos regionales que puedan amenazar al continente (como sucedió con la intervención en Kosovo y la subsiguiente operación para el mantenimiento del orden). El compromiso de la UE en las operaciones internacionales para la eliminación de minas en zonas que fueron teatro de guerras, y la lucha contra los delitos cibernéticos, ilustran la necesidad de una "gestión" científica de la seguridad, en opinión de Mr. Wilkinson.

La noción de seguridad ciudadana está tomando un significado global, e incluye ahora las posibles responsabilidades de la UE en materia de defensa y de gestión de los conflictos regionales que puedan amenazar al continente

Resumiendo las discusiones, Jacques Poncin, periodista científico y relator de esta sesión, observaba que la gestión de crisis se ha convertido, por necesidad, en una disciplina específica, que plantea exigencias tanto a los políticos como a los científicos. Dada la difusión mundial de las nuevas tecnologías, esta gestión sólo tendrá sentido si se lleva a cabo a nivel europeo, si no mundial. Esta reconsideración de la gestión de crisis también alcanza a los medios de comunicación, protagonistas esenciales tanto para alertar sobre las crisis como para resolverlas.

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Participantes en la discusión

Presidente

Alain Pompidou, miembro del Consejo Económico y Social, profesor, Francia

Oradores

W. Philip T. James, Director del Grupo de Política Sanitaria Pública, Reino Unido

Patrick Lagadec, Director de Investigación, Escuela Politécnica, Francia

David Wilkinson, Director, Instituto de Sistemas, Informática y Seguridad del JRC, Comisión Europea

Panel de discusión

David Gee, Director de Proyecto, Agencia Europea del Medio Ambiente

Sylvie Faucheux, profesora, Centro de Economía y Ética para el Medio Ambiente y el Desarrollo, Universidad de Versalles-Saint Quentin en Yvelines, Francia

Peter Wagstaffe, Jefe de Unidad, DG Salud y Protección del Consumidor, Comisión Europea

Relator

Jacques Poncin, periodista científico, Le Soir, Bélgica

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