El camino de la Tuca del Mont

AutorJosé Luis Rodríguez García-Abogado

La necesidad aproximó el hombre desde el valle a la Tuca del Mont y de ello queda aún el testimonio de estrechos bancales sostenidos por ribazos de piedra seca que, a modo de pequeñas fajas, escalonan su pina ladera formando conjuntos terrazas, a veces onduladas, sobre las que en tiempos pasados, los benasqueses menos favorecidos en propiedad de tierras, cultivaron allí penosamente heno, centeno y patatas.

Hoy aquellas paratas y balates se encuentran abandonados a su suerte natural y se observan invadidos por la maleza que va borrando el ímprobo trabajo acumulado del que aún son prueba, mientras los ancianos de Benasque, sentados en los poyos y bancos del final del pueblo, los que dan viento norte, alzan los ojos y miran veladamente aquellas hazas sujetadas a las pendientes rocosas con la fuerza de sus brazos que un día fueron jóvenes, las señalan con sus manos temblorosas y las nombran una a una en el pago de Les Someres, rememorando el rezo del trabajo diario con el sudor y esperanza del pan de cada día...

Sí, estas tierras artigadas hoy están a punto de perder definitivamente su destino y constituyen vestigio de las más altas cotas trabajadas por la mano del hombre, a las que se accedía a menudo con ayuda de animales de herradura por senderos desaparecidos o ya impracticables pedregales. Y es que con el turismo El camino de la Tuca del Mont y abandono del cultivo ha llegado el desmoronamiento de sus paredes de sostén, siendo en parte la consecuencia del ralo rendimiento económico agropecuario de las laderas de la Tuca del Mont, que, como gran bastión, cierra al pueblo por el Oeste y se ha transformado en impenetrable mohedal que comprende tres barrancos: Campaleda, Sobarriba y el de la Tuca, que se precipitan desde la cumbre (casi siempre secos) y en el deshielo y cuando llueve hacen llevadera el agua hasta el río Essera.

Las circunstancias descritas, andando el tiempo, habían hecho aún más dura y temida esta montaña de 2.650 metros de altitud, que constituye la mole más característica de la Villa de Benasque, al emerger desde la misma margen derecha del río a su paso por la población y porque se nos presenta unida a Las Tucas de Ixea que rozan los 3.000 m., siendo sin embargo uno de los puntos más desconocidos por los alpinistas que, afectados por el síndrome de los tres miles", ni siquiera reparan en que ella requiere gran esfuerzo y ofrece, desde la vertiente superior, una de las panorámicas más bellas y grandiosas del Pirineo por...

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