Ciberespacio y violencia de género. ¿suma cero?

AutorFátima Arranz Lozano
Páginas655-682

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1. Introducción

El ciberespacio es todo un reto para la investigación social, tanto desde el punto de vista teórico como desde el metodológico. La virtualidad, con sus barreras invisibles, dificulta enormemente la indagación y el conocimiento riguroso al que se debe someter la ciencia, de ahí la tardanza que se está produciendo en obtener investigaciones empíricas solidas de los últimos fenómenos del ciberespacio como son las redes (Facebook, Twitter, WhatsApp, Instagram...). Pero ante un espacio tan sobredimensionado pueden ser observados otros elementos integrantes del fenómeno ciberespacial. Las informaciones y la comunicaciones del mundo actual bien sabemos que no se reducen solo a las redes. Queda por explorar todo el campo de los productos de las plataformas cinematográficas, las informaciones procedentes de noticiarios y prensa, etc.

En una primera apreciación genérica al fenómeno, y considerándolo en su dimensión social, nos encontramos efectivamente ante algo novedoso -el

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soporte tecnológico y el potencial que desarrolla-, pero al mismo tiempo está también presente una constante inmersa en todo producto humano: el control por parte del poder. De partida asumimos que las dominaciones estructurales (capitalismo y patriarcado) ante la inusitada capacidad de estos nuevos medios de comunicación de masas no solo no han perdido ningún control social; más bien lo contrario: se han visto favorecidos en su posición. El análisis de las relaciones entre el ciberespacio y la violencia de género quiere mostrar cómo están siendo observadas estas relaciones desde el campo de los estudios feministas (fuera de este campo no suele haber interés por el fenómeno) y valorar el estado de la cuestión en la actualidad de nuestro país.

La aportación de este capítulo se debe buscar, en primer lugar, en su intento por desvelar los discursos del ciberfeminismo, que se han desplegado en torno a la influencia tecnológica sobre el patriarcado y de este sobre las nuevas tecnologías. Al hilo de ello, también se ha querido ver hasta qué punto estos discursos mantienen o no una posición crítica sobre las repercusiones sociales del impacto tecnológico. En segundo lugar, nos hemos preguntado por el tratamiento analítico que se está haciendo de la participación de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en la formación y construcción de las subjetividades, teniendo en cuenta que estas tecnologías no solo no quedan fuera del alcance de la hegemonía masculina, sino que la mayor de las veces son las reproductoras y las legitimadoras a gran escala de ese poder. En tercer lugar, se ha interrogado por qué se suele considerar al ciberespacio como ajeno a las dominaciones a las que están sujetos el resto de medios de comunicación, teniendo en cuenta que el ciberespacio se encuentra formado por seres humanos en sociedad, seres humanos, ya sean mujeres o varones, producto de una determinada cultura y que en su mayoría destacan por haber sido modelados en valores antidemocráticos, cuando no discriminatorios por razón de sexo, raza, edad, etnia..., y considerando,

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además, que en el mundo de las TIC, la estructura, la lógica y la propiedad la mayor parte de las veces quedan supeditados al poder de los monopolios o holdings financieros que controlan la sociedad y que, según parece, no cuentan entre sus prioridades la búsqueda de valores ni democráticos ni igualitaristas.

Uno de los objetivos de este capítulo ha sido observar hasta qué punto los discursos feministas sobre las llamadas TIC o el denominado ciberespacio recogen el peso que las condiciones estructurales siguen infligiendo en la reproducción de la violencia contra las mujeres. A tal fin, y como se expondrá a continuación, en el primer apartado, se ha querido averiguar el significado que se confiere a este fenómeno desde la literatura feminista principalmente en España. La pregunta en concreto a la que se ha intentado responder es cómo está siendo considerado y de qué manera se ha representado el espacio desplegado por las TIC en relación con la violencia de género.

Asimismo, además de detectarse los diferentes discursos atendiendo a lo dicho expresamente en ellos, también se han abordado aquellos elementos que entendemos como fundamentales en la configuración y representación de la violencia de género. La violencia contra las mujeres es un producto de las relaciones de dominación masculina, dominación que es, a su vez, el resultado de una cultura que naturaliza la división entre lo femenino y lo masculino de una manera jerarquizada que encumbra lo que conocemos como los valores de la masculinidad. La reproducción de esta naturalización cultural en las identidades será el mandato básico a aprender en los procesos de socialización a lo largo de nuestras vidas. Y, sin duda, la potencialidad de los media, y consecuentemente del ciberespacio, desempeña un papel clave en la reproducción y rápida expansión de este modelo de relaciones.

