El caso antimonopolio de Microsoft y su futuro.

AutorDimitris Kyriakou
CargoIPTS

El informe de 207 páginas preparado por el juez Jackson en noviembre pasado en el caso antimonopolio emprendido contra Microsoft, fue un punto decisivo en uno de los casos antimonopolio más famosos. El juez consideró que Microsoft había ejercido una acción monopolística para someter a competidores y socios o expulsarlos del mercado.

Además, lo que es igualmente recusable, el juez encontró que nunca se produjeron innovaciones que realmente beneficiasen a los consumidores por la única razón de que no coincidían con los intereses de Microsoft. El juez señaló también que la libertad de Microsoft para innovar no debería ocurrir a expensas de la oportunidad de otros para hacerlo. Quizá más significativamente y a un nivel superior, la investigación reafirmó la relevancia de las leyes antimonopolio, y, para el proceso judicial, el derecho y la capacidad de aplicar esas leyes, incluso a las empresas de alta tecnología que más cambian de continuo, reafirmando la primacía de la Ley sobre el poder de la empresa de alta tecnología más rica y más respetada y temida.

¿Por qué ha llegado Microsoft a esta situación? La primera respuesta obvia es porque empleó las tácticas descritas por el juez. Segundo, su gestión dejó un rosario de pruebas, (irónicamente en forma electrónica) de esas tácticas. Tercero, sus directivos fueron impertinentes ante el tribunal (p.e. no confesando la inmensa cuota de mercado de Microsoft, y siendo puntillosos en la definición de "competir", para visible disgusto del juez). Cuarto, exacerbaron la implacabilidad del Departamento de Justicia, al no cumplir un acuerdo anterior, en el caso de la unión de su Internet Explorer con Windows. Quinto, no se preocuparon durante años por poner en juego sus influencias en en Washington, DC. Cuando finalmente se decidieron a hacerlo, utilizaron tanta mano dura que sus esfuerzos pueden haber sido contraproducentes (p.e. presionaron fuertemente para reducir el presupuesto de la unidad antimonopolio en el Departamento de Justicia). Un gigante financiero que pisotea a las empresas rivales es preocupante; cuando de repente lanza su peso sobre la política, puede en verdad desconcertar igualmente a participantes y espectadores.

En cualquier caso, como se deduce de las recientes actuaciones de Microsoft, mencionadas antes, Microsoft no se irá sin lucha. Las conclusiones del juez irán seguidas por una decisión a principios del año 2000 (que quizá se haya tomado ya cuando se publique este editorial), y posiblemente haya apelación después. La gravedad de los hechos hace menos probable un arreglo rápido antes de la resolución legal. Puede ser difícil poner de acuerdo a todos los demandantes sobre una serie de concesiones. Microsoft puede dudar en negociar desde una posición de debilidad, y puede optar por apelar al mismo Tribunal de apelaciones que denegó un interdicto anterior del juez Jackson contra Microsoft. Microsoft puede incluso llevar el caso ante el Tribunal Supremo, que algunos ven como más propicio a las empresas que al gobierno. Además, cuando el caso llegue al Tribunal Supremo, habrá una nueva administración en la Casa Blanca, que probablemente tendrá la oportunidad de nombrar uno o dos nuevos jueces del Tribunal Supremo de EE.UU. El aumento de la financiación a las campañas republicanas por parte de Microsoft puede ser un indicio de la estrategia de Microsoft en este aspecto. Quizá consciente de estas posibilidades, el juez Jackson por una parte reforzó sus conclusiones, dejando una base sólida para las batallas legales que pueden sobrevenir. Y por otra parte, para reavivar las posibilidades de un acuerdo, ha designado a un juez muy respetado y especialista en antimonopolios, el juez Poster, para arbitrar entre las partes.

En cualquier caso, el paso siguiente- salvo un acuerdo- es la decisión legal del juez el año próximo y las soluciones/medidas que se prescriban en ella. Hay dos clases de soluciones. Las soluciones de conducta marcarán el comportamiento de la empresa, dirigidas a prevenir futuras violaciones de la ley. Los remedios estructurales buscarán cambiar la posición de Microsoft en la industria y/o su estructura corporativa.

Muy probablemente se emplearán soluciones de conducta que sean fáciles de llevar a la práctica y no requieran una supervisión engorrosa. Pueden no ser suficientes, sin embargo, y probablemente irán acompañadas también por soluciones estructurales. Además, las soluciones de conducta ya han sido ensayadas antes, y fueron incumplidas por Microsoft. Para algunas de ellas, tendría que haberse previsto una supervisión meticulosa por comités reguladores y por los tribunales, dada la amplitud de las actividades de Microsoft, la complejidad técnica de las cuestiones implicadas, y la multitud de maneras con las que se pueden burlar las reglas. Además, las recientes incursiones de Microsoft en los mercados de telecomunicaciones y del cable implican que las soluciones de conducta pueden centralizarse en los problemas pasados, y que incluso supervisando las actuaciones de Microsoft, identificadas por el juez, es posible mantenerse por encima de la ley.

En todo caso, la gravedad de los hechos encontrados hará muy tentador para el Departamento de Justicia buscar soluciones estructurales. Estas pueden incluir: 1) publicar el código fuente del sistema operativo Windows; 2) dividir Microsoft en pequeños "clones" de sí misma (los llamados Baby-Bills), que compitan mutuamente en todas las líneas de producto; 3) descomponer Microsoft en empresas más pequeñas según líneas de producto; 4) una combinación de todo lo anterior. Compensar a Microsoft por el código fuente de Windows costaría unos 200 mil millones de $US, lo que no es necesariamente inabordable, dadas las cantidades manejadas en operaciones de compra (p.e. MCI-Sprint). El riesgo al aplicar la solución de los "clones" es que pueden comprarse unos a otros, reconstruyendo una compañía gigante en el proceso. Obsérvese finalmente que la ruptura según líneas de producto es más difícil después de la reorganización reciente de Microsoft; el juez podría desde luego tomar la antigua estructura como punto de partida, para facilitar la ruptura según líneas de producto.

Un versión más sencilla de la solución estructural exige mantener la propiedad del código fuente de Windows pero haciendo públicas las interfases con las que se ejecutan las aplicaciones y se usa el sistema operativo. En este caso, así como en otras medidas mencionadas antes, es crucial que se cumplan todos los requisitos técnicos necesarios para garantizar que las aplicaciones escritas para otros sistemas operativos puedan competir en pie de igualdad con aplicaciones escritas expresamente para Windows.

Como resultado de las soluciones estructurales efectivas: 1) los sistemas operativos, incluyendo posiblemente varias versiones de Windows, competirán entre ellos por sus propios méritos, y no sobre la base de cuántos están ya instalados y tienen usuarios cautivos, o proveedores de aplicaciones; 2) los desarrolladores de hardware podrán producir libremente equipos que no están pensados para Windows, abriendo el camino a diseños más innovadores; 3) finalmente, y en un plano más general, un sistema auténticamente abierto, no condicionado por el tipo de sistema operativo, puede ser más factible en un mercado no dominado por Windows. Las implicaciones y lecciones para las empresas de la UE y para las regulaciones sobre competencia tienen múltiples facetas y deben ser examinadas más cuidadosamente y durante más tiempo.

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