La casería asturiana

AutorRamón Prieto Bances
Páginas18-26

La casería asturiana*

IV Enriquecimiento de la casería

Por caridad y por interés social estarnos en la obligación de enriquecer la casería. El nivel de vida en la aldea asturiana es muy bajo y la industria agrícola muy rudimentaria.

La crisis actual ha traído el bien de que la gente empiece a enterarse de que "los manantiales de la abundancia no están en las plazas, sino en los campos", y es de confiar que todos pongan el mayor esfuerzo en mejorar y en aumentar la producción.

El enriquecimiento debe comenzar por la vivienda.

La vivienda rural

La vivienda en la aldea asturiana es pobre y antihigiénica. Hombres y animales viven casi mezclados. La viyienda es una cocina y un cuarto o dos con ventano más que ventana.

Delante de la casa se amontona el estiércol hasta que llega el momento de llevarlo a la tierra.

De vez en cuando el cuadro cambia y aparece una casa enjalbegada, de planta baja y un piso con corredor, que en el otoño adorna un tapiz de mazorcas doradas. No hay que preguntar: es dinero de América. Raro es el aldeano que puede construir con sus ahorros; si los tuviera lo haría, porque no es cierto que no sienta la necesidad de arreglar su casa; al contrario, la siente como nadie, hasta el punto de que es capazPage 18 de vender una o dos vacas no sólo para arreglar la propia, sino la ajena, la que ocupa como simple arrendatario.

Pedir a los dueños que resuelvan el problema sería completamente inútil, y además injusto. Muchos no tienen medios para ello. Pensad que gran parte de las caserías está en menos de gente modesta, con pocos recursos. ¿Qué hará el magistrado, el catedrático, el funcionario, el "pequeño comerciante que ha heredado una casería por la cual le pagan cien o doscientas pesetas anuales, si le exigen que edifique una casa, que gaste veinte o treinta mil pesetas en la construcción ? Lógicamente, preferirá renunciar a la propiedad.

El exacto cumplimiento del párrafo 2.° del artículo 1.554 del Código civil no puede llevarnos tampoco tan lejos; la ley sólo habla de reparaciones, y aun éstas, la costumbre las limita, como el antiguo Derecho francés, a tener al arrendatario dos et couvert.

El problema, sin embargo, no es insoluble, y, a mi juicio, podría hallarse una solución equitativa volviendo una vez más la vista a la Historia.

La pluma ágil del ilustre cronista de Asturias, D. Constantino Cabal, nos da en una página una vieja fórmula, quizá prerromana:

"...El casado, casa quiere...

Y los rapaces fuéronse a la casa.

Pero, ¿a qué casa..., a qué casa? ¿A una cualquiera del pueblo? ¿A una que se encontraba sin vecinos? ¿A casa de los padres de la moza? En muchas ocasiones, sí, señor; pero en la ocasión presente, la casa a que se fueron los casados estaba sin estrenar... ¡Ah!, que el padre de Colín no se chupaba el dedo como un bobo, y que se dijera un día:

-Voy a iguar una casa por andecha.,.

Y reunió a los vecinos, e iguó la casa en un vuelo. Los vecinos hicieron de canteros, carpinteros, carreteros, albañíes o peones, y él hizo de director... Y mientras duró la andecha-que llamaban asimismo la faena-, él les daba a los hombres de comer, de cenar, de merendar. Unas patatas con carne, una tortilla, café, una atrocidad de sidra y unas botellas de vino, y ya se terminó lo que se daba. A la merienda, sidra, pan y queso, y a veces otra tortilla con unos pedacitos de jamón...

Los vecinos-¡ya se sabe!-tiénense que ayudar unos a otros; y ya en Roma Catón aconsejaba que se les tratara bien; porque asíPage 19cuando edifiques-decía el mismo Catón astutamente (De ve rústica, IV)-te ayudarán en seguida cum operis, jumentis et materia.

-¿Quién es tu hermano?-dicen en Asturias.

Responden:

-El vecino más cercano... 1.

El padre dé Colín podría contar hoy con apoyos que no ha tenido nunca. El Instituto Nacional de la Vivienda, según el artículo 8.° del Estatuto fundacional, ofrece el 20 por 100 del importe; las Cajas de Ahorros abren créditos en condiciones ventajosas; el Estado no regatearía los materiales y servicios técnicos que concedían gratuitamente a los colonos de baldíos los artículos 6.° y 7.° de la Ley de 11 de julio de 1866 y el artículo 13 de la de 3 de junio de 1868; y por último, la Diputación provincial, cuya labor admirable, en todos los órdenes, es digna del mayor encomio, seguramente no pondría obstáculos en crear talleres para fabricar en serie diversos elementos2.

La ganadería

En Asturias el mejor exponente de la riqueza de una casería es el ganado. Se dice que una casería es buena o mala no porque se cosechen más o menos arrobas de patatas o fanegas de trigo, sino por el número de vacas que sustenta.

Sigue dándose la primitiva relación de pecunia y pecus, y el ganado domina la economía rural.

A fomentarlo han concurrido corporaciones y particulares 3, ricos propietarios y pobres labriegos.Page 20La selección cada día es más cuidada, la cría se hace con más esmero y los productos aumentan en forma sorprendente 4.

Hay entre los ganaderos lo principal de toda empresa, de cualquier clase que sea, y es el amor, el amor que lleva al entusiasmo y al desinterés. El orgullo de tener un buen ejemplar premiado compensa al casero de mil sacrificios y le hará el preferir pasar privaciones a deshacerse de él.

Las viejas ordenanzas amparaban estos afanes y formaron una tradición que todavía hoy, al margen de la ley, rige en algunos pueblos de la Montaña.

Las de Bello (pueblo del concejo de Aller) imponían la mayor vigilancia en los pastos, acotándolos en determinadas épocas del año y reglamentando su uso. Para evitar los destrozos de los cerdos y de las cabras, obligaban a los vecinos a alambrar los cerdos desde el 1 de febrero a San Miguel de septiembre, y a limar los dientes de las cabras dos veces al año, una...

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