Censura Inquisitorial, Ilustración y Liberalismo: Una aproximación jurídico política

AutorCarmen Bolaños Mejías
Páginas605-643

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1. Introducción

El siglo XVIII fue el tiempo de maduración de las reformas que no llegaron a materializarse en toda su complejidad hasta que cuatro corrientes intelectuales, estrechamente interrelacionadas, les añadieron plenitud y concreción en todos sus perfiles. La primera de dichas corrientes, esbozada desde el siglo anterior, fue la de los novatores, la siguiente tendencia fue la del regalismo, que sirvió de transición a la Ilustración y finalmente otro grupo de reformistas encontraron su tribuna de expresión en las Cortes de Cádiz1.

Los novatores se encargaron de señalar el inicio del método físico-matemático ajeno al sentido providencialista escolástico y evolucionaron hasta conectarPage 606 con la política cultural del gobierno. La nueva dinastía encontró en los regalistas el apoyo para sus ideas de nacionalismo español dentro de un reformismo moderado. Con propósitos más ambiciosos, conscientes del cambio de política cultural que protagonizaban, los ilustrados empezaron a estudiar los instrumentos adecuados para alcanzar la modernización del país, y finalmente, en 1788, se pasa a una generación clave, en la que algunos nombres típicos del tradicionalismo se presentan, a veces, partidarios de lo nuevo. Más que la doctrina, cambiante muchas veces, lo que distingue a los componentes de los distintos grupos, es la actitud. Cañuelo, Capmany, Llorente, Villanueva o Martínez Marina quedarán encuadrados en el «período convulso y difícil entre la Ilustración y el liberalismo»2. Sin embargo, fueron los ilustrados y los liberales, quienes se mostraron más comprometidos con las reformas jurídicas y los que se empeñaron en renovar las actividades inquisitoriales en general y la censura en particular3.

Conviene ahora, antes de adentrarnos en el contenido y significación de la censura inquisitorial, situar el sentido del despotismo ilustrado español a lo largo del XVIII, que era poner la monarquía al servicio de una racionalización interna de la sociedad estamental, dentro de un estricto respeto hacia los privilegios económicos e institucionales existentes4. Lo que justifica que la modernización propuesta se orientara a reajustar la organización interna del orden estamental, soslayando las contradicciones inherentes a las exigencias de una clase burguesa apenas esbozada5.

Los escasos ilustrados españoles, pieza clave de las reformas ilustradas, necesitaron de la monarquía absoluta para sus propósitos reformistas, de estePage 607 apoyo surgió la convicción de que era posible objetivar las reglas de funcionamiento del conjunto social en cuya implantación proponían al soberano el orden de prioridad que debía seguirse en las reformas, estando, por entonces, más preocupados en defender el regalismo de la Corona que en analizar con rigor la Inquisición. Además, el Santo Oficio ya no incoaba procesos clásicos que finalizaban con el correspondiente auto de fe o la imposición pública del sambenito. La progresiva disminución de procesos y la distinta tipología de los delitos procesados por el tribunal iban mermando la actividad inquisitorial, cuya función principal se centraba en la vigilancia y censura de los libros, así como de toda clase de publicaciones6.

A la búsqueda de soluciones económicas se acordó la redacción de un texto Constitucional, que aunque la mayoría de los constituyentes tan sólo querían para garantizar legalmente los límites del absolutismo monárquico, sirvió para que los más exaltados se opusieran a la «inmutabilidad de las viejas instituciones»7 y valiéndose de la prensa o de la tribuna parlamentaria, defendieran un liberalismo económico fundamentado en el principio de la libertad individual que, para su concreción, exigía la desaparición de los privilegios, la implantación de la igualdad ante la ley, la liberalización del régimen jurídico de la propiedad y el desarrollo del comercio.

En este contexto debemos situar la Constitución de Cádiz, como texto legal que recoge del «constitucionalismo racionalista dominante en los códigos revolucionarios franceses»8 las expresiones más radicales de los principios liberales que en España no aciertan a implantarse hasta que el «liberalismo doctrinario»9desarrolló una versión moderada del originario movimiento liberal. Así la vigencia de la constitución consagra el cambio político pero no lleva aparejado el desmantelamiento inmediato de las antiguas estructuras políticas y sociales sino que al igual que en Europa, constituye «la destrucción del estado de ánimo necesario para continuar el Antiguo Régimen»10 y la implantación del Estado Liberal, tuvo que adaptarse a las especiales circunstancias del país.