En el segundo apartado se ha realizado un ejercicio tendente a hacer aflorar los resultados de las investigaciones que demuestran la influencia de la

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violencia mediática en el comportamiento violento de los seres humanos, lo que también pone de manifiesto que no solo aprendemos de los medios los comportamientos violentos, sino del mismo modo obviamente los desigualitarios, entre otros. Son muchas las voces que demandan más investigaciones sobre este fenómeno; sin embargo, entendemos que no es tanto cuestión de la necesidad de más investigación como del compromiso de los poderes públicos por aceptar los resultados de las investigaciones e intervenir.

En el tercer y último apartado se responde a propósito del papel que desempeña la información sobre la violencia de género en los medios. En este sentido, se ha indagado, en primer lugar, sobre los aspectos relacionados con el contenido de la información y para la formación que procuran estos medios -cine, prensa-, atendiendo a la propagación o no de propuestas misóginas y violentas. En segundo lugar, también se ha observado cómo están siendo y cómo aparecen las informaciones sobre la violencia de género, más allá del consabido papel que desempeñaron los medios en la afloración mediática y toma de conciencia por grandes sectores de la sociedad y que tantas veces se les ha reconocido también por parte del feminismo. Y, en tercer lugar, se han detectado posiciones muy similares entre las informaciones periodísticas y las actuaciones de los poderes públicos en torno al fenómeno de la violencia contra las mujeres en los últimos tiempos.

2. Ciberespacio y feminismo

El ciberespacio es una construcción social. Está afirmación corre el riesgo de disolverse en el éter imaginario de la nueva realidad que se va amasando gracias al potente espacio virtual extendido vía internet. Estamos ante un

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resultado que según algunas propuestas desde la filosofía (Baudrillard, 1987; Turkle, 1995; Virilio, 1997) o el psicoanálisis (Zizek, 1998; Tubert, 2010; Roca, 2016) nos debe alertar de cómo el orden de lo imaginario gana presencia en nuestras vidas en detrimento de los otros dos órdenes que conforman a los individuos: el simbólico y el real. No obstante, desde el propio psicoanálisis se relativiza el impacto de la mediación tecnológica en los seres humanos. No es tanto, se dirá, un problema de determinismo tecnológico como de la organización político-social donde se tiene que buscar y demandar la responsabilidad de los efectos tecnológicos.

Esta posición discursiva desde el psicoanálisis (aunque no exclusiva, ni unánime en esta disciplina) sería una tercera vía ante los ya clásicos posicionamientos que se han categorizado como apocalípticos e integrados, siguiendo la propuesta que hiciera en 1964 Umberto Eco (Eco, 1965) ante los mitos modernos desarrollados por la irrupción de los nuevos medios de comunicación. Estas tres posiciones queremos que sean el marco analítico de partida desde el que observar los escritos pertenecientes a distintas autoras feministas, de dentro y fuera de nuestras fronteras, en sus estudios sobre los resultados que provoca el uso de las nuevas tecnologías informáticas. Reconocemos el alcance reducido de nuestra propuesta, dado que en los últimos tiempos se ha publicado un número notable de ensayos e investigaciones abordando el asunto desde la perspectiva de género. De ahí que nuestra aproximación no sea exhaustiva de este campo, aunque esperamos que sí lo suficientemente representativa (de las más notorias) de las distintas posiciones discursivas feministas sobre los efectos producidos a partir del espacio de la tecnología virtual.

Indudablemente, la mirada de Umberto Eco sirvió para ir más allá de los maniqueísmos que existían hasta esa fecha en una sociedad que se preguntaba en qué devendría su modo de vida ante el potencial desarrollado por los

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nuevos artefactos. Sin embargo, en el transcurso de estos cuarenta años de aquel análisis, e inmersos ya de pleno en aquel futuro tecnologizado, se debe advertir que los posicionamientos no han seguido proliferando tanto en la dicotomización de posiciones como en cierta mezcla. Así, suelen aparecer ciertos comentarios críticos dentro de una posición en general plenamente integrada. La aceptación de la integración tecnológica es un dato incuestionable, conteniendo un mayor o un menor grado crítico con los efectos del uso. En este sentido, sobre la crítica a la irrupción de las TIC o el ciberespacio no se han encontrado diferencias sustantivas entre la literatura académica androcéntrica y la que calificamos como feminista o con perspectiva de...

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