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Esta actitud fue la que justificó que, ante la difusión de la propaganda revolucionaria francesa, las autoridades civiles reforzaran la legislación vigente para canalizar la censura11. Puede, pues, afirmarse que las actividades censoras resurgieron durante el reinado de Carlos IV, quien, cuando accedió al trono, nombró para el cargo de primer ministro al conde de Floridablanca12, cuya actitud ha pasado a ser ejemplo de la reacción frente al miedo de penetración de las ideas revolucionarias francesas atribuyéndosele una contribución decisiva en la rápida instrumentalización de las instituciones de la monarquía13. Las noticias que venían del país vecino causaron una gran alarma en Floridablanca14, que se dispuso inmediatamente a parar la propaganda revolucionaria, ordenando levantar una barrera profiláctica en los Pirineos y sometiendo los puertos marítimos al control más estricto, apresurándose incluso a evitar que se hablara de las cosas que acontecían en Francia. Primero se quiso parar el ingreso de folletos y obras revolucionarias en 179015; luego sucesivamente se impidió a los periódicos que publicasen cualquier noticia o comentario relativo a los asuntos de Francia, llegándose a detener cualquier posibilidad de que los embajadores foráneos recibiesen libros prohibidos, para acabar vetando la entrada de cualquier documento sedicioso. Ante las ingeniosas argucias ideadas para introducir objetos testimoniales y alusivos a la Revolución, se ordenó impedir el paso por las aduanas de cualquier impreso que hablase de la Revolución y de la Constitución francesas, alcanzando incluso a artesanías, complementos del vestuario y objetos manufacturados que portaban leyendas y otros motivos relacionados16.

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De esta forma, la Revolución Francesa se convirtió, indirectamente, en factor determinante para la Inquisición, que pasó a ser considerada la mejor institución al servicio de la monarquía, pues estaba demostrado que, en materia de libros, el tribunal actuaba con eficacia y su continuidad era necesaria para controlar la ideología revolucionaria evitando que se introdujese en España. No obstante, sería ilusorio pensar que, pese a la orientación del Santo Oficio como instrumento del poder político, era capaz de evitar por sí solo el proceso de reformas, lo que no impidió que se alzase ante la opinión pública como el mayor responsable de ejercer el control sobre las publicaciones, al tiempo que asumía el protagonismo de ser la institución encargada de retener, prohibir libros y condenar a lectores sospechosos, llegando incluso a ser considerada la responsable de hostigar tanto a los ilustrados como a los liberales españoles.

2. Fuentes bibliográficas, tendencias historiográficas y nuevas líneas de investigación

Todas estas razones han dispuesto nuestro trabajo, en el que hemos procurado realizar una aproximación a la censura inquisitorial circunscribiéndonos al control de los libros, folletos, impresos o manuscritos. Precisamente nuestro empeño se centra en indagar si el Santo Oficio mantuvo su eficacia con la misma intensidad mostrada en los siglos anteriores y, si fue así, por qué no alcanzó el mismo éxito e impidió la divulgación de los principios revolucionarios franceses entre los españoles de comienzos del siglo XIX. Para concretar mejor el objeto de nuestra investigación, la hemos centrado en los rasgos de la censura efectuada por el Santo Oficio precisamente en el tránsito de la Ilustración al Liberalismo, para poder analizar si realmente incidió sobre el desenvolvimiento y propagación de la ideología liberal en una sociedad mayoritariamente analfabeta17. Esta selección temporal fue hecha contando con la aparente certeza de que resulta muy extraño que la Inquisición, después de haber chocado con los proyectos reformadores ilustrados18, esperase algún trato de favor de los gobiernos de turno.

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De forma que, dado que la censura estaba enmarcada en unos mecanismos administrativos y judiciales, hemos considerado que el primer objetivo de nuestro trabajo debía atender al procedimiento empleado por la censura. Determinar las causas que iniciaban dicho proceso implicaba identificar qué era lo que se tenía que censurar e identificar las líneas ideológicas en las que se fundamentaba la censura. Lo que obligaba a conocer y relacionar las peculiares preocupaciones de la época y conectarlas con quienes mejor sabían desenmascarar a los heterodoxos.

Para ello hemos seleccionado una serie de procesos, fundamentalmente localizados en los fondos del Archivo Histórico Nacional19, que incorporan documentos en los que se aplican criterios normativos a las decisiones tomadas. También nos hemos servido de la Biblioteca Nacional de España, para localizar las ediciones censuradas o cualquier otro...

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